Madrid, 22 may (EFE).- El impulso a los biocombustibles agravará la crisis climática y de biodiversidad porque la demanda del transporte supera la producción sostenible y puede generar impactos ambientales negativos, por lo que hay que reducir el consumo energético del sector y limitar su crecimiento, según Ecologistas en Acción (EA).
Es la principal conclusión del informe publicado este jueves por la organización, que recoge que la creciente competencia entre la aviación, el transporte terrestre y el marítimo por los mismos recursos amenaza con generar impactos como deforestación, emisiones indirectas y crisis en la seguridad alimentaria.
En 2018, la Unión Europea (UE) acordó eliminar gradualmente el aceite de palma para producir los llamados biocombustibles avanzados, con alternativas basadas en residuos, como el aceite de cocina usado (UCO), las grasas animales y productos derivados de la palma, pero «la sostenibilidad de estos también ha sido cuestionada», según EA.
La demanda crece mucho más rápido que la oferta local y la UE importa cada vez más UCO de China, Indonesia y Malasia.
«Pero a medida que las compañías aéreas empiezan a demandar biocombustibles de UCO para la aviación, la demanda está superando lo que se puede recoger de forma sostenible», alerta el informe.
La demanda de los biocombustibles sostenibles de aviación (SAF en inglés) se triplicará para 2030 y pasará del 0,05 % del consumo total de combustible de aviación en 2021 a un 5 % en 2030, al tiempo que la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) prevé un crecimiento del sector del 174 % para 2050.
EA recuerda un informe de Transport&Environment que advierte de que la mayoría de biocombustibles para el sector marítimo podrían provenir de aceite de palma y soja, asociados con la deforestación y que podrían resultar en emisiones adicionales de 270 millones de toneladas de CO2 equivalentes en 2030.
En cuanto al transporte terrestre, en 2023 los países europeos consumieron cerca de siete millones de toneladas de UCO para biocombustibles, la gran mayoría destinado a coches y camiones, una cifra casi ocho veces superior a las estimaciones de volúmenes recolectados ese mismo año y cuatro veces mayor que el potencial máximo de recogida del continente.
«No se puede olvidar que además de la industria de los biocombustibles, otras industrias también están contando con las mismas materias primas para producir energía», como la eléctrica o la química, recuerda el informe de EA.
Y alerta también de que el aumento en la demanda de biocombustibles está facilitando prácticas fraudulentas, como la publicidad engañosa, por lo que es necesaria una regulación estricta y un control efectivo.
La organización ecologista señala que hay que reforzar las políticas europeas y de los Estados miembros para restringir los biocombustibles «de dudosa sostenibilidad», como los procedentes de cultivos de alto riesgo por cambio indirecto de uso de la tierra, como la soja y la palma, limitando las importaciones y centrándose sólo en la disponibilidad doméstica de los residuos.
También insta a reducir la demanda energética del transporte y poner límites a su crecimiento, con recomendaciones como parar las expansiones de aeropuertos, eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y fomentar el ferrocarril.
Para el transporte marítimo, evitar la promoción del gas fósil como combustible y no invertir en infraestructuras de gas para el sector, y para el terrestre, descarbonizarlo por completo y promover opciones como ir a pie, en bicicleta o en transporte público, así como fomentar el transporte de mercancías en ferrocarril. EFE