
La aparición de moho en las paredes es un problema tan común como subestimado. Lo que empieza como una pequeña mancha en una esquina puede convertirse, con el tiempo, en un foco de contaminación silenciosa dentro del hogar. El moho no solo afea las superficies: también indica un desequilibrio en la calidad del aire y en la salud de la vivienda. La falta de ventilación, las filtraciones o los puentes térmicos (zonas donde el frío del exterior entra en contacto con el calor interior) son algunos de los culpables de que estas manchas oscuras y de olor penetrante se instalen entre nosotros.
En los últimos años, con el auge de las viviendas herméticas y el uso intensivo de calefacción, el moho ha encontrado su mejor aliado: la condensación. Las ventanas cerradas, los secadores de ropa en el interior y la ausencia de renovación de aire crean un ambiente húmedo que favorece su crecimiento. En muchas ocasiones, los habitantes no detectan el problema hasta que ya es visible o empieza a causar molestias respiratorias.
“¿Ves esa manchita que tienes en la pared? Sí, esa que ignoras desde hace semanas. Es más peligrosa de lo que te piensas”, advierte Valentín Naranjo, experto en humedades y calidad del aire, en uno de los vídeos publicados en su cuenta de TikTok (@valentin_naranjo). De esta manera, resume una realidad que muchos hogares españoles comparten: el moho no es solo un problema estético.
Más que una mancha
El moho se compone de hongos microscópicos que se desarrollan en ambientes húmedos y mal ventilados. Sus esporas viajan por el aire y, al encontrar las condiciones adecuadas (como una pared fría y húmeda), comienzan a proliferar. “Puede ser la razón por la que te duela la cabeza, no pares de toser, no descanses bien por la noche o llegar a ser causa de enfermedades graves”, explica Naranjo.

Aunque esto último no es frecuente, el moho sí puede afectar la salud de las personas, especialmente las más vulnerables o las que cuentan con patologías previas, como asma, alergias respiratorias… Además, el contacto continuado con las esporas puede causar irritación en los ojos, congestión nasal, tos seca o fatiga, síntomas que suelen confundirse con un resfriado persistente.
Así, aunque en personas sanas, la exposición ocasional a pequeñas cantidades de moho no suele representar un riesgo grave, cuando las condiciones de humedad se mantienen durante meses o años, permitiendo que las colonias se multipliquen sin control, se presenta un serio problema.
Vinagre y pintura: soluciones estéticas y a corto plazo
Ante las primeras manchas, el remedio más popular en los hogares suele ser el vinagre blanco. Su acidez le confiere propiedades antifúngicas capaces de eliminar parte del moho superficial. Sin embargo, Naranjo desaconseja su uso: “No limpies la mancha con vinagre”. Y es que este producto actúa en la superficie, por lo que, si la pared tiene humedad interna (por condensación o filtración, por ejemplo), el moho reaparecerá pronto, ya que las condiciones siguen siendo ideales para que crezca.
Naranjo también advierte de que no se debe intentar tapar la mancha de moho con pintura. “Eso no hará que desaparezca y el moho seguirá soltando esporas”. Con esta técnica, el problema continúa ahí, oculto, pero afectando todavía al ambiente.
La solución del experto
El experto en humedades y en calidad del aire destaca que la mejor opción es llamar “a un profesional que analice tu caso y te proponga una solución definitiva”. La presencia de estos hongos revela un desequilibrio en el hogar: exceso de humedad, falta de ventilación o deficiencias estructurales; así, la clave se encuentra en entender por qué ha aparecido y atacarlo desde su raíz.
Mientras se espera una solución técnica, Naranjo recomienda una medida sencilla pero eficaz: “Ventilar de forma cruzada al menos quince minutos al día”. Este gesto ayuda a equilibrar la humedad ambiental y a renovar el aire interior, lo que evita la condensación y previene problemas estructurales.
