El poderoso arsenal de la policía para una incursión relámpago en el bastión del Comando Vermelho

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RÍO DE JANEIRO (enviado especial).- El rugido del caveirão [calavera grande] fue uno de los protagonistas principales el martes en el Operativo Contención que el gobierno estatal desarrolló en los complejos da Penha y Alemao. Se trata de un vehículo blindado pesado, diseñado para entrar donde nadie más puede y con una cubierta de acero a la que los disparos de fusiles no le hacen mella.

El caveirão fue el corazón de la incursión. Los 32 vehículos blindados terrestres que irrumpieron en las calles estrechas de la zona norte de Río aún se exhiben con orgullo este fin de semana en las puertas de las brigadas de la Policía Militar de Río de Janeiro o en las autopistas cercanas al lugar donde ocurrió el enfrentamiento que dejó una cifra récord de muertos.

Policías se llevan detenidos a decenas de sospechosos tras el operativo en Penha

Su función no se limitó al transporte seguro de hasta 12 efectivos: fueron la punta de lanza para abrir paso en territorios dominados por barricadas y francotiradores. Cada blindado, diseñado para resistir impactos de fusiles de asalto, avanzó escoltado por unidades de demolición que derribaron obstáculos improvisados por el grupo criminal que había sido alertado cuatro horas antes del megaoperativo: muros, autos incendiados y estructuras que bloqueaban el acceso a las áreas más densas.

La escena, registrada por drones y cámaras oficiales, mostró una coreografía militar en un espacio urbano donde la vida cotidiana quedó suspendida y que busca retomar su normalidad. No así la tranquilidad porque el temor y el silencio son la moneda corriente en estas zonas del norte de Río.

El despliegue aéreo incluyó dos helicópteros que sobrevolaron la zona durante las 14 horas que duró la operación. Su rol fue doble: vigilancia y apoyo táctico. Desde el aire, las tripulaciones transmitieron imágenes en tiempo real a los centros de comando, lo que permitió anticipar movimientos y detectar puntos de resistencia.

Una barricada improvisada con un coche y columnas de hierro en las calles de Penha

Junto a ellos, drones equipados con cámaras térmicas recorrieron los techos y callejones, identificando desplazamientos en zonas donde el acceso terrestre era imposible.

Este componente tecnológico no solo amplió la capacidad de control, sino que redujo el margen de sorpresa que históricamente favoreció al Comando Vermelho en enfrentamientos con fuerzas estatales que ingresaban a un terreno del que se adueñaron y en el que crecieron con más fuerza en el último lustro a raíz de la prohibición que regía contra la policía para hacer operativos.

La incursión movilizó 2500 efectivos entre policías civiles y militares. La columna vertebral estuvo integrada por la Policía Militar de Río de Janeiro, reforzada por la Policía Civil y dos unidades tácticas emblemáticas: el BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales) y el CORE (Coordinadora de Recursos Especiales).

El BOPE, reconocido por su entrenamiento en combate urbano, lideró las incursiones en las áreas de mayor riesgo, mientras que el CORE se concentró en inteligencia y asaltos puntuales.

Policías que participan en la Operación Contención salen del Complejo de Penha

Cada grupo operó bajo protocolos diseñados para minimizar bajas propias en un escenario donde el enemigo disponía de fusiles automáticos, granadas y una red de vigilancia informal que alertó sobre cualquier movimiento estatal.

En paralelo y como quedó registrado en algunas imágenes del operativo, el uso de indumentaria táctica y accesorios de nivel militar por parte del narcotráfico se volvió frecuente en Río de Janeiro. Balaclavas, uniformes camuflados, botas tácticas, chalecos antibalas y bandoleras, artículos que tradicionalmente se asocian a fuerzas armadas y unidades policiales, son ahora parte del equipamiento de las facciones criminales.

Estos elementos, disponibles legalmente en internet para deportes como airsoft o paintball, pasaron a ser empleados por los grupos para obtener ventaja en la defensa de su territorio frente a incursiones policiales.

Según especialistas en seguridad, citados por O Globo, algunos de estos equipos alcanzan estándares superiores a los utilizados por las fuerzas policiales, aunque la diferencia decisiva sigue siendo el entrenamiento.

Agentes de la policía militar patrullan durante la Operación Contención en el Complejo de Penha

Mientras las facciones buscan camuflaje y resistencia en zonas de monte, las unidades oficiales conservan ventaja por su preparación táctica y técnica. “La técnica, sin dudas, es mucho más importante que el equipamiento”, señalaron los analistas, que advirtieron sobre la creciente profesionalización de las bandas narcos a las que ya consideran parte del crimen organizado.

El despliegue oficial del gobierno comandado por Claudio Castro, respondió a una amenaza concreta: la expansión del Comando Vermelho que ya mantiene control territorial en varias de las 800 favelas que tiene el estado y opera con una estructura que combina armamento pesado, logística y financiamiento proveniente del narcotráfico.

Sus barricadas, francotiradores y puntos de observación son parte de una estrategia defensiva que busca prolongar el enfrentamiento y desgastar a las fuerzas estatales.

Aunque la incursión logró desmantelar posiciones clave, la organización criminal conserva recursos para reorganizarse, tal como lo mostró el viernes en la organización de una masiva protesta en el medio de la favela de Penha.

Una camioneta de la policía y un blindado toman posiciones durante la Operación Contención

Esa tensión plantea interrogantes sobre la eficacia de las operaciones de choque frente a un grupo que se adapta con rapidez y cuenta con redes de apoyo en la periferia urbana. Este entramado fue el que le permitió escapar a Edgar Alves de Andrade, alias Doca, uno de los principales líderes del Comando Vermelho aún en libertad.

A cinco días del operativo, las cifras oficiales confirman la magnitud del despliegue, pero no despejan las dudas sobre su impacto real. Hubo más de 110 detenidos y decomisos de armas, aunque las autoridades no detallaron cuántos líderes del Comando Vermelho fueron capturados, solo dieron a conocer el listado de los abatidos.

Tampoco está claro si la incursión logró reducir la capacidad operativa del grupo o si se trató de una acción de contención temporal y que puede derivar en una represalia por parte del grupo narco al que Castro busca incluir en la lista de grupos terroristas.

A través de su cuenta de X, el mandatario volvió a insistir en ese punto: “El debate de esta semana va mucho más allá de la seguridad pública en Río de Janeiro. Nos enfrentamos a un problema internacional. La Argentina y Paraguay ya han clasificado al Comando Vermelho como grupo terrorista. Y no es casualidad”.

“El mundo entero ve a CV como una organización narcoterrorista que utiliza la violencia, el miedo y la dominación territorial para imponer su poder. La dominación de las comunidades constituye una afrenta directa a la democracia y al estado de derecho. Ningún cuerpo policial del mundo se enfrenta solo a los terroristas”, sumó en su planteo y cerró: “Es hora de que Brasil afronte la realidad y declare a CV grupo terrorista. Si bien algunos insisten en tratarlos como víctimas de la sociedad, nosotros seguiremos llamándolos por su nombre legítimo: narcoterroristas”.

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