Paisajismo acústico: cómo elegir plantas que amortigüen el ruido en tu jardín

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Hay ruidos que el cuerpo aprende a ignorar, pero que el sistema nervioso sigue absorbiendo: el colectivo que frena con brusquedad, la sirena insistente, el ladrido del perro del vecino.

El ruido urbano no se ve, pero se siente. Y molesta. No es casualidad que la OMS lo haya clasificado como una de las principales formas de contaminación invisible en las ciudades.

El paisajismo acústico es una rama del diseño que busca reducir el impacto sonoro mediante vegetación

En ese contexto, el paisajismo acústico —una rama del diseño que busca reducir el impacto sonoro mediante vegetación— empieza a ganar terreno. Porque las plantas pueden amortiguar el ruido.

Pero no todas lo hacen igual, y no alcanza con plantar: hay que saber qué, cómo y dónde

No es magia ni metafísica botánica. Es física pura: las ondas sonoras pierden fuerza al chocar con superficies irregulares, blandas y porosas. Y en eso, las plantas son campeonas. Una buena barrera vegetal combina tres funciones.

  • Redirige las ondas lejos de la fuente.
  • Absorbe el sonido por medio de las hojas, tallos y ramas.
  • Altera el trayecto del ruido y lo dispersa.

Para lograrlo, la clave está en la densidad, altura y diversidad de estratos: cuanto más complejo sea el muro vegetal, más eficaz actuará como buffer acústico.

🟢 Cuanto más compleja la estructura de la vegetación, más efectiva la absorción acústica

Algunas plantas elegidas

Estrato alto (árboles medianos a grandes)

  • Schinus molle (aguaribay): copa frondosa, follaje colgante y excelente capacidad de absorción sonora. Ideal para veredas y patios secos.

El aguaribay, con su copa frondosa y follaje colgante tiene una excelente capacidad de absorción sonora

  • Citharexylum montevidense (tarumá): árbol nativo del litoral con buena densidad de follaje y valor paisajístico. Atrae aves.
  • Celtis tala (tala): resistente, rústico y con copa densa. Apto para zonas pampeanas y costeras.

Citharexylum montevidense es otra especie útil para generar barreras sonoras

Estrato medio (arbustos densos)

  • Dodonaea viscosa (falsa chilca): hoja persistente, crecimiento rápido y tolerancia a suelos pobres. Excelente como barrera sonora.

Celtis tala (tala) es resistente y rústico. Ideal para zonas pampeanas y costeras

  • Senna corymbosa (sen del campo): floración vistosa, follaje denso, buena tolerancia al viento y al sol directo.
  • Eugenia uniflora (pitanga): nativa del NEA y litoral, muy ornamental, con frutos comestibles y follaje compacto.

Estrato bajo (cubresuelos y herbáceas)

  • Pennisetum alopecuroides (pasto cola de zorro): gramínea ornamental, con efecto de absorción sonora suave. Apta para zonas urbanas de todo el país.

Stipa ichu o paja brava es una gramínea autóctona que resulta ideal para amortiguar sonidos en zonas secas y bordes de caminos

  • Stipa ichu (paja brava): gramínea autóctona, rústica, ideal para zonas secas y bordes de caminos.
  • Lippia alba (salvia del monte): cubresuelo aromático, atrayente de polinizadores, ayuda a cerrar el estrato inferior.

Un buen diseño paisajístico debería pensarse también con los oídos

¿Cómo armar una barrera sonora efectiva?

  • Mínimo tres capas: combinar árboles, arbustos y herbáceas para lograr absorción vertical.
  • Distancia a la fuente de ruido: cuanto más cerca de la calle o el foco sonoro, más efectivo el primer impacto.

Lippia alba o salvia del monte es un cubresuelo que  ayuda a cerrar el estrato inferior de las barreras sonoras

  • Evitar espacios vacíos: las “grietas verdes” dejan pasar el ruido. Mejor intercalar especies de distinto porte.
  • Evitar podas excesivas: los cercos verdes esféricos pueden ser estéticos, pero pierden capacidad de absorción acústica.

Un método antiguo, fácil y ecológico para no gastar tanto en riego

Silencio con biodiversidad

Una hilera de árboles puede bloquear algo de ruido, sí. Pero un muro vivo de arbustos nativos, gramíneas, aromáticas y árboles bien elegidos ofrece mucho más: polinizadores, aves, mejora de la calidad del aire y un microclima más amable.

El paisajismo acústico, bien entendido, no es solo un problema de decibeles. Es una oportunidad para rediseñar el vínculo con el entorno urbano, con más textura, más sombra, más vida… y menos bocinazos.

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