El GPS se rompió. Al menos el del mundo corporativo. Empresarios, ejecutivos, lobbistas, banqueros y hasta directivos de multinacionales siguen de cerca el caso argentino con la complejidad que la economía genera. Coinciden con los grandes lineamientos macro pero empiezan a preocuparse por el futuro político con una paradoja creciente. En la economía hay un total desinterés por los debates rumbo a las elecciones, por los movimientos entre listas y por lo que los políticos dicen, pero aparece debajo de las napas un desvelo real por la falta de acuerdo entre espacios con ideas afines. Para muestra sirve un botón. De 12 CEOs de empresas que participaron en un encuentro empresario el día después del debate en la ciudad, ninguno había visto ni siquiera un minuto del choque entre los 17 candidatos. Pero a todos les preocupaba la creciente pelea y fragmentación, también los niveles de intolerancia con el que piensa distinto.
“Entiendo que La Libertad Avanza quiera mostrar su poder, que estén ensimismados en sus logros económicos, también que el PRO no quiera ceder y que los radicales y la Coalición Cívica se hayan dividido, pero si el resultado de esto es que gana el kirchnerismo en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia, no sé como le explico a mi casa matriz que la política económica llegó para quedarse. Y cuidado con la confianza de los argentinos. En ese caso todos pierden”, se sinceró preocupado uno de los CEOs regionales que acaba de anunciar un gran desembolso en el país. Entre los violetas se muestran convencidos de que eso no ocurrirá y que luego tendrán mayor fortaleza para absorber al PRO, entre los amarillos recuerdan que en el mundo del poder nada es para siempre. Todavía resuenan las palabras de Mauricio Macri en 2017 cuando arrasó en la elección de medio término con un 40% a nivel nacional y un 41% en la provincia de Buenos Aires derrotando a Cristina Fernández de Kirchner. En aquel lejano país también fue demoledora la victoria de Juntos por el Cambio en la ciudad de Buenos Aires con una Lilita Carrió como candidata y el 50% de los votos a casi 30 puntos de Daniel Filmus, en segunda posición, representando un espacio que parecía terminado. En ese octubre Macri celebró sus resultados y habló de un plan a largo plazo. “Esta generación va a cambiar la historia para siempre. Estamos empezando a recorrer los veinte mejores años de la Argentina. Me hice fanático de cada uno de ustedes -en referencia a los argentinos-”. Al poco tiempo, el kirchnerismo que parecía dividido para siempre renació de las cenizas, 14 toneladas de piedras acecharon al Congreso para derribar la reforma previsional y dos años después Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof y Sergio Massa vivaron la marcha peronista en su regreso a Balcarce 50.
Facundo Gómez Minujín, CEO de JP Morgan Argentina, realizó esta semana una exposición sobre el “Escenario Político y Económico Global”, en la que aseguró que el resultado en las elecciones legislativas es “un evento fundamental” ya que “podría reforzar el actual esquema económico”. “Los inversores están mirando qué pasa en octubre. Otros más cautelosos pensarán si efectivamente el presidente tendrá la posibilidad de realizar reformas estructurales”, continuó. El racional de su análisis gira en torno a algo que todavía está fresco en la memoria internacional: “La Argentina viene de una sucesión de crisis y ningún presidente logra la reelección. Eso genera escepticismo”, remarcó. La propia Kristalina Georgieva, titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), había declarado en la misma sintonía cuando invitó a continuar con el plan y se encontró con reacciones de dos de sus viejos conocidos: Axel Kicillof y Cristina Kirchner.
La figura del gobernador es otro de los puntos que los inversores siguen de cerca. Lucas Romero, titular de Synopsis, publicó esta semana una encuesta en la que empieza a espejar al fanático de John Maynard Keynes -acaba de editar un nuevo libro llamado Volver a Keynes en el que reelabora su tesis doctoral escrita hace 20 años- con el presidente que se define como “demoledor de keynesianos”. La silueta de ambos muestra dos países con posiciones tan antagónicas como preocupantes desde el prisma internacional. Tienen casi los mismos niveles de rechazo a nivel nacional (55,1% el líder libertario contra 51,9% del líder k) y también de aceptación (40,9% contra 39,2%), según el relevamiento de Synopsis, el primero que muestra esa fotografía. Aunque entre los neutros el techo es más alto para el defensor del estado protagónico (8,1%) versus el líder de la idea del estado criminal (3,9%).
“Si la economía crece, la inflación frena y la agresión cae es muy posible que la imagen del gobierno crezca y la de Kicillof baje. Pero si eso no ocurre ya está cada vez más claro que será su antagonista natural para dentro de dos años”, afirmó un consultor preocupado por preservar su off the record. “No quiero que se enojen conmigo de nuevo pero si no actúan a tiempo esta historia ya la vimos”, murmuró.
De la macro a la micro
En el mundo de la microeconomía hay también una revolución silenciosa. El Ministro de Economía, Luis Caputo, se refirió a un “cambio fundamental para el que es importante que cambiemos la cabeza”. Y agregó: “La baja del costo argentino no viene más por devaluaciones. Va a venir por cuatro factores: tres que tienen que ver con nosotros y uno del sector privado. Nosotros debemos seguir bajando impuestos, desregulando y abrir la competencia. Desde los privados hay que volver a invertir”, expresó en la apertura de la ExpoEFI, la exposición de economía y finanzas adonde también el presidente de la Nación dijo presente.
Allí disertaron varios de los principales economistas de la Argentina a los que desde el Gobierno se suele cuestionar por sus análisis y pronósticos. “En 2023, cuando hablaba con un cliente, a nadie le importaba la demanda, ni los costos, lo que importaba era la relación con el regulador, si había dólares y si te dejaban fijar los costos”, resumió Marina Dal Poggeto, titular de EcoGo. Luego agregó: “En 2024, cuando fue el cambio de régimen, empezaron todos a preocuparse por la demanda y por la suba de impuestos. Ya no era importante la relación con el regulador. Y hoy la pregunta, frente a una escalada en los costos, es que no hay un aumento en la productividad sistémica que la compense. Más allá de la agenda de desregulación de Federico [Sturzenegger], en la economía argentina hay que trabajar en los costos logísticos, la cultura tributaria y el mercado laboral. Es decir, hay una regla de juego, y si querés la mejor ventaja competitiva, hay que ir a la informalidad, lo cual torna insostenible el esquema. La pregunta es si esto dura seis meses, dos años o 10 años. Para que esto sea más sustentable tiene que haber acuerdos políticos que te permitan trascender un gobierno”, concluyó.
Entre la voluntad y la política
“Vamos a ir por las reformas estructurales que son tan necesarias: fiscal, laboral y previsional. Esto lo decidirán el presidente y la política, pero son muy necesarias para seguir bajando el costo argentino y desincentivar la informalidad», señaló también Caputo en otra parte de su alocución. Las llamadas “reformas estructurales” son parte de la discusión que viene, muy probablemente con mayor énfasis después de las elecciones de medio término y ahí entra otro factor de preocupación en el empresariado al que por lo inesperado asocian con un “cisne negro”, en referencia a los fenómenos inesperados de Nassim Taleb. “Juntos por el Cambio se rompió en la última interna en la que se destruyeron puentes que nunca pudieron ser reconstruidos por ejemplo entre Mauricio y Jorge Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Hoy está ocurriendo lo mismo entre La Libertad Avanza y el PRO. ¿Cómo van a volver después de las cosas que se están diciendo? ¿Hace falta la pelea constante con quien colaboró legislativamente en casi todo salvo la designación de Ariel Lijo?”, sintetizó un empresario cuyo apellido es marca. La pelea por el poder excede al valor presente o futuro de las listas y ante ese escenario las multinacionales -que aplauden las reformas- aplican en su mayoría el “wait and see” [esperar y ver]. “Si a la ola económica que ven con muy buenos ojos se le agrega estabilidad política el país puede salir de su trampa”, agregó otro empresario argentino que pidió no ser citado para estar afuera del radar de las redes sociales. “No me llevo bien con ese mundo”, ironizó.
Por estos días, circulan también varios papers confidenciales con temas puntuales de lo que denominan “crisis” en la jerga de la comunicación: desde las compañías que tuvieron que dar marcha atrás con sus incrementos tras quedar expuestas en redes sociales hasta otras como Stellantis -dueña de Fiat, Citroën, Jeep y Peugeot- que desdibujó un aumento ante un tuit del propio ministro de Economía quien invitó a que ese incremento no fuera real porque ”rompería la relación de confianza con él sector”. De hecho, la industria automotriz es uno de los ganadores en ventas en lo que va del gobierno de Milei.
Entre los locales fue Claudio Rodríguez, dueño de Sinteplast, la firma argentina líder en el mercado de pinturas, quien resumió lo que está viviendo como un cambio de paradigma: “Hace un año empezamos a ser empresarios y dejamos de ser lobistas. Hasta no hace mucho lo único importante era conseguir materia prima para producir y el que lo lograba podía hacer lo que quería con los precios. Hoy la realidad es otra y la competitividad es esencial. Como empresarios tenemos que invertir y los que en los últimos años solo jugaron al lobby están complicados”, disparó. Su desembolso de US$100 millones en cinco años busca aumentar la productividad y competir en el nuevo contexto. Pero reclamó que se siga bajando el gasto público en todos los niveles del Estado y que se revisen los costos laborales que son un 30% superiores a los de Brasil. Calificó también de “terribles” a los juicios laborales.
¿La Argentina podrá romper el techo de crecimiento de los últimos 12 años? ¿El Banco Central (BCRA) recompondrá sus reservas para lograr nuevamente el acceso al crédito? Para los analistas, el Gobierno logró un respaldo concreto con el préstamo de US$20.000 millones que realizó el Fondo Monetario Internacional, sumado el apoyo explícito del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent. “El éxito de este programa es que el Banco Central vuelva a acumular reservas para que baje el riesgo país y haya acceso a los mercados. Van 15 meses de gestión y siguen siendo negativas en torno a US$7000 millones”, indicó Rodolfo Santángelo, socio de M&S Consultores. Por su parte, Alejo Costa de Max Capital, aseguró que “hoy el Gobierno está priorizando que el tipo de cambio esté lo más bajo posible para cortar con la inercia inflacionaria”. Pero de cara a lo que viene lo resumió en una frase del titular de un fondo de inversión muy grande. “Me dijo que lo que quería era que a la Argentina le den US$20.000 millones y que no los use. Eso es un poco lo que quiere el mercado del país”, concluyó. Claro está, la historia demuestra que al mercado no hay que hablarle con el corazón porque como diría el exministro de Economía de Raúl Alfonsín, Juan Carlos Pugliese, la respuesta siempre viene por el bolsillo.