El centro comercial que, sin planearlo, se convirtió en un referente para otakus, gamers y fans del K-pop

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Quienes disfrutan de los cómics, los videojuegos, los estrenos de cine o los juegos de mesa también han llegado a este lugar.
(Composición Infobae: revistatourgourmet.com / Andina)

Al atravesar la puerta principal de un centro comercial limeño y bajar los pocos escalones de una escalera de concreto, más de un visitante se ha encontrado con un pequeño puesto que ofrece corn dog coreano: una salchicha envuelta en queso, cubierta con una masa suave y luego frita. Este bocadillo, típico de la comida callejera de Corea del Sur, recibe con familiaridad a los seguidores del K-pop, quienes reconocen que no es el único rastro de la cultura coreana presente en ese edificio de cinco pisos.

Otakus y gamers también han llegado a ese puesto, buscando calmar el apetito tras pasar largas horas en un centro comercial que no se limita a ofrecer productos o restaurantes temáticos. Muchos adolescentes llegan vestidos con trajes inspirados en animes o mangas, prendas que pueden adquirirse en las tiendas distribuidas a lo largo del edificio.

Los cosplayers recorren los pasillos del centro comercial y captan inevitablemente la atención de los visitantes. Aunque no siempre participan en un concurso, han convertido la vestimenta en una forma de expresión personal.

CC Arenales nació el siglo pasado con grandes expectativas. (Infobae)

Con lo mencionado, muchos podrían concluir que los fanáticos del K-pop, los otakus, los gamers y los cosplayers han visitado el Centro Comercial Arenales, ubicado en Lince. Esta suposición resulta válida, aunque conviene aclarar que no son los únicos que frecuentan este espacio comercial.

Quienes disfrutan del anime, el manga, los cómics, los videojuegos, los estrenos de cine o los juegos de mesa también han llegado a este lugar. Fue precisamente esta comunidad, unida por la pasión y la nostalgia, la que logró devolverle vitalidad y evitar su desaparición.

La historia del Centro Comercial Arenales

A medida que crece la población de una ciudad, también se multiplican sus demandas de consumo, ocio y servicios. Frente a este escenario, los centros comerciales aparecen como una solución urbana que concentra tiendas, restaurantes, opciones de entretenimiento y espacios de interacción social en un solo recinto.

(Caretas)

Entre 1961 y 1970, Lima registró un evidente aumento demográfico, al pasar de menos de dos millones de habitantes a más de tres millones. En medio de este crecimiento, numerosas familias y grupos de amigos comenzaron a buscar lugares para aprovechar su tiempo libre. Esta demanda impulsó la aparición de centros comerciales, que ofrecieron una nueva forma de esparcimiento y vida social en la ciudad.

El historiador Juan Luis Orrego Penagos, a través de un artículo publicado en el sitio web de la Pontificia Universidad Católica del Perú, dio a conocer cuáles fueron los primeros centros comerciales. “Si revisamos el concepto históricamente, la primera generación de centros comerciales en Lima apareció en 1960, con la apertura de Risso y San Isidro (también llamado “Todos”), impulsados por el crecimiento demográfico y económico concentrado en Lima metropolitana. La segunda generación, ya más modernos o “americanizados”, fueron Higuereta (1976), Plaza San Miguel (1976), Arenales (1979)”, indicó.

Precisamente, este centro comercial se distinguía por su capacidad de ir más allá de ser una simple concentración de tiendas. A su oferta comercial se sumaban elementos que lo hacían único: fuentes chisporroteantes, pasadizos acogedores y una relajante telemúsica. Al principio, no contemplaba tiendas relacionadas con la cultura ‘friki’; sin embargo, fue precisamente este sector el que lo rescató cuando el lugar atravesaba un período de declive.

(RPP Noticias)

En 1978, en el tramo 17 de la avenida Arenales, en el distrito de Lince, comenzó la construcción del Centro Comercial Arenales, sobre un terreno de 5,500 metros cuadrados. Al año siguiente, se inauguró, aunque sus cinco niveles —un sótano y cuatro pisos— no fueron habilitados en su totalidad.

Sobre este tema en cuestión, Orrego Penagos escribió lo siguiente: “Al año siguiente (1979), en el mes de noviembre, inauguró su primera etapa (primer piso y sótano). Luego, en septiembre de 1981 y en diciembre de 1983, se culminaron el segundo y tercer piso, respectivamente”.

“Asimismo, se construyeron dos salas cinematográficas para 600 y 400 personas (Arenales Ámbar y Arenales Jade, respectivamente), en un área de 1,498 m2, con aire acondicionado. El complejo de los cines, además, tiene un hall central donde hay una cabina de proyecciones y servicios higiénicos. En total, el centro comercial Arenales tiene 21,100 metros cuadrados de área techada”, agregó.

En sus primeros años, el centro comercial albergó 99 tiendas y boutiques, todas ubicadas en espacios completamente terminados, lo que garantizaba posiciones privilegiadas sin áreas de menor valor comercial. Además, contaba con más de 200 estacionamientos, todos techados y distribuidos en diferentes niveles.

Centro Comercial Arenales.

Es importante señalar que las tiendas relacionadas con la cultura friki no aparecieron hasta la década de 1990. Las marcas presentes en los primeros años del centro comercial incluyeron Scala, Hogar, Yompián, Lady Consul, Arriba Perú, Bata Rímac, entre otras.

Detrás de la promoción, construcción y venta del centro comercial se encuentra el trabajo de Equipo Uno S.A. y Cosapi S.A., quienes, con la financiación del Banco Hipotecario, llevaron a cabo el proyecto que se materializó en 1978, año en el que se abrieron las puertas al público.

Según la revista Caretas, Equipo Uno no solo promovió la obra, sino que consiguió los fondos y colaboró con los arquitectos Costa & Santis-Tevan en el diseño del proyecto, el cual fue galardonado en la Bienal de Arquitectura de 1979. Combinando ideas con experiencias, también se encargó de acopiar material de construcción para evitar demoras y, finalmente, confiaron en Cosapi S.A. para la ejecución del Centro Comercial Arenales.

La fiebre del anime revivió a este centro comercial. (otakupress.pe)

Arenales no estuvo exento de la crisis económica y social que lo afectó hasta el punto de llevarlo a la quiebra en la década de 1990. Sin embargo, la aparición de Sugoi, una revista peruana pionera en manga y anime, marcó un cambio. En 1998, cuando esta revista abrió una tienda en el centro comercial, su inauguración coincidió con la creciente popularidad de animes como Dragon Ball y Los Caballeros del Zodiaco en la televisión peruana.

Esta empresa se especializó en la venta de mangas importados de Japón. Asimismo, estableció un club de lectores que se reunía mensualmente para disfrutar de animes traídos del país asiático. Además, organizaban eventos en los que los seguidores podían participar en concursos de cosplay (disfraces de personajes). Con el tiempo, otras tiendas con temáticas similares se fueron sumando, hasta llenar todos los espacios disponibles con comercios vinculados a la cultura ‘friki’.

El manga se convirtió en uno de los principales focos de atención en este lugar. Un ejemplo claro es Shadow Games, que durante muchos años se dedicó exclusivamente a la venta de cartas de Yu-Gi-Oh!, Pokémon y Magic. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a incluir mangas en su oferta.

El alquiler de consolas de PlayStation o Nintendo y las cabinas de internet dedicadas a juegos en línea como Counter Strike y Dota 2 representan otro de los atractivos del centro comercial. En el sótano y el primer piso se encuentran varios negocios de este tipo, muchos de los cuales funcionan como lugares de entrenamiento para personas que se dedican de manera profesional a los videojuegos.

Los videojuegos y el K-pop, industrias que permanecen vigente en el espacio de Lince. (Facebook Arenales Sports Games - ASG / TikTok KasooPeru)

Otra de las cosas que llama la atención en este lugar es la amplia oferta de figuras coleccionables: Goku, los Caballeros del Zodiaco, o tal vez representaciones de Marvel, DC Comics o Star Wars. Además, en el último piso se encuentra un área con máquinas de arcade que, con solo un nuevo sol, cobran vida, permitiendo a los jugadores disfrutar de batallas en Tekken y King of Fighters.

Arenales se ha convertido en un refugio para quienes sienten pasión por el anime, el manga, los cómics, los videojuegos, los estrenos de cine y los juegos de mesa. No son solo los cosplayers u otakus quienes lo visitan; es una comunidad diversa la que, con su presencia constante, logró rescatar este espacio del abandono a finales de la década de los 90. Lo que al principio no contemplaba albergar a este público, se transformó en la meca de la cultura friki en el Perú.

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