Alexandra Spanu
Bucarest, 16 may (EFE).- El voto de cientos de miles de rumanos emigrados será decisivo en la segunda vuelta de las presidenciales de este domingo, en cuya primera ronda arrasó el nacional populista George Simion, en buena parte gracias al apoyo de una diáspora que manifestó así su enfado con los partidos tradicionales.
En esa primera vuelta, el pasado 4 de mayo, cerca de un millón de rumanos que viven en el extranjero, sobre todo en España, Italia, Francia y Alemania, participó en los comicios, lo que supone en torno al 10 % del total de votantes que acudieron a las urnas ese día.
Simion, un declarado admirador de Donald Trump, recibió entonces el apoyo de seis de cada diez de ellos.
La elevada participación de la diáspora en un electorado total de casi 18 millones se debe, en parte, al malestar por la anulación de las elecciones de noviembre tras indicios de injerencia rusa y de financiación irregular.
Entonces, el ultranacionalista Calin Georgescu venció y obtuvo el 43 % del voto exterior.
Tras su exclusión como candidato, George Simion heredó gran parte de ese respaldo: pasó de 96.000 votos en noviembre a casi 600.000 en mayo, un 60 % de los votos depositados en el exterior.
Este apoyo, un voto de castigo a socialdemócratas y conservadores, que han liderado el país desde la caída del comunismo en 1990, ha reconfigurado el mapa electoral.
El analista político Radu Delicote señala a EFE que el papel de la diáspora va más allá de los votos directos.
«Además del millón de papeletas, hay centenares de miles de llamadas, mensajes, influencias cruzadas sobre familiares que votan en casa. La diáspora tiene un poder de movilización que va más allá de los números», explica.
Simion, que en la primera vuelta hizo incluso campaña en algunos países europeos con gran diáspora rumana, corteja a sus compatriotas en el extranjero desde hace tiempo ya.
En esta campaña prometió incentivos para que los rumanos emigrados en las últimas décadas regresen: viviendas, empleos y un «Estado libre de corrupción».
Además, apeló a prejuicios raciales y al resentimiento económico, al contraponer la emigración de los rumanos con la presencia creciente de trabajadores asiáticos en el país balcánico.
«Los fondos de la UE no deben ir a Ucrania, ni a nadie que no sea ciudadano europeo, rumano o hijo de rumanos. Vemos indios, paquistaníes y bangladesíes en las calles. Los ciudadanos del tercer mundo vienen y nuestros ciudadanos se van», declaró en la campaña.
Sus palabras han resonado con fuerza en comunidades rumanas de Europa: Daniel, un trabajador de la construcción afincado en Francia desde hace 28 años, admite haber votado a Simion pese a no ser simpatizante de AUR.
«Lo hice porque está cerca de Georgescu. Viajo dos o tres veces al año a Rumanía y es un desastre. Los dulces que valen unos tres euros en Francia aquí cuestan 6,60», sostiene en declaraciones a EFE.
El líder de AUR también ha aprovechado momentos simbólicos para reforzar su cercanía. Tras las catastróficas inundaciones de finales de octubre pasado en Valencia (España), Simion viajó a la zona para asistir a los rumanos damnificados.
Nueve de los 225 fallecidos en Valencia eran rumanos, la comunidad extranjera más afectada por el desastre.
«Estos son los verdaderos ciudadanos olvidados por Bucarest. La élite política solo los recuerda cuando necesita votos», dijo durante su visita, para la que organizó una colecta.
El contrincante de Simion en la segunda vuelta, el europeísta Nicusor Dan, ha apelado menos a los emigrados. El actual alcalde de Bucarest, matemático y político reformista, obtuvo el 25 % del voto exterior, unos 250.000 sufragios.
Aunque menos carismático, su mensaje ha calado entre quienes apuestan por un cambio más tranquilo. A Dan le avala su gestión como alcalde de Bucarest y ser un político independiente, alejado de las denostadas formaciones tradicionales.
«Lo más importante es que el Estado rumano sepa que los ciudadanos en el extranjero existen. No se trata de convencerles para que regresen, sino de construir un país en el que quieran vivir si deciden volver», declaró en la campaña.
Iulia, residente en París desde hace más de dos décadas, reconoce a EFE que muchos de sus conocidos sienten que Rumanía sigue siendo su verdadero hogar.
«Los demás son países de préstamo», afirma. En la primera vuelta no votó por ninguno de los favoritos, pero esta vez su apoyo irá para Dan, porque cree que «representa una opción decente y razonable».
También Adrian, emigrado recientemente, ha cambiado su voto. En la primera vuelta eligió al liberal Crin Antonescu por sus propuestas en política exterior. «Ahora, claramente votaré a Nicusor Dan, porque es proeuropeo y serio», afirma.
A pesar de ello, en muchas regiones de la diáspora, como cerca de Castellón (España), el voto por Simion fue abrumador en la primera vuelta.
«En nuestra zona, de 600 a 800 votos fueron para él», cuenta Orlando, que emigró junto a su esposa Adina hace una década.
Ambos votaron a Dan, pero entienden la frustración de sus compatriotas: «Es un voto contra los partidos que han gobernado desde la Revolución del 89. La gente ya no cree en ellos». EFE
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