En plena cosecha gruesa y zafra de terneros, los productores rurales del partido bonaerense de Guaminí enfrentan una situación crítica debido al mal estado de los caminos rurales. En un distrito que abarca 484.000 hectáreas, de las cuales 360.000 integran la base imponible, existen 1800 kilómetros de caminos rurales. Sin embargo, según denuncian los vecinos, unos 1500 kilómetros necesitan mantenimiento permanente que no se realiza desde hace tiempo.
Marcelo Grafigna es productor agropecuario de la zona y se anima a afirmar sin temor a equivocarse que “entre el 85% y el 90% de los caminos están en estado desastroso”.
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Ganadero y agricultor, hoy su principal actividad es la producción de carne en un feedlot propio. “Yo soy productor agropecuario del partido de Guaminí, que limita con Tres Lomas, donde la gestión política es totalmente distinta. Allá, la realidad es otra. Acá es una situación de abandono total”, señaló a LA NACION.
Según contó, la situación del estado de los caminos rurales no es nueva, pero se agravó en los últimos dos años. “La frecuencia de reparación, en el mejor de los casos, es una vez al año. Y eso si hay suerte”, describió y dijo que ante los reclamos, las respuestas oficiales son escasas: “Desde la Municipalidad nos dicen que van a presentar un plan, pero los que trabajan en la calle nos cuentan que no tienen recursos ni gasoil, pese a que la tasa vial se cobra y está por encima del 85% de ejercicio a ejercicio”.
Según expresó, el monto que pagan los productores supera los $5000 por hectárea y se calcula en base a una fórmula que incluye componentes como el girasol, cereales, carne y horas de trabajo municipal. “Pero no se ve el resultado por el cual estamos pagando. Es más caro pagar, porque no obtenés nada a cambio”, enfatizó.
El impacto no es solo económico. También afecta la vida diaria de los habitantes rurales. “Tenemos escuelas sin clases, maestras desesperadas. Todos los años pasa lo mismo con los caminos que conducen a las escuelas rurales, que son más de diez. Los alumnos muchas veces no pueden llegar. Y las familias del campo no pueden trasladarse a Guaminí ni siquiera para hacer una compra o atender una urgencia médica”, remarcó.
Las localidades más importantes del partido son Guaminí, Casbas, Bonifacio, Garré y Arroyo Venado. “Son pequeñas, pero ahí hay centros comerciales, escuelas primarias y secundarias. Si no se puede llegar, se complica todo”, resumió.
Contó el caso de un vecino con un feedlot de mediano-grande que está evaluando cerrar: “No puede mover ni los terneros ni los animales terminados. Es imposible trasladarse”.
Grafigna remarcó que la infraestructura vial rural es esencial. “No es una opinión personal, es algo estudiado por toda la cadena agropecuaria y la acción gremial: los primeros kilómetros del camino rural son fundamentales. Si esos no están, nada llega a la mesa de los argentinos”.
La situación actual, dijo, es de “inseguridad y tristeza” y recordó que una noche pasada se cruzó con un camión encajado en un pozo: “Apenas pude pasar por el costado. Al otro día tuve que hacer más kilómetros para evitar ese tramo. Me gustaría que el intendente José Augusto Nobre Ferreira [Unión por la Patria] al menos, pida disculpas por lo que le ha hecho al partido”.
Según Grafigna, hace años existía una mesa agropecuaria mensual convocada por la Sociedad Rural de Guaminí, pero hoy apenas se reúnen dos veces por año y el intendente casi no participa. “Prometen planes, pero no hay más que eso”, lamentó.
Este año, un informe de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) mostró que en la provincia de Buenos Aires, el 60% de los más de 120.000 kilómetros de caminos rurales de tierra fundamentales para el transporte de granos, leche y ganado, son deficientes y el mantenimiento sigue sin mejoras significativas. En la entidad dijeron que están en estado de “regular a malo” y que pese al fuerte incremento en la recaudación de las tasas viales no hubo mejoras proporcionales en los servicios. “Claramente que el problema no es la falta de recursos, sino de asignación”, aseguró Grafigna y remarcó que la esperanza está en los municipios vecinos que sí funcionan: “No hay excusas. Hay lugares donde los caminos están bien porque hay voluntad de hacer las cosas”.
En su caso, su salvación es el partido de Tres Lomas. “Estoy a 2000 metros del límite y elijo ir allá para todo: a la ferretería, a comprar insumos, porque sé que voy a llegar y no se arruinan los vehículos. Incluso la gente que trabaja en mi campo es de Tres Lomas, porque puede venir”, indicó.
Frente al abandono y aislamiento, un grupo de productores afectados decidieron actuar y organizar una jornada de trabajo cooperativo con máquinas y herramientas propias para arreglar al menos un tramo del camino, unos seis a ocho kilómetros que llega a una escuelita rural y a un establecimiento importante que cría caballos. También pasa por un feedlot que emplea a más de 20 personas y genera una base imponible importante.
Era una medida de emergencia porque no quedaba otra. El plan era comenzar esta semana, si el pronóstico de lluvias lo permitía. Pero, el municipio se les adelantó y comenzó a trabajar el jueves pasado, a media jornada, en un camino.
“El trayecto desde la ruta 33 hacia la escuela La Flora son 7,5 kilómetros. Trabajaron jueves, viernes y lunes, de cuatro a cinco horas al día. Sábado y domingo no trabajaron, pese a la urgencia. Al día de hoy llevan realizados tres kilómetros en tres jornadas. Son dos motoniveladoras, una retroexcavadora y un tractor, todos con más de diez años de antigüedad”, cerró el productor. LA NACION intentó comunicarse con el intendente, pero aún no obtuvo respuesta.