¿Un error humano? Después de varias refacciones durante el fin de semana, alguien pudo haber dejado las vías en condiciones inapropiadas. O, ya en el momento del sinestro, un señalero, tomado la decisión equivocada. ¿Una falla eléctrica? Un desperfecto puede haber alterado el ADV, el sistema que los vagones tienen para cambios de riel, y eso habría provocado el descarrilamiento en la formación de la línea Sarmiento. Son las dos hipótesis que consigna un informe preliminar de Trenes Argentinos y la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) y que servirán de aporte en la investigación del juzgado de Julián Ercolini para el segundo accidente ferroviario con suerte que tuvo el gobierno de Javier Milei: tampoco hubo esta vez víctimas graves.
La primera opción, la del descuido humano, cobró fuerza ni bien ocurrió el desvío, a las 15:45, cuando se produjo el descalce en el cambio de vía 54, después de que el tren salió de la estación Liniers en dirección a Once. Es una posibilidad porque justamente durante el último fin de semana empleados de Herso, la constructora del grupo Emepa, de Gabriel Romero, estuvieron trabajando en el refuerzo de las vías. “Es lo primero que van a decir los gremios”, anticipan en el Gobierno. La sospecha fue, con todo, perdiendo sentido en la medida en que llegaban las primeras constataciones técnicas: las obras se habrían hecho en las vías contrarias, no en las que iban a Once.
La segunda posibilidad es la de un problema de energía que puede haber activado el cambio de vía cuando el último de los siete vagones todavía no había terminado de pasar. Era, hasta la noche del martes, pocas horas después del descarrilamiento, lo que los técnicos ferroviarios veían como más probable.
El sistema ferroviario está integrado por la vía, la máquina de cambio de riel, las señales, los circuitos de señales y la cabina de señales. Una vez que se dispone el destino de un tren, el cambio se dispone en esa dirección y la formación avanza con el enclavamiento de vía que corresponde a esa ruta. Cuando ese enclavamiento falla, por motivos que pueden ser mecánicos, eléctricos o de otro tipo, hay una última alternativa: el señalero de cabina puede modificar de urgencia la ruta. Algo de todo no funcionó.
Habrá que esperar unas horas para el resultado definitivo. Este fue el segundo aviso para el Gobierno. El primero había sido el 10 de mayo del año pasado, cuando un tren de pasajeros de la línea San Martín impactó por detrás a una formación interna sin pasajeros metros antes de la estación Palermo, en la Capital Federal, y dejó 90 heridos, ninguno de ellos de gravedad.
Esta vez, a diferencia de aquella, la formación iba a una velocidad mínima: 47 km/h para un tramo en que lo máximo es 60 Km/h. Bienvenida lentitud de un sistema al que se le han hecho en los últimos meses algunas mejoras, pero en el que convive el material viejo con el nuevo y que viene desinvertido desde hace varios años, incluso desde la declaración de la emergencia ferroviaria que, después del accidente de 2024, el Poder Ejecutivo declaró mediante un decreto. Esa declaración dispuso un aporte de 1,3 billones de pesos para toda la red nacional, de los cuales 350.000 millones debían llegar el año pasado y no están. Lo concreto es que, hasta ahora, y como consecuencia de la restricción presupuestaria, sólo se cumplió con los gastos corrientes necesarios mensuales para el funcionamiento, no con el stock de la emergencia.
La última noticia al respecto que recibieron las autoridades fue que una partida importante estaría lista este mes. Pero esperaron bastante. Tanto, que dicen que Gabriel Boschín, presidente de Trenes Argentinos Operaciones (Sofse), llegó a plantear que dieran de baja la emergencia si no se cumplía con el monto prometido porque cualquier accidente lo expondría penalmente a él. Es probable que el descarrilamiento del Sarmiento haya acelerado, valgan el verbo y la ironía a estas velocidades, alguna decisión de fondo para el futuro.
