
El Ejército de Israel ha anunciado este domingo que ha matado al jefe de logística de las fuerzas de élite del partido-milicia chií Hezbolá en un ataque lanzado en el sur de Líbano, sin que la organización haya confirmado su fallecimiento hasta ahora.
En un mensaje publicado en su cuenta de la red social X, el Ejército israelí asegura que el ataque ha dejado un total de cuatro muertos, entre ellos el responsable del aparato logístico de la Fuerza Radwan, que no identifica por nombre.
Las tropas israelíes han apuntado en el mismo mensaje que esta persona habría trabajado activamente para «reconstruir las infraestructuras terroristas» de Hezbolá en el sur de Líbano, desde donde estaría asimismo «promoviendo la transferencia de armas».
A ojos del Ejército israelí, la actividad de las cuatro personas «eliminadas» constituía «una amenaza para el Estado de Israel», así como «una violación del entendimiento mutuo entre Israel y Líbano». A este respecto, han añadido, «las Fuerzas de Defensa de Israel continuarán actuando para eliminar cualquier amenaza» contra el país.
A pesar del alto el fuego en vigor entre Hezbolá e Israel desde hace un año, Israel sigue atacando el sur de Líbano tras denunciar la presencia de integrantes de las milicias del partido chií libanés, en violación del cese de hostilidades pactado en noviembre de 2024.
El Ministerio de Salud libanés se ha limitado a confirmar la muerte de cuatro personas en lo que ha descrito como un ataque israelí con aviones no tripulados en la localidad de Doha Kefarsim del distrito de Nabatiye, en el sur de Líbano. El sábado por la tarde, Israel anunció la muerte de otro integrante de la Fuerza Radwan en un ataque en las inmediaciones. Hezbolá no se ha pronunciado de momento sobre ninguno de los dos incidentes.
Estos nuevos ataques tienen lugar dos días después de que el presidente libanés, Joseph Aoun, ordenara a su Ejército «hacer frente a cualquier incursión israelí», después de que un funcionario muriera a manos de las FDI durante una operación en la ciudad de Blida, un suceso tildado por el primer ministro libanés, Nawaf Salam, como un «ataque flagrante a las instituciones y la soberanía» del país.