RIAD.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el martes un acuerdo económico estratégico con Arabia Saudita, en el inicio de una ambiciosa gira por los países del Golfo destinada a captar miles de millones de dólares en inversiones. La potencia petrolera recibió al mandatario con una ostentosa ceremonia que incluyó una escolta aérea y una calurosa bienvenida encabezada por el príncipe heredero Mohammed ben Salman.
Trump descendió del Air Force One con un gesto enérgico, dando un puñetazo al aire, y fue recibido en la pista del Aeropuerto Internacional Rey Khalid por el príncipe heredero, quien luego firmó con él un acuerdo que, según la televisión estatal saudita, abarca sectores clave como energía, defensa, minería y otras áreas estratégicas. La pista, decorada con una vistosa alfombra lavanda, fue también escenario de un sobrevuelo de aviones F-15 de la Real Fuerza Aérea Saudita, en lo que la Casa Blanca describió como una visita “histórica”.
Una vez en tierra, Trump y el príncipe heredero se dirigieron a un salón del aeropuerto donde fueron agasajados con café árabe, servido por asistentes vestidos con cinturones ceremoniales y portando armas tradicionales. Más tarde, compartieron un almuerzo en la corte real, en un salón fastuosamente decorado con detalles azules y grandes lámparas de cristal. Entre los invitados destacados estuvieron los directores ejecutivos de BlackRock, Larry Fink; de Blackstone Group, Stephen Schwarzman; y Elon Musk, director de Tesla y SpaceX, además de actual jefe del controvertido Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) en la Casa Blanca.
La escena reflejó no solo la estrecha relación entre Washington y Riad, sino también el creciente interés de la administración Trump en consolidar alianzas económicas con las monarquías del Golfo en un contexto global de tensiones geopolíticas y reconfiguración de mercados estratégicos.
En su primer mandato, Trump también eligió Arabia Saudita como su primer destino internacional. Su decisión de regresar a la región tras asistir al funeral del papa Francisco en Italia subraya la creciente influencia geopolítica y económica de los estados petroleros del Golfo, que se han consolidado como socios estratégicos de Washington.
Horas después de la llegada de Trump a Riad, la Casa Blanca confirmó que el presidente estadounidense se reunirá mañana en la capital saudita con el mandatario sirio Ahmad al-Sharaa, el otrora insurgente que el año pasado lideró el derrocamiento del exlíder Bashar Assad.
“El presidente acordó saludar al presidente sirio mientras esté en Arabia Saudita mañana”, informó la Casa Blanca.
Estados Unidos ha estado sopesando cómo manejar a al-Sharaa desde que asumió el poder en diciembre. Los líderes de los países del Golfo Pérsico se han unido en apoyo al nuevo gobierno en Damasco y querrán que Trump haga lo mismo, creyendo que es un baluarte contra el regreso de la influencia de Irán en Siria, donde Teherán ayudó a sostener el gobierno de Assad durante una guerra civil de una década.
El entonces presidente Joe Biden dejó la decisión a Trump, cuya administración aún no ha reconocido formalmente al nuevo gobierno sirio. Las sanciones impuestas a Damasco bajo el régimen de Assad permanecen vigentes.
Mientras se preparaba para salir de Washington, Trump expresó que estaba considerando levantar las sanciones al gobierno sirio. “Podríamos querer levantarlas (las sanciones) de Siria, porque queremos darles un nuevo comienzo”, y añadió que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan le ha instado a hacerlo.
Los comentarios marcaron un cambio notable en el tono de Trump, quien ha sido profundamente escéptico del al-Sharaa. Anteriormente conocido por el nombre de guerra Abu Mohammed al-Golani, al-Sharaa se unió a las filas de los insurgentes de Al Qaeda que luchaban contra las fuerzas estadounidenses en Irak después de la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 y aún enfrenta una orden de arresto por cargos de terrorismo en Irak.
Agenda política y comercial
La visita además coincide con renovadas tensiones en Medio Oriente. El conflicto entre Israel y Hamas en Gaza ocupará un lugar central en la agenda, especialmente tras la reciente liberación de Edan Alexander, un rehén israelí-estadounidense capturado en el ataque del 7 de octubre de 2023. También figura entre los temas prioritarios el programa nuclear de Irán. Washington y Teherán reanudaron negociaciones el pasado fin de semana en Omán, tras semanas de contactos indirectos.
En paralelo, Trump busca relanzar su estrategia de política exterior transaccional con la firma de acuerdos multimillonarios. Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos recibirán con gran fastuosidad al mandatario de 78 años, quien tiene previsto asistir este martes a un foro de inversión en Riad. Allí se anunciarían convenios relacionados con inteligencia artificial, cooperación energética, defensa y tecnología.
Según fuentes sauditas, Riad espera lograr durante esta visita el compromiso de Estados Unidos para suministrar cazas F-35 y sistemas de defensa aérea de última generación, por miles de millones de dólares. “Pondremos como condición que las entregas se realicen durante el mandato de Trump”, dijo un alto funcionario cercano al Ministerio de Defensa saudita a la AFP.
En lo comercial, el príncipe heredero prometió en enero inversiones por hasta 600.000 millones de dólares en territorio estadounidense.
El petróleo y la guerra en Ucrania
Otro eje clave de la gira es la producción petrolera. Arabia Saudita y otras naciones de la OPEP+ han incrementado la oferta de crudo desde el inicio del segundo mandato de Trump, en línea con su objetivo de mantener bajos los precios del petróleo y contener la inflación interna. El presidente también ha sostenido que la energía barata podría debilitar el esfuerzo bélico de Rusia en Ucrania.
Sin embargo, el equilibrio fiscal saudita requiere un precio del barril entre 96 y 98 dólares, mientras que el Brent cerró el lunes a apenas 64,77 dólares. “No necesariamente pone en peligro los programas de diversificación económica de los estados del Golfo, pero sí los complica”, advirtió Jon Alterman, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Una visita marcada por gestos diplomáticos y controversias
Aunque Trump aspira a reactivar los esfuerzos por normalizar las relaciones entre Israel y Arabia Saudita, ese objetivo no parece inminente. Riad ha dejado claro que cualquier avance depende del establecimiento de un camino creíble hacia un estado palestino. La semana pasada, en un gesto significativo, Ben Salman recibió en Yeda al vicepresidente palestino Hussein Sheikh.
“Sabiendo cómo los sauditas transmiten sus intenciones, ese es un mensaje preventivo: ‘ni siquiera piense en pedirnos gestos de buena voluntad hacia la normalización’”, explicó Hussain Abdul-Hussain, investigador de la Fundación para la Defensa de las Democracias.
Otro elemento que generó polémica fue la noticia de que Trump aceptó utilizar un lujoso Boeing 747-8 ofrecido por la familia real de Qatar como reemplazo temporal del Air Force One. Valorado en unos 400 millones de dólares y descrito por medios estadounidenses como un “palacio en el cielo”, el avión desató críticas por un posible conflicto de intereses, dado que la Constitución prohíbe aceptar regalos de gobiernos extranjeros. Trump desestimó las acusaciones y calificó de “estúpido” rechazar lo que consideró un préstamo temporal.
La exclusión de Israel en este viaje fue interpretada por analistas como un gesto político. “El mensaje principal es que los gobiernos del Golfo son, hoy por hoy, aliados más estrechos de Trump que el actual gobierno de Israel”, afirmó William Wechsler, del Atlantic Council. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no fue informado de la reciente tregua entre Estados Unidos y los hutíes de Yemen hasta después del anuncio. Lo mismo ocurrió con las negociaciones nucleares con Irán y las conversaciones indirectas con Hamas.
Agencias AFP y AP