El fisicoculturista Nikita Tkachuk, también conocido como el “Hulk ruso”, murió el sábado a los 35 años en San Petersburgo como consecuencia de una falla multiorgánica. La noticia fue confirmada por su esposa, Maria Tkachuk -también referente del culturismo a nivel nacional- a través de un posteo en la red social Instagram: “Nikita, mi amado esposo, murió. Sus riñones fallaron, sufrió edema pulmonar y su corazón se rindió”.
“Un gran número de diarios me llamaron en las últimas horas para hablar sobre la muerte de Nikita. Se pusieron en contacto también con mis suegros y hasta con mi sobrino. Están tratando de engañarme para que vaya a programas de televisión y montar un show. Ya daré una historia detallada, pero no es el momento”, completó.
La Federación de Deportes de Fuerza de Ukhta lamentó asimismo el fallecimiento en la misma plataforma: “Expresamos nuestras más sinceras condolencias a su familia, amigos y esposa María por la repentina muerte de nuestro querido amigo. Nikita Tkachuk. Durante muchos años, Nikita logró el éxito en el levantamiento de pesas, la fuerza extrema y el culturismo, inspirando a quienes lo rodeaban con su determinación y perseverancia”.
Tkachuk se convirtió en una figura destacada del fisicoculturismo y el powerlifting en Rusia, especialmente después de haber alcanzado el título de “Maestro del Deporte” a los 21 años. Sus marcas personales -350 kg en peso muerto, 360 kg en sentadilla y 210 kg en press de banca- hicieron que sobresaliera en su rubro, según detalla en su perfil en redes sociales. Sin embargo, su carrera dio un giro cuando firmó un contrato con una empresa farmacéutica que lo obligaba a utilizar synthol, una sustancia que aumenta el volumen muscular.
Aquel acuerdo, como relata el mismo Nikita, fue el inicio de su decadencia física. Las inyecciones de synthol provocaron un crecimiento artificial desproporcionado de sus músculos, llevándolo a una imagen que él mismo describió como grotesca. Tras contraer COVID-19, su salud se deterioró aún más: fue diagnosticado con sarcoidosis, una enfermedad autoinmune que afecta múltiples órganos. A pesar de diversas cirugías, desarrolló acumulaciones de calcio en piernas y caderas, y sus órganos vitales comenzaron a fallar.
Consciente del daño causado, Tkachuk expresó su arrepentimiento en una entrevista dos años antes de morir. «Les aconsejo que lo piensen de nuevo, que lo sopesen todo, que lo piensen. No lo entiendo. Bueno, si tu brazo mide 45 o 50 cm, ¿qué cambiará en tu vida? Vas a perder mucha salud. No vale la pena. Si pudiera volver a 2015-2016, no lo haría. Arruiné mi carrera deportiva”, cuenta en uno de los fragmentos que compartió.
Un caso similar en Republica Checa
En septiembre del año pasado, la muerte de Illia Golem (36) provocó un cimbronazo en el mundo del culturismo. Conocido como “el fisicoculturista más monstruoso del mundo”, aspiraba a convertirse en el sucesor del exbodybuilder Arnold Schwarzenneger y el actor Sylvester Stallone. Residía en Miami, Estados Unidos, donde ganó reconocimiento por la sorprendente dieta a la que se sometía.
Según detalló la revista Men’s Health, Golem medía 1,85 metros y llegó a pesar hasta 165 kilos en su etapa de mayor volumen muscular.Ingería hasta 16.500 calorías por día, repartidas en siete colaciones, donde los protagonistas eran sushi -consumía más de 100 piezas- y carne -acostumbraba a ingerir 2,5 kilos por jornada-.
Junto con estos hábitos pocos saludables, el checo acostumbraba -como ocurrió con Nikita- a inyectarse hasta 50 dosis de insulina a diario para quemar rápido los alimento, además de usar Synthol -la peligrosa sustancia utilizada a menudo para hacer que el volumen de sus músculos crecieran de manera artificial-.