En su país tenía éxito, hoy elige vivir y brillar en Bs. As: “Me sorprende que no sepan cuál es la capital de Bolivia”

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A Alejandro Rodríguez siempre le gustó traspasar fronteras, vivir la cotidianeidad de aquellos lugares diferentes al propio, aprender de ellos y regresar a su tierra con la sensación de haber crecido en múltiples aspectos de su vida. Amante de la cultura de América Latina, solía lanzarse a experiencias en otras naciones hermanas para luego regresar a su país de origen, Bolivia, donde finalmente se asentó y adoptó un ritmo de vida acelerado.

Alejando era sous chef, y el restaurante en el que trabajaba había abierto otro local donde ocupó, a la par de su cargo previo, el puesto de chef ejecutivo. Apenas tenía un franco por semana y lo dedicaba a limpiar su casa, hacer compras, compartir algo diferente con su novia y, en ocasiones, salir a tomar algo con sus amigos. Así y todo, en esa rutina, había un pensamiento (o más bien un destino), que se colaba dentro de su vida ocupada: Argentina, ese país que se decía `el más Europeo´ de Sudamérica. Hacía tiempo ya que anhelaba viajar al sur del mundo y vivir otra experiencia, y construir, tal vez, un futuro diferente en ese rincón del planeta. Pero las responsabilidades les ganaron a sus sueños, y la travesía quedó en suspenso, algo que decidió aprovechar a su favor.

“Decidí trabajar mucho y crearme un colchón económico para poder cumplir mi sueño, y subsistir en caso de que las cosas no funcionaran en Buenos Aires”, cuenta Alejandro. “Argentina siempre me había llamado la atención, siempre estuve muy pendiente de su gastronomía, del fútbol, de su folclore, me gusta mucho la ciudad, y me atrajo siempre su vida nocturna, de manera especial la de Buenos Aires”.

“Decidí trabajar mucho para crearme un colchón económico para poder cumplir mi sueño, y subsistir en caso de que las cosas no funcionaran en Buenos Aires”.

Esas costumbres argentinas y las recomendaciones antes de viajar: “Me decían que era muy arriesgado”

Hubo costumbres argentinas que Alejandro había adoptado desde pequeño por iniciativa propia, como tomar mate. Luego llegaron la pasión por el fútbol y más tarde el descubrimiento de otras bebidas típicas, como el Fernet, una sorpresa para muchos en su entorno boliviano. Cada costumbre incorporada, colaboraba a fomentar el crecimiento de su sueño, y a medida que su vida se asentaba en su tierra con un buen pasar y trabajo estable, el interrogante de si alguna vez se animaría a dar el salto y viajar a la Argentina, crecía.

Cierto día, cuando ya se preguntaba si debía comprar una casa y establecerse definitivamente, Alejandro comprendió que no deseaba vivir una existencia atravesada por el qué hubiera pasado si, y decidió que era tiempo de dejar sus comodidades, saltar al vacío y vivir otra experiencia, tal como lo había hecho en el pasado por tiempos breves, en otros destinos. Y así, el joven dejó su carrera en ascenso y el futuro predecible atrás, armó las valijas, y persiguió su sueño argentino.

“En mi entorno no se sorprendieron”, revela. “Aunque no faltaron las recomendaciones. Un factor común por parte de todos aquellos a los que les contaba que me venía a Buenos Aires; me aconsejaban que estuviera atento al tema económico y político en Argentina. Me decían que al tener yo un buen pasar era muy arriesgado y difícil de asimilar el cambio de vida, que tuviera en cuenta la situación tan diferente del país por el que quería apostar”.

...Luego llegaron la pasión por el fútbol y más tarde el descubrimiento de otras bebidas típicas, como el Fernet, una sorpresa para muchos en su entorno boliviano.

Las sorpresas y contratiempos en el camino: “Nos llamó la atención, dada la apertura del argentino”

Alejandro se embarcó con su novia y su perrita. Desde el comienzo, volver a empezar en Argentina trajo sus sorpresas. Cruzaron la frontera por tierra para velar por el cuidado de su mascota. El plan pensado era un viaje por tramos, con la idea de intercalar diversos medios de transporte terrestre.

Primero llegaron a Salta, donde permanecieron unos días y disfrutaron del paisaje y su gente, que los recibió con calidez. Sin embargo, cuando quisieron avanzar en su camino hacia Buenos Aires, llegó el primer impacto: “En el micro no aceptaban que viajemos con nuestra perrita”, revela Alejandro.

Alejandro quiso cuidar a su perrita lo mejor posible.

“Nos llamó la atención, dada la apertura del argentino y su amor por los animales. Esto nos cambió los planes y, finalmente tomamos un vuelo desde Salta, que por suerte fue muy tranquilo”.

La segunda sorpresa llegó apenas pisaron Ezeiza a la una de la madrugada. Sin previo aviso, les cancelaron el alojamiento que habían reservado, y allí, en plena noche y desconcierto, quedaron varados sin saber a dónde ir: “Con mucho esfuerzo y búsqueda exhaustiva logramos encontrar otro Airbnb que nos recibió, a nuestra perrita y a nosotros, a las dos y media de la mañana”.

Junto a su novia, Alejandro primero llegó por tierra.

Buenos Aires con los brazos abiertos y otras cuestiones: “Me sorprende que no sepan cuál es la capital de Bolivia”

Tras los primeros traspiés, y ya más descansados, Buenos Aires amaneció cálida. La ciudad, imponente, dejó entrever la amabilidad de su gente a los ojos de Alejandro, que, por fin, se dejó envolver por un estado que se balanceaba entre la alegría y el orgullo del cometido cumplido, atravesado asimismo por la adrenalina de volver a empezar de cero, en un entorno diferente.

Con el paso del tiempo, su pareja, Alejandro y su perrita, hallaron su lugar en una Buenos Aires inmensa, que hasta el presente, él siente que nunca termina de conocer. Afianzados ya en un barrio donde se sienten seguros, el joven pronto halló empleo en el universo gastronómico y, con él, la posibilidad de disfrutar de la ciudad en todas sus posibilidades.

Siempre que pueden, salen a recorrer la ciudad.

“Nos gusta mucho recorrer, conocer diversas zonas y sentarnos a descubrir cafés y restaurantes”, cuenta Alejandro. “En cuanto a los impactos, me sorprende que no sepan cuál es la capital de Bolivia, pero entiendo que es porque les enseñan mal desde las escuelas, les dicen que es La Paz, cuando es Sucre. Todos mis compañeros de trabajo tenían el dato equivocado”.

“Me sorprende también cómo la gente en Argentina trata de cumplir con la merienda y la siesta (el rubro gastronómico con horarios más bien nocturnos puede permitirlo)”, continúa Alejandro.

Explorar cafés y restaurantes, uno de los pasatiempos favoritos.

Brillar en la gastronomía argentina: “La idea es afianzar lo que tenemos cerca”

Alejandro había llegado a la Argentina con una amplia experiencia en gastronomía. Antes de Buenos Aires, se había desempeñado en importantes espacios en Perú y Ecuador, y, claro está, en su suelo boliviano. Asimismo, trabajó codo a codo con Pía Salazar, considerada por muchos la mejor pastelera del mundo.

Gracias a su talento y sus antecedentes, el trabajo llegó al poco tiempo, y no solo tuvo la posibilidad de dedicarse a su pasión, sino que pronto lo ascendieron a jefe de cocina, lo que le brindó la posibilidad de intervenir en las cartas y sumar sabores de su tierra natal.

“Es muy bueno poder incluir otras técnicas latinoamericanas, y que otros puedan ir conociendo ese lado de la cocina”, dice Alejandro, pensativo. “La idea es afianzar lo que tenemos cerca”.

Alejandro Rodríguez hoy es jefe de cocina en un reconocido restaurante porteño: “Es muy bueno poder incluir otras técnicas latinoamericanas, y que otros puedan ir conociendo ese lado de la cocina”, dice Alejandro, pensativo. “La idea es afianzar lo que tenemos cerca”.

“En relación a los impactos en lo laboral me sorprendió la cuestión de doble franco, es la primera vez que lo escucho, me llamó mucho la atención que se pueda descansar dos días a la semana”, continúa. “Por otro lado, acá veo lo difícil que es permanecer en el tiempo. Porque un lugar puede tener una propuesta atractiva y variada, pero es un negocio y es complejo en el contexto actual. Por eso es importante buscar la manera de permanecer siempre en el radar. Actualmente todo se considera muy pasajero, todo sigue una tendencia, pero creo que lo importante es crear una identidad y sobre ella seguir avanzando”.

“No somos tan diferentes como lo que se cree”

Alejandro nació en La Paz, se crio en Santa Cruz (Bolivia), pero nunca dejó de mirar más allá de sus fronteras para nutrirse de la riqueza Latinoamericana. Argentina parecía un sueño lejano, cuando su vida en Bolivia parecía decirle que era tiempo de asentarse. Sin embargo, Buenos Aires lo llamaba, tal vez como ese lugar en el mundo ideal para fusionar sus experiencias profesionales y personales, y llevarlas a otro nivel. En su camino había visto y degustado productos y sabores impensados tiempo atrás: “De hojas salvajes, hormigas limoneras y culonas a leche de coco del Pacífico colombiano, café salvaje que nadie cultivaba, moluscos que hay que consumir para combatir la plaga”, menciona.

“No somos tan diferentes como lo que se cree”

Finalmente, su sueño porteño cobró vida y siente que esta ciudad es una parte fundamental de una travesía que hoy lo encuentra enamorado del suelo argentino, con sus claroscuros.

“No es la primera vez que me toca estar fuera del país. Yo viajo para aprender y para conocer. Para absorber todas las herramientas que puedan servirme”, dice Alejandro. “Argentina es una fuente de aprendizaje, me enseñó, por ejemplo, a bajar un cambio, como dicen acá, tener la cabeza un poco más fría para analizar el día a día, las situaciones, poder poner las cosas en orden en mi mente para después ejecutarlas poco a poco, algo que antes no me pasaba”.

“Por otro lado, entendí que no somos tan diferentes como lo que se cree. Si bien Argentina y Buenos Aires tienen un tinte tan Europeo, siempre estamos ligados de alguna forma, por la gente que viene, por algún ingrediente, por alguna tradición, por alguna bebida. ¡Por la pasión por el fútbol! Tenemos mucho para compartir. A veces, simplemente, la gente lo va olvidando con el tiempo”.

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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a [email protected] . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

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