Imaginate ser el investigador de un caso de robo de criptomonedas pero, al final, terminar convirtiéndote en un criminal. Bueno, eso mismo pasó en el Reino Unido, cuando un exagente de la Agencia Nacional del Crimen (NCA, por sus siglas en inglés), Paul Chowles, fue condenado a cinco años y medio de prisión tras admitir haber robado 50 bitcoins durante una investigación sobre Silk Road, el infame mercado negro en la web oscura.
En 2014, Chowles trabajaba para la NCA en la investigación de Thomas White, un individuo relacionado con Silk Road 2.0, una versión de la popular plataforma de comercio ilícito de bienes y servicios. La Silk Road original había sido cerrada por el FBI en 2013, pero White había relanzado la plataforma apenas un mes después. Chowles fue asignado al caso debido a su experiencia en la web oscura y en el manejo de criptomonedas, y se encargó de analizar y extraer datos de los dispositivos de White, los cuales contenían criptomonedas incautadas.
A pesar de su responsabilidad en la investigación, Chowles aprovechó su acceso a las pruebas y transfirió 50 de los 97 bitcoins —hoy valuados en 6 millones de dólares— incautados de la billetera de White a una dirección pública de su propiedad en 2017. Según un comunicado oficial de la Fiscalía General del Estado, para ocultar su rastro utilizó un “mezclador” de criptomonedas llamado Bitcoin Fog. Este tipo de herramienta toma una criptomoneda, la divide en varias transacciones más pequeñas y las distribuye en diferentes direcciones. El objetivo es dificultar el rastreo de las transacciones y el origen del dinero.
Chowles creyó que podría escapar de la justicia, ya que la NCA inicialmente asumió que los bitcoins habían sido transferidos por White. Durante varios años, la NCA no logró encontrar rastro alguno de los 50 bitcoins y los declaró “irreparables” en 2021. Sin embargo, la historia dio un giro inesperado cuando el propio White alertó a la policía local de Merseyside, sospechando que un miembro de la NCA podría haber robado los bitcoins.
El criminal original, quien había sido informado de que sus criptomonedas habían sido incautadas por las autoridades, se dio cuenta de que la única manera en que ese dinero se podría haber movido era si alguien dentro de la NCA tenía acceso a las claves privadas de su billetera. La clave privada es una especie de contraseña secreta que le permite a una persona acceder a sus fondos en criptomonedas. Sin esta clave, no es posible mover los bitcoins. Al ser un punto crucial de acceso, la clave privada de White solo podría haber estado en manos de alguien dentro de la NCA que tuviera acceso a sus dispositivos incautados.
Alex Johnson, fiscal de la División de Crímenes de la Fiscalía General del Estado, declaró en el comunicado: “Paul Chowles aprovechó su puesto en esta investigación para enriquecerse mientras ideaba un plan que garantizaba que nunca haya sospechas sobre él”, aseguró. “Ganó una gran cantidad de dinero gracias a sus actividades delictivas, y es justo que sea castigado por sus actos corruptos”, señaló. Además, alertó que la Fiscalía no va a dudar en presentar cargos contra aquellas personas que abusen de su posición de poder para obtener beneficios económicos.
Cuando la policía de Merseyside investigó el caso, encontró pruebas contundentes que vinculaban a Chowles con las transferencias de los bitcoins. El hallazgo de un iPhone de Chowles, junto con el historial de navegación que mostraba búsquedas relacionadas con servicios de intercambio de criptomonedas, fue clave en su captura. La policía también descubrió cuadernos en la oficina de Chowles, donde él había anotado detalles sobre las cuentas de criptomonedas de White, incluidos nombres de usuario y contraseñas.
El inspector jefe John Black, de la Oficina de Inteligencia de la Policía de Merseyside, declaró: “Es muy decepcionante para todos que alguien involucrado en la aplicación de la ley pueda verse involucrado en la misma criminalidad que se le ha encomendado investigar y prevenir”. Y reflexionó: “Este caso debería ilustrar de la forma más clara posible que nadie está por encima de la ley. Por encima de todo, nuestro equipo tiene la determinación de garantizar que los delincuentes no se beneficien de ninguna manera por infringir la ley”.
No es la primera vez que agentes encargados de combatir el crimen terminan cometiéndolo. En 2015, el agente de la DEA (Drug Enforcement Administration por sus siglas en inglés) Carl Force se declaró culpable de haber robado grandes sumas de dinero en bitcoins mientras investigaba la plataforma. Usando múltiples identidades encubiertas, Force obtuvo pagos de Ross Ulbricht —el creador de la original Silk Road— a cambio de información sobre la investigación. Otro agente implicado en el mismo caso, Shaun Bridges, del Servicio Secreto, también se declaró culpable: utilizó credenciales de administrador para apropiarse de más de 800.000 dólares en criptomonedas.
Y en abril de este año se conoció un caso de un oficial que en Marbella intentó ocultar un desfalco por US$18 millones, de los que se apoderó durante una investigación policial. En este caso, la pista que lo terminó por incriminar fue una serie de números escondidos en el zócalo de su dormitorio.