Alfredo Valenzuela
Sevilla, 4 may (EFE).- «No hay quien entienda na, / van mas cohetes al espacio / que trenes van pa Graná» es una de las soleares escritas por el poeta y editor Miguel Ángel Arcas (Granada, 1956) quien, confiando en que se las apropien los cantaores, las ha dotado de un aire flamenco y una grafía andaluza, además de palabras en caló.
«La soleá tiene una estructura muy reconocible, pero si se escribe para el cante debe tener gracia, duende, no puede ser algo frío, sino que debe entrar en el calor del cante», ha dicho a EFE Miguel Ángel Arcas, que, como director de la editorial Cuadernos del Vigía, ha recuperado buena parte de la obra de Max Aub, de quien hizo una elegante edición de «Los Campos», su serie de novelas sobre la Guerra Civil.
Reunidas bajo el título «A donde se fue la mar» (Sonámbulos Ediciones), las soleares de Arcas tienen el carácter profundo, solemne y casi sentencioso que distingue a estas composiciones y tratan de los grandes temas como la vida, el amor y la muerte, pero también han añadido cierta carga social y aluden a asuntos actuales relacionados con la política o el feminismo, entre otros.
El título » A donde se fue la mar» se debe a unos versos que el poeta gaditano Rafael Alberti escribió en su exilio de Roma para el cantaor Manuel Gerena: «Escribir para cantar / cuando se canta lo escrito / ya pertenece a la mar».
Y con la misma idea de Manuel Machado, Arcas ha asegurado que la mayor aspiración que puede tener un poeta es que quien cante sus versos ignore quién es el autor, osea «que no tengan dueño y sean de todos».
La mayor parte de estas soleares las ha escrito Arcas durante los seis años que vivió en París, ciudad en la que encontró una nutrida agenda de espectáculos flamencos y en la que asistió a actuaciones de Israel Galván y Rocío Molina, entre otros muchos artistas flamencos.
Asaltado por la nostalgia, Arcas decidió seguir escribiendo y acopiar estas letrillas que, como poeta tampoco eran algo nuevo por él: «Por generación y por edad soy rockero, pero mi afición al flamenco es mayor aún porque lo he escuchado desde chico, de joven asistía a festivales, recitales y fiestas y fui muy amigo de Pepe Heredia Maya».
De hecho, «A donde se fue la mar» está dedicado a Heredia Maya y a Eduardo Gómez Peláez, tío del autor y quien le hacía escuchar flamenco cuando era niño, inoculándole una afición que está detrás de letras como:
«Vente conmigo a la mar. / Yo cogeré pescaítos / y tú te los comerás» o «Tu pensar es mu barroco, / nunca naqueras verdades, / pero mentiras tampoco».
El poeta no ha eludido emplear palabras del caló para tratar de imprimirles a sus soleares el aire más flamenco posible, y con la misma idea ha relacionado sus versos con la manera de vivir y las costumbres de la cultura andaluza.
De hecho tratará de que algunas sean interpretadas por cantaores amigos, como Juan Pinilla, quien también es escritor y que se ha hecho cargo del prólogo de estas soleares, donde afirma que se trata de «un cancionero que recoge el pulso de la tradición andaluza, pero lo hace con una mirada contemporánea, consciente de su tiempo y de su espacio».
«Arcas no solo juega con el acervo popular, sino que lo renueva con imágenes frescas y un espíritu lúdico que, en ocasiones, desarma con su sencillez», al aludir a cómo el poeta emplea la lírica para ejercer la crítica social como dueño de una fina ironía y provocador de una emoción desnuda. EFE
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