Juan Manuel Cerúndolo y un presente alentador, tras la angustia de las lesiones y el cambio de estrategia

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“Fue una semana increíble, positiva. Llegar a la final, el nivel demostrado… me pone feliz y me ayuda a seguir, a confiar en mi nivel”. Lejos de mortificarse por no haber ganado el título en Gstaad, Juan Manuel Cerúndolo celebró y resumió su sentimiento con ese puñado de palabras. El argentino, que perdió 6-4, 4-6 y 6-3 en la definición del ATP suizo ante el kazajo Alexander Bublik, por lo pronto, está hablando sólo sobre tenis y competencia, conceptos que hasta no hace mucho tiempo se combinaban con incómodos apuntes vinculados a su endeble estado físico. Un sobrehueso en la cadera, un bloqueo en la zona, el músculo psoas maltrecho… diagnósticos que lo obligaron a interrumpir giras y no le permitieron actuar con libertad durante un largo período.

La satisfacción pese a la derrota: Cerúndolo en la premiación de Gstaad, con el ganador, el kazajo Alexander Bublik

La situación, preocupante, llenó de angustia a los Cerúndolo, una familia que late por el deporte. Despertó, por ejemplo, que, en febrero pasado, durante el ATP de Buenos Aires, Francisco, el mayor de los hermanos, se refiriera con cierta crudeza a Juanma: “Se le hizo cuesta arriba el hecho de jugar poco, tener poco ritmo, cualquier dolor le molestaba (…) Se lesionó mucho. Recibió críticas de su tenis, de la manera en la que jugaba, capaz que a él eso lo golpeó, hizo cambios y no era la manera de jugar. Al fin y al cabo, es todo un proceso: si tenés un esquema de juego y tenés que cambiarlo, lleva tiempo, no lo vas a cambiar de un día para el otro y creo que a él lo que le pasó es un poco eso. Se metió muy rápido, quizás físicamente no estaba a la altura de ese momento, entonces tuvo que ponerse… vinieron las lesiones y hoy creo que ya está más armado, sólo tiene que ganar más partidos, creérsela un poco más y creer en ese nuevo tenis que está usando”.

En 2021, con el mundo saliendo de la pandemia, Juanma Cerúndolo irrumpió en el circuito grande del tenis y ganó el ATP de Córdoba

De 23 años, Juan Manuel buscó curarse y, luego, empezó a utilizar una porción de la misma paciencia que exhibe dentro del court para buscar nuevas opciones estratégicas, aunque muchas veces la ansiedad complicara ese proceso de maduración y adaptación. Destacado en el tenis desde chico, campeón del Orange Bowl en Sub 12 en 2013 y top 10 mundial en juniors en 2018, debió replantearse conceptos tácticos y técnicos en la elite del circuito, corriéndose un poco de su estilo de juego clásico para la superficie de polvo de ladrillo.

En esa misma búsqueda, como dijo Francisco, escuchó críticas maliciosas. Sin perder su ADN, siguió adelante, incorporando agresividad, intentando perfeccionar su servicio, sumando variantes para la superficie dura. La irrupción en el circuito fue inesperada y explosiva: es más, ganó antes un trofeo ATP (en febrero de 2021, en Córdoba) que un Challenger, la segunda división del profesionalismo (en mayo de esa misma temporada, en Roma). Logró valiosos registros, siendo, con 19 años y cinco meses, el tercer argentino más joven en ganar un Challenger, después de Juan Martín del Potro y Federico Delbonis.

Juanma Cerúndolo logró un destacado rendimiento en Gstaad, jugando su segunda final de ATP y creciendo en la confianza (y el ranking)

Pero, al subir tantos escalones tan pronto y acelerar en caminos desconocidos hasta entonces, se encontró frente a nuevos desafíos y muy espinosos, en el aspecto físico, tenístico (empezaron a estudiarlo más) y emocional. “No estaba preparado físicamente ni entrenado como estoy hoy, es la verdad, entonces en ese momento me costó. Y tenísticamente tenía que mejorar mucho. Fue como una combinación: entre que el físico no ayudó y faltaba un poquito de tenis, se hizo una rueda de problemas. Era todo el día solucionando, solucionando… y no fue fácil”, le reconoció Juanma a LA NACION, en febrero pasado.

Ese juego “más antiguo”, como lo calificó él mismo, lo empujó -junto con su entrenador Sebastián Prieto- a buscar herramientas para adaptarse al presente, como sacar más fuerte, subir a la red, lanzar tiros con slice, tener variantes. “Hacer cosas más agresivas que quizás antes no tenía”, apuntó Cerúndolo. En Gstaad, si bien las condiciones geográficas (1050 metros de altitud) ayudan a que la pelota viaje con mayor velocidad, el zurdo que alcanzó su mejor posición ATP en enero de 2022 (79°) ostentó valiosos números ajustando el saque; llegó a la final ante Bublik con 20 aces, un 67% de primeros servicios, ganando el 70% de puntos con el primer saque y teniendo un 80% de games obtenidos con su saque. Ello, sumado a su inteligencia para leer el juego, fueron un combo positivo.

Cerúndolo en Gstaad:

El polvo de ladrillo, lógicamente, sigue siendo la superficie en la que puede obtener más beneficios. Después de una semana sumamente productiva en Gstaad (volvió a una final de ATP luego de cuatro años, venció a un rival súper top como Casper Ruud en los cuartos de final, por primera vez desde 2023 retornará al top 100 desde este lunes), el desafío de Juanma es trasladar muchos de esos matices positivos a la superficie dura. Las clasificaciones de los Masters 1000 de Canadá (en Toronto) y Cincinnati serán sus próximos exámenes, donde intentará seguir elevando la vara, en un escenario más espinoso. Por lo pronto, lo hará animado, mejor armado, más cimentado, sin desatender el físico, pero pudiendo competir sin ataduras ni traumas.

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