Stefano Di Carlo, de la pileta del club al sillón de presidente: un viaje circular de la mano del abuelo Titi

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Stefano Di Carlo transita un momento culminante de su vida: acaba de ganar las elecciones que lo transformarán en presidente de River con apenas 36 años, luego de haber obtenido 15.960 votos, la marca más alta de la historia de la institución. Así, será el primer mandatario más joven de la historia moderna de la institución: solo Leopoldo Bard (socio fundador) y Antonio Vespucio Liberti ocuparon ese cargo siendo más jóvenes, en épocas en blanco y negro.

Nacido el 13 de mayo de 1989 en San Martín -provincia de Buenos Aires-, socio número 11.132, tal como indica el padrón compuesto por más de 87.000 personas, asumirá como nuevo titular del club el lunes a las 18 en el Salón de Honor, fiel a la costumbre para el vencedor de los comicios. En medio de una profunda crisis futbolística, apenas unas horas después de recibir a Gimnasia y Esgrima La Plata y en el inicio de la semana que desembocará en la visita a Boca, sucederá en el cargo a Jorge Brito, máximo responsable político de la institución desde el 14 de diciembre de 2021.

Formado íntegramente en el semillero político del club, debido a que fue militante desde joven y hasta ejerció la presidencia del área de prensa a partir de enero de 2014, cuando no estaba habilitado para ocupar un cargo en la Comisión Directiva porque por pocos meses no había cumplido los 25 años de edad, pese a que el deseo de Rodolfo D’Onofrio era tenerlo sentado en la mesa ejecutiva, Di Carlo fue el candidato definido por el consenso en el oficialismo. Esa decisión llegó luego de una puja interna que demandó alrededor de dos años en los que lentamente se generaron alianzas estratégicas que inevitablemente concluyeron con heridos políticos en el cierre de listas; el principal fue Matías Patanian, que deja ahora la vicepresidencia sin haber podido subir al escalón siguiente. Finalmente, una vez consolidada su postulación, Di Carlo recibió el respaldo total para encabezar la lista número 2, ganadora con holgura en los comicios de este sábado en el estadio Monumental.

Stefano Di Carlo ganó las elecciones y es el nuevo presidente de River

Licenciado en Administración y también Gestión de Políticas Públicas, títulos que obtuvo en la UBA y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, respectivamente, Stefano, como lo llaman en la vida política de la institución, hoy desarrolla su actividad laboral como accionista del Grupo IDIX, compuesto por cuatro compañías. Es socio de River desde 2002, cuando fue inscripto por su abuelo materno, “Titi” Di Carlo, presidente de River durante 1989 como sustituto del renunciante Hugo Santilli.

Tenía apenas siete años de edad cuando acompañaba a su abuelo en el recorrido por distintos sectores del club. No se trata de un detalle menor, teniendo en cuenta que esa experiencia le permitió conocer el funcionamiento de las estructuras y la dinámica cotidiana. Además, como alumno becado, Di Carlo estudió el nivel secundario de perito mercantil en el Instituto River, donde egresó en 2006. Para esa época era habitual su presencia en la pileta durante el verano junto a sus amigos de la adolescencia. Previamente, cursó la primaria en la escuela pública número 30 Granaderos de San Martín, ubicada en avenida del Libertador y Gorostiaga, es decir en el límite entre los barrios porteños de Belgrano y Palermo.

El interés de Di Carlo por la política surgió en plena adolescencia. No se trató de la pasión por esa ciencia, sino de su anhelo por ayudar a solucionar las problemáticas. Ese impulso lo llevó a involucrarse mediante ideas y debates tanto en los foros de los sitios web como luego en las redes sociales y en las charlas habituales de la confitería emplazada en pleno corazón del club. Así empezó a construir un arduo camino hacia la presidencia de River, entre tazas de café, discusiones, propuestas y la visión acertada para escalar gradualmente en la siempre compleja arena político de una entidad compuesta por 40 agrupaciones, entre ellas “La Progresista”, a la que pertenece.

Stefano Di Carlo saluda a las autoridades de mesa, luego de votar

Cuando la gestión de Daniel Passarella evidenciaba un sinfín de falencias, Di Carlo se acercó a D’Onofrio, segundo en las elecciones de 2009 por apenas seis votos de diferencia y con el agregado de que una igualdad le hubiera dado el triunfo al tener mayor antigüedad como socio. A partir de ahí, el joven comenzó a crecer lentamente en el espacio que ganó las elecciones de 2013. Y tuvo una elección personal. ¿Cuál fue? “Para simplificar y darme a conocer públicamente elegí llevar el apellido materno, Di Carlo, el de mi abuelo, que fue quien me crio y por quien me conocían desde chico en River. Estaba tan impuesto ese apellido y tenía tanto anclaje en River, que en el momento de simplificar me apoyé en ser Di Carlo. Eso no significa invisibilizar el apellido de mi padre, de quien estoy orgulloso. La cuestión de mi padre es pública: estuvo vinculado al caso Cóppola y fueron públicos sus problemas de adicciones a las drogas. Temas muy duros, pero nada de eso invalida el reconocimiento hacia mi padre, con quien almuerzo todos los viernes en River”, le explicó a LA NACION en una entrevista concedida en junio.

Entonces adolescente, vio morir a su abuelo en el Monumental: “Mi vida dependía íntegramente de él, en todo sentido. Fallece en un partido de la Copa Libertadores 2005, contra Banfield. En la ida habíamos empatado 1-1, con un gol de Gallardo. En la vuelta en el Monumental ganábamos 3-2, estaba en el palco de autoridades con mi abuelo, parados, porque no quería ver el partido sentado. En la última jugada casi empata Banfield con un remate que dio en la parte exterior de la red. Pareció gol y como había gol de visitante se clasificaba Banfield. Pita el árbitro, parecía que era gol y final. En ese momento mi abuelo no termina de decirme “Stefano”, se cae, paro cardíaco, lo reaniman y lo llevaron al sanatorio, donde tuvo otro paro y fallece», relató en la misma entrevista.

Si bien no pudo ser uno de los miembros de la flamante Comisión Directiva, Di Carlo comprendió que el departamento de prensa era un excelente sitio estratégico para generar lazos y acumular poder al relacionarse directamente con los medios de comunicación. Durante el primer mandato de D’Onofrio, ganador de los comicios de diciembre de 2013 con el 56% de los votos (obtuvo 10.428), condujo esa área siempre relevante y en el segundo periodo asumió como vocal titular. Sin embargo, en septiembre de 2018, el fallecimiento de Guillermo Cascio, un hombre indispensable en el día a día, dejó vacante el cargo de vicepresidente segundo. Di Carlo fue designado para cumplir ese rol. Eficaz en la función, pero consciente de que existía un cargo de mayor importancia, logró transformarse en el secretario general del club a partir de diciembre de 2021, cuando asumió Brito, vice en los ocho años de D’Onofrio, al imponerse con 14.020 sufragios, el 70% de los 19.833 emitidos.

La última contratación de la gestión Brito: Maxi Salas. Di Carlo y Gallardo, también en la imagen, tiene un tema urgente a resolver: el futuro inmediato

Aunque públicamente la figura de una vicepresidencia implica reconocimiento, el secretario de River tiene un poder mayor puertas adentro. No sólo porque con su firma avala cada decisión del presidente, sino también porque su despacho está comunicado de forma directa con el del presidente. En ese lugar clave, ubicado en el primer piso del Monumental, con vista al playón y a las canchas de handball y tenis, Di Carlo administró con rigurosidad diversas áreas. Su WhatsApp no descansa nunca. Tiene más de 100 conversaciones abiertas entre las frecuentes y las pendientes de respuesta: desde los integrantes de la CD hasta vínculos políticos, pasando por el poder mediático y hombres de su círculo máximo de confianza. Es padre de Lucio, nacido el pasado 21 de agosto, y Emilia, de 7 años.

De perfil bajo, aunque este año optó por conceder diferentes entrevistas y brindar charlas en el ámbito político de River entre los socios, Di Carlo empezó a multiplicar su presencia en las calles de Buenos Aires y el conurbano gracias a los afiches en los que aparece acompañado de D’Onofrio y Brito, el oficialismo que domina River desde hace 12 años. Su fórmula tiene como novedad que a partir del periodo 2025-29 se incorpora la figura del vicepresidente tercero. Además de ese rol, a cargo de Mariano Taratuty, el dirigente responsable de supervisar las obras en el estadio y las instalaciones del club, están Andrés Ballotta, tesorero próximo a ser vice primero, e Ignacio Villarroel, que permanecerá como vice segundo. En el plano personal, el flamante presidente eligió al periodista Iván Schargrodsky como su ladero en materia de comunicación. Será una pata central en su mesa chica de gestión.

Di Carlo en el Monumental, durante la campaña que lo llevóa la presidencia

Impulsor de River ID, el sistema que facilitó el proceso para que cualquier hincha pueda hacerse socio de River en menos de diez minutos y sin moverse de su hogar, Di Carlo se convirtió el vigesimocuarto presidente en la historia del club. No tendrá la posibilidad de ser reelecto porque así lo establece el estatuto firmado (¿hará algo para volver atrás?), pero apunta a profundizar el trabajo iniciado hace ya casi doce años, cuando empezó a formar parte de la primera gestión de D’Onofrio. “Tenemos un principio rector, que es estar cerca de la gente, cerca del socio, tener muy claro que este nuevo River y esta nueva escala de River nos exige nuevas demandas y nos plantea nuevos desafíos”, anticipó el pasado 25 de agosto, al lanzar su candidatura en un hotel de la zona de Retiro. Allí, a grandes rasgos, reveló los ejes de su propuesta: “Tres pilares fundamentales que vamos a desarrollar, que van a tener que ver con el proyecto de fútbol en su integralidad, la cuestión de la infraestructura, de la que posiblemente en algún momento nos encontremos junto con Rodolfo y Jorge, que han fundado esto. También el desarrollo de la marca global, que es otro de los tres grandes desafíos”.

Conocedor en detalle de cómo se desarrollan casi todas las áreas de River, Di Carlo sabe que el fútbol es el motor del club. Mientras piensa en el techado del Monumental con vistas a darle mayor comodidad a los hinchas y posicionar al estadio como una excelente sede para la selección argentina en la Copa del Mundo 2030, es consciente de que la asunción llegará antes del superclásico en la Bombonera, un escenario donde Marcelo Gallardo, con quien tiene una excelente relación, puede reacomodar el panorama actual o quedar en una situación más compleja que la actual.

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