¿Qué tienen en común un dólar, una taza de café, una barrita de chocolate, la vitamina C, un huevo y una aspirina? La confusión que generan en la mente y los efectos no deseados sobre la salud.
Listo. Lo dije. Años me la pasé tratando de ver en qué momento abrir mi corazón respecto de cuestiones que nos alteran la vida como argentinos y ni qué decir como periodistas.
Voy por parte porque, si no, no se entiende y no es cuestión de malograr esta tremenda oportunidad que se me acaba de presentar de la mano del ministro Luis Caputo.
“El dólar flota. Si te parece que está baratísimo, comprá; no te lo pierdas, campeón”, dijo el Caputo ministerial en julio pasado, antes de que superara los 1500 pesos y muchos campeones sentimos que habíamos hecho un gran negocio. Hasta que bajó y después volvió a subir. ¿Dónde quedó la ganancia? Es cuestión de expertos y de los que invierten mucho. No de los champions que puchereamos con el verde.
¿Qué dice ahora Caputo el grande? Que “si el dólar sube al techo, no va a pasar de ahí”, por lo que nos manda a “dormir tranquilos”. Y aquí viene la comparación con ciertos alimentos y medicamentos. Ya no se puede descansar en paz.
Le cuento, querido lector. Allá por los 90, se decía que la vitamina C era buenísima. Ya sea en grajea o en polvo, andábamos todos anaranjados tomando suplementos porque, de esa forma, no nos íbamos a resfriar, la piel se nos pondría tersa y luminosa y no sé cuántas cosas más recomendaban expertos sobre los que era difícil desconfiar porque estaban forrados en pergaminos.
¿Qué pasó tiempo después? Ojo con la vitamina C. “Me caigo y me levanto”, dijo la entonces editora de la sección Información General en medio de una reunión para definir la tapa del diario del día siguiente. Ella era una de las consumidoras habituales, basada en estudios científicos previos que decían exactamente lo contrario.
Pasó lo mismo con la copa de vino –especialmente tinto- durante las comidas, recomendada por el entrañable René Favaloro. (Gracias doctor por todos esos años de tan rica medicina). Pero un día llegó la contraorden. Estudios “recientes” –recientes de hace un tiempito; puede ser que mañana haya otros más nuevos que los contradigan- sugieren que los polifenoles del vino están sobreestimados y sus beneficios, mal altribuidos. Desde ya que siguen vigentes y con total y necesaria validez las recomendaciones de no beber siendo menor y “si manejás no tomés”, pero ¿por qué agarrárselas con la copa diaria que tan bien allanaba el camino al sueñito?
Bien. Pasemos a la aspirina. Botiquines enteros rebozando de la grajea blanca, amarga como ella sola, pero tan beneficiosa a la hora de prevenir resfríos, atacarlos, bajar la fiebre o proteger el corazón, salvo que se tenga una úlcera y, entonces sí, incendio estomacal garantizado.
¿Qué dicen nuevos descubrimientos? Que ya no es recomendable tomar una aspirina diaria entre adultos mayores, salvo que sean sobrevivientes a ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares. ¿Pero si se trataba de prevenir esos episodios? Si el dólar confunde, la aspirina más.
Y cerramos con tres alimentos tan celebrados como defenestrados. Uno de ellos es chocolate: que es beneficioso consumirlo, que no, que qué se yo. Dicen los que saben que el chocolate es bueno o malo dependiendo de la cantidad de cacao que contiene y de qué otros ingredientes lo componen. Es decir, antes de consumirlo, a leer la etiqueta si es que llega a comprenderla. No sé qué opina usted, querido lector, pero un supermercado se está pareciendo cada vez más a una biblioteca popular.
Injusta ha sido la vida con el huevo. Pasó de estar prohibido porque aumentaba el colesterol y, con ello, el riesgo cardiovascular, a ser recomendado porque proporciona proteína de alta calidad, junto con hierro, vitaminas, minerales y nutrientes. ¿Ángel o demonio? se cuestionan las gallinas.
Y finalmente, dejamos la mejor noticia para el final. Ahora dicen que el café es bueno para la salud, además de gran compañero de mañanas de insomnio y noches de trabajo. Contrariamente a lo que se pensaba, una investigación indica que una taza de café por día reduce las arritmias cardíacas. Al menos, hasta el próximo informe.
Este sinceramiento confusional, querido lector, que no lo haga tomar decisiones por su cuenta. Cualquier cosa, consulte a su médico o farmacéutico. Por suerte, eso no cambió.
