Este martes, 3 de junio, se cumplen 30 años de la muerte de una de las voces más emblemáticas de la radio y la televisión en España: Joaquín Prat. Figura insustituible de la comunicación durante varias décadas, Prat dejó una huella imborrable en la pequeña pantalla y en su entorno personal, con una familia que 30 años después le sigue recordando con cariño.
Nacido en Xàtiva en 1927, Joaquín Prat desplegó su enorme carisma primero en la radio, en espacios como Carrusel Deportivo, para luego convertirse en una de las caras más queridas de la televisión. Su capacidad para conectar con la audiencia le acompañó durante todas sus etapas profesionales, consolidándose como uno de los presentadores más respetados de España.
Sus dos amores
Prat tuvo dos matrimonios. El primero, con Anne McKiernan, irlandesa y madre de sus dos hijas mayores, Anabelle y Susan. Sin embargo, el carácter profundamente religioso de ella y los crecientes compromisos profesionales de él acabaron haciendo mella en el matrimonio, que tomó caminos separados en 1984.
Tras la ruptura con Anne y un largo proceso de divorcio, llegó el gran amor de la vida de Prat: Marianne Sandberg, quien se convirtió en la madre de cuatro de sus hijos —Joaquín, Andrea, Alejandra y Federico Prat Sandberg— y en el principal apoyo del presentador hasta el final de sus días.
La pareja formó un tándem sólido tanto en la vida privada como en las apariciones públicas. Sandberg, de origen danés, ha sabido gestionar la discreción y la elegancia que siempre caracterizó al matrimonio, consolidando un núcleo familiar unido, pese a las dificultades a las que han hecho frente tras la muerte de Joaquín.
La prematura desaparición de Prat a los 66 años debido a un infarto de miocardio supuso un duro golpe para sus seres queridos. Marianne tomó las riendas familiares y se quedó en el chalet de la sierra madrileña donde vivieron y que se erigió como refugio del presentador en sus últimos años. Desde entonces, la viuda de Prat ha optado por mantener un perfil bajo, centrada en sus hijos y en preservar el legado de su marido. Han sido contadas las ocasiones en las que se ha dejado ver en actos públicos, siempre evitando el protagonismo y protegiendo la privacidad de la familia.
La vida de sus hijos
Mientras las dos hijas mayores de Joaquín Prat llevan una vida totalmente anónima y ajena a los medios, la situación de sus cuatro hijos menores es distinta, con tres de ellos dedicándose profesionalmente a la comunicación.
De los hijos de Prat con Marianne, Joaquín Prat Sandberg ha conseguido una proyección mediática similar a la de su padre. Actual presentador de televisión y rostro habitual de espacios como El programa de Ana Rosa o Vamos a ver, Joaquín ha declarado en varias ocasiones el profundo respeto y la admiración que siente por la figura paterna. No pierde oportunidad para recordarlo en su trabajo diario y destaca el peso de su apellido, asumido como un legado y al mismo tiempo como un reto personal.
Sus hermanas, Andrea y Alejandra, han seguido también los pasos de su padre. Andrea es periodista y ha trabajado como redactora y reportera en varios programas de televisión, llegando a coincidir con su hermano en Cuatro al día.
Por su parte, Alejandra ha vuelto a ponerse frente a las cámaras tras una etapa menos expuesta y actualmente colabora en Vamos a ver, donde trabaja a las órdenes de su hermano. “Es muy exigente, pero lo es porque también lo es consigo mismo. No puede evitarlo”, confesó a Lecturas el pasado mes de marzo.
El único de los hermanos Prat Sandberg que no se ha dedicado a la comunicación es Federico, quien vive en La Línea de la Concepción, Cádiz, alejado del foco mediático. En 2022, protagonizaba una incendiaria entrevista en la que cargaba contra sus hermanos, ante lo cual su familia desveló públicamente que Federico sufre un problema de adicción.
La decisión del hermano menor de instalarse en La Línea de la Concepción, en Cádiz, supuso un punto de inflexión. Su alejamiento, motivado en parte por la enfermedad, ha provocado dolor y preocupación entre sus hermanos, quienes en diversas ocasiones han abordado esta situación con honestidad y visibilidad pública.
El propio Joaquín Prat ha puesto palabras a ese sufrimiento en declaraciones públicas. “Cuando no se dejan ayudar, a veces la única solución es emprender un largo y tortuoso camino hacia la inhabilitación. Algunos ya tenemos experiencia en eso…”, reveló en una ocasión, visiblemente afectado por la lucha familiar ante una enfermedad que tiende a aislar a quienes la padecen y a generar impotencia entre quienes desean ayudar.
El testimonio de Andrea Prat, hermana de Federico, arroja luz sobre la compleja relación entre el afecto y la realidad de la adicción. “Mi hermano Federico es un ser maravilloso con un corazón de oro. Es y ha sido siempre querido en casa, educado, cariñoso, sensible y es, desgraciadamente, también un adicto. Escogió vivir en el sur y continuar con su adicción. Nuestra familia es una piña para lo bueno y para lo malo, y así va a seguir siendo”, aseguró Andrea, poniendo en valor la empatía y la lealtad familiar incluso en los momentos más difíciles.