¿Veranito preelectoral? Ojalá no tenga que ocurrir

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El Congreso Nacional sanciona leyes que imposibilitan el mantenimiento del equilibrio fiscal, el presidente de la Nación las veta, el Poder Legislativo insiste con 2/3 de los votos, Javier Gerardo Milei no tiene más remedio que implementarlas, lo cual genera un aumento de la demanda agregada justo antes de las elecciones nacionales del 26 de octubre próximo, y reactiva la economía. ¿Resultado del “veranito”? El oficialismo gana por goleada, luego de lo cual la Argentina vuelve al equilibrio fiscal, pero con mayor cantidad de legisladores alineados con el Poder Ejecutivo Nacional”. Este razonamiento tiene un problema: sobreestima de manera significativa la flexibilidad instrumental que tiene la política económica práctica.

Al respecto, conversé con el argentino Juan Bautista Alberdi (1810 – 1884), cuyo padre, vasco, tenía una tienda, “donde Juan Bautista aprendió la verdadera ciencia económica, el valor del ahorro y la realidad de los precios. Sus grandes maestros fueron la vida de trabajo, el tráfico de las carretas, las sangrientas batallas parroquiales entre sus parientes, la pobreza de los pueblos, los desiertos bárbaros y enigmáticos”, apunta Jorge M. Mayer. Estudió en el Colegio de Ciencias Morales de Buenos Aires. El general Justo José de Urquiza lo designó encargado de negocios ante Londres, París y Madrid. Falleció en Francia. Los argentinos lo recordamos, fundamentalmente, porque Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, publicado en 1851, es considerada la principal fuente de inspiración de la Constitución Nacional. Según Armando Paulino Ribas, junto con Bartolomé Mitre, Urquiza y Domingo Faustino Sarmiento, Alberdi fue uno de los cuatro compatriotas que produjeron el “milagro” argentino.

–Julio Hipólito Guillermo Olivera, en 1967, modeló su visión del ciclo económico.

–En sus palabras: “Alberdi adquirió un conocimiento especializado y desarrolló sus ideas más interesantes sobre las crisis económicas, a una altura de su vida en que su concepción general de los problemas sociales estaba ya formada enteramente. La teoría alberdiana de las crisis, inspirada en la de 1876, es notablemente moderna en muchos aspectos, y constituye una realización intelectual de primer orden. Se sintetiza en 10 proposiciones: la crisis es un empobrecimiento repentino de la sociedad; la causa de la contracción brusca denominada crisis se halla en el período de prosperidad artificial que la precede; la crisis produce efectos distintos según el carácter de la tendencia fundamental de largo plazo; el estado crónico de pobreza tiende a perpetuarse por sí mismo; la raíz de este círculo vicioso se halla en la estructura económica; el desequilibrio estructural más importante en las economías sudamericanas consiste en el exceso de trabajadores improductivos con respecto al número de trabajadores productivos; en el caso de Argentina, dicho desequilibrio es también de carácter territorial; el desequilibrio crónico no tiene soluciones de corto plazo; tampoco se puede salir por el ingreso de capital del exterior; la solución está en la inmigración. El círculo vicioso sólo puede romperse mediante la introducción de pueblos laboriosos y ahorradores, que traigan a la vez fuerza de trabajo y capacidad de formación de capital. El ahorro no es simplemente la abstención del consumo, sino que significa también la aplicación inteligente y activa de la riqueza acumulada”.

–¿Qué opina de la afirmación que inspiró esta conversación?

–El interés de los economistas por la evolución cíclica de la economía arranca a mediados del siglo XIX. En el plano fáctico se trató de explicar por qué la producción, la inversión mostraban recesiones y recuperaciones de manera recurrente; mientras que en el plano normativo, buscó no digo eliminar pero, al menos, morigerar las oscilaciones. Pero para la cuestión que a usted le interesa, hay que prestarle atención al denominado ciclo económico de raíz política. Cuando las políticas públicas, en vez de morigerar el ciclo económico, buscan crearlo o al menos amplificarlo.

–¿Y por qué harían eso?

–En la versión de Michal Kalecki, porque los gobiernos están al servicio de los empresarios, los cuales desean que la recuperación económica aborte, porque el aumento de la demanda de trabajo está encareciendo el costo laboral, a costa de los beneficios; mientras que en la versión de William Dawbney Norhaus y Cecil Duncan Mac Rae, porque en países cuyos votantes tienen mala memoria, la forma que tienen los gobiernos de turno de ganar las elecciones consiste en implementar los ajustes económicos inmediatamente después de vencer en las urnas, aflojando las restricciones poco antes de la próxima elección.

–Esto es, precisamente, lo que está claro en la afirmación que inspiró esta conversación.

–Afirmación atractiva cuando alguien habla con sus amigos, o cuando está lejos de las decisiones ejecutivas públicas, pero que ignora una cuestión fundamental: que en la práctica la política económica está muy lejos de la “sintonía fina” con la cual se soñaba en países como Estados Unidos en la década de 1960.

–¿Por qué dice eso?

–Porque de la mano del presidente John Fitzgerald Kennedy, los “keynesianos” llegaron al Consejo de Asesores Económicos, aumentaron la demanda agregada e impulsaron la reactivación económica durante la primera mitad de la referida década. Pero cuando, a propósito de los gastos que ocasionaba la guerra de Vietnam, recomendaron quitar el pie del acelerador, fueron ignorados y lo que ocurrió fue la crisis del precio del oro en 1968 y el abandono de los tipos de cambio fijos (en rigor, ajustables) a partir de 1971.

–¿Y en el caso argentino?

–Lo mismo. En 1992 usted, De Pablo, publicó una monografía donde, en vez de hablar del ciclo económico de raíz política, hablaba del ciclo político de raíz económica. Lamentablemente, el planteo siguió siendo relevante. Raúl Ricardo Alfonsín tuvo que adelantar el traspaso de la presidencia por la hiperinflación; Mauricio Macri tuvo que recurrir al Fondo Monetario Internacional, para que la deuda pública no fuera declarada en default; y no quiero pensar qué hubiera ocurrido en la Argentina si a fines de 2023 Alberto Ángel Fernández hubiera sido sucedido por Sergio Tomás Massa.

–¿No está siendo demasiado pesimista?

–Trato de ser realista. La historia enseña que quienes pretenden lograr lo imposible, careciendo de los medios o los métodos eficaces para conseguirlo, lo único que logran es empeorar las cosas. Por lo cual sugiero evitar las tentaciones derivadas de imaginar gobiernos sabelotodos, exclusivamente abnegados, que disponen de todo tipo de instrumentos para lograr fines loables.

–Don Juan Bautista, muchas gracias.

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