Dentro de un mes, el equipo económico deberá rendir cuentas al Fondo Monetario Internacional (FMI) por la meta de acumulación de reservas. El acuerdo firmado recientemente dice que el Banco Central (BCRA) debería sumar alrededor de US$5000 millones antes del 13 de junio.
Por lo pronto, el Gobierno reiteró varias veces que no comprará dólares mientras que el tipo de cambio cotice dentro de la banda. Para acercarse al objetivo, por lo tanto, apelará a la emisión de nueva deuda por hasta US$3000 millones. De esta manera, volvería a capitalizar a la entidad monetaria sin afectar el proceso de desinflación.
Cuando el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció el nuevo esquema cambiario un mes atrás, el mercado y los analistas económicos estimaron que el Gobierno iba a priorizar la acumulación de reservas en un contexto de fragilidad del balance del Banco Central. Sin embargo, el Gobierno volvió a marcar que el objetivo de corto plazo sigue siendo la caída de la inflación. En un año electoral, el equipo económico no pondrá en riesgo uno de los principales capitales políticos de la gestión.
La apuesta oficial, por lo tanto, es que el tipo de cambio se mantenga lo más cerca posible del piso de la banda, para llegar a las elecciones con una inflación mensual cercana al 1%. Esto, a su vez, permitiría obtener un buen resultado electoral, que es una variable importante que miran los inversores.
Si el plan es exitoso, el Gobierno proyecta que el riesgo país bajará del nivel promedio de 700 puntos básicos y que en enero próximo podrá regresar a los mercados internacionales de deuda para refinanciar los vencimientos sin presionar sobre las reservas del BCRA.
Los analistas económicos, en tanto, señalan que el riesgo país no bajará si el Banco Central no compra reservas. En los últimos días, de hecho, ocurrió todo lo contrario, ya que las reservas se deterioraron en torno a US$700 millones por los pagos de vencimientos del Bopreal y de intereses y otros cargos al FMI.
“Al priorizar la desinflación mediante el fortalecimiento del peso, el equipo económico estaría cediendo en lo que respecta a la acumulación de reservas, número que el mercado continúa siguiendo muy de cerca. Pese a que hoy las reservas netas se encuentran en terreno positivo luego del ingreso de los fondos provenientes del FMI, las metas del acuerdo no contemplan dichos ingresos y el BCRA deberá acumular cerca de US$5000 millones para mediados de junio y más de US$10.000 millones para fin de año», dijo en su último informe el grupo financiero IEB.
Para cumplir con dicho objetivo, por lo tanto, el Gobierno saldrá nuevamente a emitir deuda. En primer lugar, el equipo económico repetirá la emisión de una línea de financiamiento con bancos internacionales, a través de una operación de pase pasivo (REPO), que implica otorgar como garantía los bonos Bopreal.
El Banco Central buscará colocar US$2000 millones esta vez, el doble que en enero, como ya anticipó cuando anunció el acuerdo con el FMI. Según pudo saber LA NACION, el equipo económico ya tiene el apoyo de los cinco bancos que otorgaron financiamiento antes (BBVA, Santander, J.P. Morgan, ICBC y Citi) y además se sumarían otras dos entidades.
Esta emisión ya estaría prácticamente cerrada, aunque el Gobierno quiere una tasa de interés anual menor al 8,8% que consiguió en enero, por el préstamo a un plazo de dos años y cuatro meses. En ese entonces, el riesgo país había caído a 610 puntos básicos (actualmente se encuentra en 678 unidades).
El acuerdo transitorio por 90 días que cerraron este fin de semana Estados Unidos y China, por su parte, generó alivio en el mercado financiero y podría ayudar a que el riesgo país siga cayendo, lo cual permitiría abrir una ventana de oportunidad antes de junio para licitar el REPO.
A esta línea de financiamiento se sumaría la posibilidad de que el Tesoro emita un bono peso-linked, al cual se suscribe con dólares, como anunció el director del BCRA Federico Furiase, quien también es asesor del ministro de Economía. El Gobierno buscaría de esta manera sumar otros US$1000 millones.
“Si bien la operación brinda beneficios inmediatos en términos de reservas y tipo de cambio, también plantea riesgos a futuro. El principal es la posible presión sobre el mercado cambiario al vencimiento del bono, si no mejora el contexto macro o no surge una nueva opción atractiva de inversión. La clave será si el BCRA logra sostener el tipo de cambio y si el flujo de exportaciones retoma niveles normales», dijo la consultora Outlier.
En el mercado creen que la estrategia se complementa con la intervención que hizo la semana pasada el Gobierno en el mercado de futuros, especialmente en la posición diciembre, para darle un seguro de riesgo a los inversores interesados en este bono.
“La propuesta consistiría en un bono o una letra cuya moneda de denominación sea el peso, pero cuyo repago se realice en dólares, al tipo de cambio oficial vigente al momento de la emisión (presumiblemente el A3500). Este ingreso contaría para la meta de reservas, ya sea que los mantenga el Tesoro depositado en el BCRA, como así también que se los venda a este. Un bono peso-linked está naturalmente expuesto a los movimientos del tipo de cambio, por lo que es esperable que los inversores busquen cubrir ese riesgo mediante contratos de futuros”, dijo Outlier.
La consultora FMyA coincidió con esta estrategia que podría haber implementado el Gobierno: “Hubo una baja fuerte en los dólares futuros de casi 10%, donde hubo un volumen de US$900 millones concentrado en diciembre con US$500 millones. Una hipótesis de quien operó es que pudo haber sido el BCRA para dar cobertura al bono en dólares peso-linked. Al jueves, parece que fue el BCRA para dar cobertura del bono nuevo. Lo confirmaremos en la semana, si sale el bono”.