En St. Augustine Beach, Florida, un entusiasta del detector de metales logró recuperar un par de anillos de boda extraviados y reunirlos con sus dueños. El protagonista del hallazgo es Joseph Cook, conocido en redes sociales como “Joe Digger”, quien comparte con frecuencia sus búsquedas y descubrimientos en la playa.
El hallazgo de un par de anillos de bodas en Florida
El hecho ocurrió el 21 de abril, cuando Cook recibió una notificación sobre una pareja que había perdido sus anillos durante el fin de semana pasado. Sin perder tiempo, se levantó a las 3.30 hs para iniciar la búsqueda.
Solo unas horas después, su equipo detectó señales en la arena. En un espacio de apenas cinco centímetros, el hombre encontró ambos anillos, a solo un par de metros del área donde la pareja recordaba haberlos perdido. “Estaban literalmente a dos centímetros y medio de distancia. La probabilidad de que eso ocurra es de una en un millón. Es una locura”, afirmó Cook en una entrevista con el medio local Action News Jax.
Cómo se concretó la devolución de los anillos
Luego de confirmar que los objetos coincidían con la descripción brindada por los dueños, el especialista en encontrar objetos se puso en contacto con ellos. El reencuentro se produjo en el muelle de San Agustín, donde la pareja recuperó las joyas.
El momento fue documentado en un video que Cook subió a sus redes sociales, y en el que se observa la emoción de los protagonistas. “Todavía no puedo creer que recuperaron ambos anillos. La pareja estaba tan feliz”, escribió en su cuenta de Facebook.
“No lo hice por dinero. Lo hago porque me gusta encontrar cosas”, explicó en el video. Joseph Cook ha devuelto numerosos objetos perdidos en los últimos años. De hecho, esta es la segunda vez que medios locales como Action News Jax reportan uno de sus hallazgos.
La pareja quedó agradecida y conmovida por el gesto. Según el especialista, su mayor satisfacción fue ver la reacción de ellos al recibir los anillos. “Lloraron, estaban en shock. Fue increíble presenciar eso”, dijo al medio local.
La vocación de encontrar objetos con detectores de metales
Cook no es nuevo en esta actividad. Desde hace varios años recorre playas de Florida con su detector de metales. Documenta sus búsquedas en Facebook y otras plataformas bajo el seudónimo “Joe Digger”, donde acumula miles de seguidores.
Nunca vende lo que encuentra. En cambio, lo publica en línea y espera que alguien lo reconozca. En ocasiones, ha logrado conectar con personas que perdieron anillos, cadenas u otros artículos sentimentales hace años. “El mar es inmenso. La mayoría cree que si algo se pierde ahí, ya no vuelve. Ver la sorpresa en sus caras cuando lo sacas y lo recuperan, es mi parte favorita”, señaló.
Otros buscadores de tesoros que ganaron notoriedad
El caso de Cook no es aislado. En Estados Unidos, la comunidad de aficionados al uso de detectores de metales crece y algunos de sus miembros se han convertido en figuras conocidas en redes sociales por sus hallazgos.
Un ejemplo es Murry Crowe, un especialista en detección de metales con presencia destacada en TikTok, YouTube e Instagram. Durante una de sus rutinas habituales, localizó una moneda de diez centavos de 1835, perteneciente a la colección “Draped Bust”. El valor numismático del objeto superó los US$46.000, debido a su estado de conservación.
Florida también fue escenario de otro descubrimiento que resonó en las redes sociales. John Porcella, mientras participaba en una jornada de limpieza en la playa Flagler, encontró un ancla metálica semienterrada cerca del muelle. La pieza, que se cree pertenecía a un antiguo barco, quedó expuesta por la erosión.
La Sociedad Histórica del Condado de Flagler intervino para preservar el objeto. Aunque inicialmente no pudieron extraerla debido a la marea, optaron por cubrirla para protegerla hasta poder organizar una operación adecuada. El ancla mide cerca de dos metros y su peso estimado supera los 500 kilogramos.
La costa de Florida se ha convertido en un lugar usual para quienes practican la detección de metales. La actividad es legal en la mayoría de las playas públicas del estado, siempre que no se interfiera con áreas arqueológicas o protegidas.