Roberto Morales
Madrid, 12 may (EFE).- El primer deseo de Carlo Ancelotti siempre fue cumplir el contrato firmado con el Real Madrid, renovado ante la primera intentona de la Confederación brasileña (CBF). La «luna de miel», como definió el italiano su inesperado regreso a la casa blanca, se cierra en el fin de un ciclo triunfal. Sentenciado por el cambio de poder con el Barcelona.
La inferioridad del Real Madrid en los cuatro clásicos que han marcado su temporada ha sido decisiva en el devenir de los acontecimientos. El crecimiento imparable del eterno enemigo madridista, con Hansi Flick al mando, ante el empequeñecimiento de un Real Madrid que no midió bien la dimensión del adiós de Toni Kroos y que estuvo lastrado por las lesiones, especialmente en defensa, que condicionan el final de ‘Carletto’.
Hombre de club hasta las últimas consecuencias. La mejor imagen del Real Madrid en 117 comparecencias ante la prensa en partidos oficiales. Todas salvo la de la previa de la final de la Copa del Rey, cuando el club blanco decidió no asistir como respuesta a la particular guerra con Federación y LaLiga por los arbitrajes.
Nunca levantó la voz para reclamar lo que no se le dio, cuando no se cumplieron sus peticiones de fichajes. Inventó un ‘9’ goleador con Karim Benzema sin Cristiano Ronaldo, ganó una nueva ‘Champions’ sin el francés y, con el refuerzo de Joselu Mato, dimensionó la imagen de Vinícius para hacer al brasileño merecedor de un Balón de Oro.
Ante la ausencia de atacantes, creo una posición para que Jude Bellingham firmase el mejor curso de su vida. Inventó una nueva demarcación para Aurélien Tchouaméni ante las graves lesiones de sus centrales una temporada, pero nada pudo hacer en la presente, ya sin piezas para completar su particular puzle y poder suplir las bajas de peso tantos meses de Dani Carvajal y Éder Militao.
La defensa para la que pidió refuerzos y se escapó Leny Yoro por su alto precio ha sido el talón de Aquiles en el epílogo de Ancelotti. Sumando la recaída de David Alaba, la operación de Antonio Rüdiger, las continuas lesiones de Ferland Mendy. Sin referentes defensivos ni fichajes o cesiones en el mercado invernal. Pese a su insistencia. Obligado a mirar a la cantera y encontrar a Raúl Asencio.
El mensaje de Carlo ha perdido fuerza en un vestuario del que se marcharon líderes. No solo Kroos, también Nacho Fernández. Un grupo de jugadores cuyo hambre de éxito mermó sin que el técnico italiano haya logrado el regreso en los días de grandeza. Su curso con mayor número de derrotas (14).
Un mal inicio liguero con inesperados empates en Mallorca y Las Palmas. La bofetada de realidad del primer clásico, un 0-4 en el Santiago Bernabéu. Una irregular primera fase en la Liga de Campeones con derrotas de desprestigio, ante Lille y Milan, o imagen de gran inferioridad en Anfield frente al Liverpool.
Esos síntomas no se corrigieron durante la temporada. Con dificultad para encajar al jugador más deseado, Kylian Mbappé, en el engranaje ofensivo. Empecinado Carlo en sostener un 4-3-3 como dibujo, sin lograr que Vinícius alcanzase su mejor nivel ni sacar de la irregularidad a Rodrygo. Intocable hasta los dos últimos partidos pese a sus largas fases sin gol.
Ese respeto a los galones, característica imprescindible de Ancelotti, que siempre lleva a su máxima esencia. «Para ser titular en el Real Madrid primero hay que saber chupar banquillo», llegó a afirmar cuando la mayoría le pedía un protagonismo mayor para jóvenes perlas como Arda Güler o Endrick.
La final de la Supercopa de España ya encendió las luces de alarma en las altas esferas del club blanco. Remontado con una facilidad alarmante por el Barcelona, golpeado con dureza en un 2-5 que cambiaba la dinámica. Hasta nueve tantos recibidos en dos clásicos sin presentar oposición. Enterraban en el olvido dos títulos menores de este curso, la Supercopa de Europa y la Copa Intercontinental.
El futuro de Ancelotti pasaría por el rendimiento de su equipo en la Liga de Campeones y LaLiga. Obligado a ganar al menos un título grande para cumplir su contrato. Llegaron momentos de esperanza para el madridismo cuando sintieron de nuevo el amor eterno a la Copa de Europa, muy superior al City de Pep Guardiola, eliminando con sufrimiento al Atlético de Madrid en una tanda de penaltis con polémica.
De golpe, en un abril negro, a ‘Carletto’ se le cayó su equipo. Tres derrotas y un empate en cuatro partidos. Superado por el Arsenal en el doble enfrentamiento, sin soluciones futbolísticas para alcanzar las semifinales de ‘Champions’. Una derrota dolorosa en el Bernabéu ante un Valencia renacido de sus cenizas que complicó LaLiga.
Dos clásicos trascendentales. La mejoría de imagen en la Copa del Rey, la remontada madridista en la final de La Cartuja se desplomó por dos errores de los que tanta gloria dieron. Primero Thibaut Courtois en los últimos compases, después Luka Modric en la prórroga. De la misma magnitud los cometió el Real Madrid en el clásico liguero, ya con las cartas marcadas, con el acuerdo cerrado con Brasil de Carlo y de Xabi Alonso con el Real Madrid.
El triplete de Kylian Mbappé fue insuficiente con una defensa de cristal, sin la presencia de ninguno de sus titulares en la zaga, todos lesionados. El 4-3 completó un 16-7 abrumador como balance de los cuatro clásicos. El partido que marca el momento de uno de los grandes. El clásico 20 de Ancelotti sin firmar nunca un empate que, en esta ocasión, no habría hecho más que extender la agonía.
Tras su partido 350 al frente del Real Madrid, este lunes se hizo oficial el nuevo reto del italiano, que no cumplirá su palabra de retirarse en el que consideraba mejor lugar para hacerlo. Celebrará 66 años nada más hacerse cargo de Brasil. El último desafío de un técnico de leyenda que cierra su historia como entrenador de clubes. El más laureado de la Liga de Campeones y de la historia del Real Madrid. EFE