Una charla con una mesa llena de libros, recuerdos e historias. Así fue el primer encuentro del auditorio de Ticmas en esta nueva edición de la fiesta internacional de los libros en la ciudad de Buenos Aires. Patricio Zunini, otro año más, dio la bienvenida al público que se dio cita en el stand del Hall Central del predio de La Rural.
“Esta es una nueva edición de la Feria del Libro y Ticmas está presente una vez más para hablar de educación, para hablar de alfabetización. Vamos a hablar también a lo largo de todas estas tres semanas de Educación Federal, vamos a tener un seminario de innovación educativa, hablaremos de STEM, de matemática, de ciencias y arrancamos el año”, celebró Zunini.
En el marco de una jornada de alfabetización, la mesa titulada “Palabras en juego: historias orales en la primera infancia” contó con la cálida presencia de dos apasionados lectores: Larisa Chausovsky, Coordinadora de proyectos de promoción de la lectura Fundación FILBA, y Mario Mendez, presidente de la Asociación de Literatura infantil y Juvenil de la Argentina.
Una diferencia para toda la vida
“En los inicios de mi historia lectora está mi abuela contándome cuentos una y otra vez el mismo cuento de Caperucita Roja. Y está la fortuna de tener, de vivir en una casa y en una familia donde había muchos libros y donde eso era algo muy importante y muy acogedor y muy parte de nuestra identidad también”, contó Larisa Chausovsky a los presentes al rememorar sus inicios como lectora. Una historia personal que la hace pensar en la lectura como un entretejido de experiencias que la cobijaron a lo largo de su infancia.
Por su parte, Mario Méndez destacó que si bien él no tuvo la fortuna de vivir en una casa con tantos libros, sí “tenía un padre y una madre con ganas, con aspiraciones de superarse y de que sus hijos también lo lograran. Con dos padres que no terminaron la primaria en la época en que la infancia todavía no había sido inventada y había que ir a trabajar de muy chiquitos. Mi mamá me leía y mi papá me contaba cuentos”. Y destacó lo interesante de pensar la lectura colectiva, como planteó Chausovsky, cuando muchas veces se lo toma como algo individual.
“Cuando nace un bebé, los recibimos con un baño de lenguaje”, reflexionó Chausovsky. Y planteó: “Les cantamos y transmitimos una cultura que alguien nos transmitió antes. Y esa primera literatura es oral. Esos cantos, las nanas, los arrullos, eso que alguien nos cantó y que nosotros vamos a cantar a un bebé que a lo mejor después se lo va a cantar a alguien más. Es la primera literatura y es el ingreso al mundo de la cultura y es fundamental que esté presente aún, aún antes de los libros”.
Y agregó: “Es una lectura también de gestos, de ritmos, de sonidos. La constitución psíquica emocional de los bebés empieza con ese baño de lenguaje, con esa bienvenida que damos”.
Por su parte, Mario Méndez que tiene la vocación docente atravesando su historia planteó que “es fundamental el lugar de la oralidad durante esos primeros años de vida”. Y subrayó: “Compartir el libro como un objeto y una mirada en común desde la primerísima infancia. Eso sí, cambia trayectorias escolares. Eso sí, cambia el modo en que los chicos y las chicas llegan a ese momento de alfabetización”.
Lectura contagiosa, la escuela y los docentes
“Me parece que si uno ejerce la docencia tiene que saber que la lectura es la herramienta principal y que es un oficio de y para lectores”, aseguró Méndez y planteó que “El gusto por la lectura se contagia, que empieza en la familia, y continúa en la escuela. Creo que es Mempo Giardinelli quien dice queremos escuelas que sean lectoras y no que hablen de lo importante que es leer. Hay que leer y hay que contagiar con ganas. Si vos le lees, le cuentas a tus alumnos desde primero a séptimo y hasta quinto año con entusiasmo. Seguro que muchos de esos chicos y chicas se van a contagiar de ese gusto que ojalá tuvieran todas y todos los docentes”.
Ante la potencia del mensaje de Méndez y su experiencia en las aulas, Chausovsky comenzó diciendo: “No considero que esté autorizada para decir cómo deberían ser los docentes”. Pero reflexionó, a partir de su experiencia como promotora de la lectura y de trabajar con maestros, que: “Desde el momento en que pensamos en que leer es construir sentido. Podemos pensar que todos somos lectores. Desde el momento en que nacemos estamos construyendo distintos sentidos de la vida, de lo que nos rodea, de las otras personas”.
“Entonces, creo que todos los maestros y las maestras son lectores de alguna manera. Me parece importante volver a ese lugar cero también para que todos se sientan habilitados, porque muchas veces en distintos contextos, en contextos de mayor vulnerabilidad o en un contexto de precarización de la docencia como es el actual, pasa esto, y es absolutamente comprensible que no hay tiempo, que la familia, que las tres escuelas que correr de un lado a otro es comprensible”.
“Pero si podemos dar como un primer paso a reconocernos como lectores, eso nos hace otro lugar en el mundo. A los maestros y maestras les hace otro lugar en el mundo. Por supuesto que a partir de ahí hay un largo camino para recorrer”, destacó.