Aterrados se encuentran los habitantes de la capital antioqueña, luego de que se diera a conocer el video con la riña protagonizada por un conductor de vehículo particular y varios domiciliarios en el barrio Laureles, de Medellín, los primeros días de mayo en 2025.
Según se aprecia en la grabación, realizada por otro conductor en la zona centro occidente de la ciudad, la discusión inició entre el vehículo particular y un solo motociclista, pero, rápidamente, se sumaron otros miembros del gremio para apoyarlo.
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“Engavilladlos, véalos. Puro chamo, véalos. Ahí le hundieron el capó al man”, se escucha en la denuncia del otro conductor, cuando los motociclistas comenzaban a golpear el vehículo con sus cascos.
Para defenderse, el particular amenazó con arrollarlos y, aunque, no llegó a golpearlos, supo asustarlos lo suficiente, como para dar el conflicto por terminado.
El enojo afectaría la destreza de los conductores, según estudio:
Un estudio realizado por la Universidad de Warwick, en Inglaterra, ha revelado cómo el estado de ánimo de un conductor, particularmente la ira o el enojo, puede influir significativamente en su desempeño al volante. Un hallazgo que deja en evidencia los riesgos asociados con la conducción agresiva y plantea desafíos importantes para el desarrollo de tecnologías de conducción autónoma. Según el informe, los conductores que experimentan estados de agresividad tienden a conducir más rápido y cometer más errores, lo que incrementa el peligro para otros usuarios de las vías públicas.
De acuerdo con la investigación, los conductores agresivos presentan una velocidad promedio superior en 5 kilómetros por hora en comparación con los conductores no agresivos. Además, este grupo muestra una mayor propensión a cometer errores, como no utilizar las señales de giro, o direccionales, al cambiar de carril. Estos comportamientos no solo aumentan el riesgo de accidentes, también reflejan un patrón de conducción que pone en peligro tanto a otros conductores como a peatones. El estudio define la conducción agresiva como cualquier acción al volante que intencionalmente pone en riesgo a otros, ya sea psicológica o físicamente.
El investigador Andy Cox, que participó en el análisis, destacó que en el Reino Unido se registran entre cuatro y cinco muertes diarias en las carreteras, la mayoría de las cuales están relacionadas con conductores peligrosos e imprudentes. Aunque esta estadística no es nueva, el estudio aporta una perspectiva más profunda sobre las razones detrás de estos comportamientos y su impacto en la seguridad vial. Según Cox, estos incidentes fatales son predominantemente causados por actitudes agresivas al volante, lo que subraya la necesidad de abordar este problema desde una perspectiva tanto educativa como tecnológica.
El experimento llevado a cabo por el equipo de la Universidad de Warwick incluyó simulaciones de conducción en las que se pidió a los participantes que recordaran situaciones que los habían enfurecido previamente, con el objetivo de inducir un estado emocional agresivo. Los resultados obtenidos de este grupo se compararon con los de un grupo de control que no experimentaba emociones similares. Zhizhuo Su, autor principal del estudio y estudiante de doctorado en el Grupo de Investigación de Vehículos Inteligentes y el Instituto de Atención Médica Digital de WMG, explicó que, aunque no sería ético permitir que conductores agresivos circulen libremente en las calles, las simulaciones permitieron observar de manera controlada los efectos de la agresividad en el comportamiento al volante.