Fermín Cabanillas
Lepe (Huelva), 16 may (EFE).- Tan solo habían pasado unas horas desde que Massiel ganó el Festival de Eurovisión en 1968 cuando un empresario asturiano afincado en Lepe, Raúl García Raya, la contrató para cantar en su recién estrenada sala de fiestas en aquel rincón de la costa de Huelva.
Ahora, 57 años después, ha explicado a EFE cómo fueron esas horas con aquella joven a la que se disputaban escenarios de todo el país, pero que él consiguió que cantase en su sala, además de actuar para los clientes de un hotel de La Antilla.
Para entender cómo consiguió la gesta, Raúl, que ahora tiene 88 años y vive retirado de todo el “famoseo” en su casa de siempre de la playa de La Antilla, asegura que el único secreto fue el que aplicaba a todos los artistas que contrataba: “Los trataba como a parte de mi familia”.
De hecho, tenía una norma: invitaba a cenar siempre por todo lo alto a sus artistas. Contaba como anécdota que si ganaba en una noche un millón de pesetas “de los de hace 50 años”, no le importaba gastar 25.000 en cenar, y que si perdía un millón de pesetas, no tenía importancia perder otras 25.000.
Aunque asegura que no recuerda cifras exactas, sí explica que nada más ganar Massiel el festival aquel 6 de abril del 68 en Londres pensó rápidamente en llevarla a su sala de fiestas, situada en el casco urbano de Lepe, pero con un hándicap: “Era una sala de verano y había que firmar rápido para que no se escapase”.
¿Cuánto pudo cobrar aquella chica de 20 años que se había hecho famosa mundialmente? Habría que recordar que en los 80 pagó ocho millones de pesetas a Rocío Jurado, y 125.000 a una incipiente Isabel Pantoja en 1976. A partir de esos datos, cada cifra que se piense para el recital de Massiel puede ser verdad, o no.
“Recuerdo que era una artista a la que le encantaba estar delante del público. Se bajó del escenario con el micrófono y cantó entre la gente. Era muy cercana”. El club tenía una puerta de garaje por la que entraban y salían los artistas. Por ahí salió Massiel con él camino del restaurante de la vecina Isla Cristina donde cenaron tras el concierto. Luego, él mismo la llevó a su hotel, en el municipio vecino de Cartaya.
Por el Club Raúl pasaron todos los grandes artistas del mundo entre mediados de los 60 y principios de los 90. Con todos se hizo una foto su gerente, y buena parte de estas imágenes, unas 9.000, se pueden ver en un museo del municipio lepero, ‘Casa Museo Castillo Lepe’, pero “muchas tienen un defecto: que no les ponía la fecha”, así que no recuerda con exactitud qué día fue el que actuó Massiel en su sala.
Sí se sabe que fue después del 12 de junio de 1968. Visto el éxito que la sala de fiestas de Raúl tenía, en La Antilla, a menos de 500 metros de su casa, Massiel fue contratada para actuar en la conocida como ‘Pista Miramar’, la zona situada junto a un hotel del mismo nombre ya desaparecido.
Entre la leyenda y la historia real puede rememorar miles de historias de aquellos años. Una de las mejores tiene que ver con Lola Flores.
Una noche que le tocaba actuar no se encontraba bien y quería suspender el recital. Raúl la llevó a La Antilla a comer gambas. Cuando empezó a probarlas le dijo al empresario: «Po parece que me voy entonando». Asegura que aquella noche “no es que la Faraona actuase, sino que triunfó por todo lo alto”.
Como un padre con muchos hijos, Raúl no quiere decantarse por ningún artista de la época como su favorito, pero preguntado por cómo recuerda aquella noche de Massiel en su sala no puede evitar esbozar una sonrisa. Sin duda, aunque tiene muchos recuerdos de la época, prefiere guardarse algunos para él.EFE
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