“Toda la hacienda está arrinconada en la única loma seca que quedó, pero no alcanza: no hay pasto ni espacio y los animales ya no tienen adónde ir”, resume Mariano Baldoni, productor de Lobos, a unos 100 kilómetros de Buenos Aires. Su campo, completamente anegado, se encuentra justo sobre un tramo inconcluso del dragado del Río Salado, una obra paralizada desde hace meses que, tras el último temporal, volvió a quedar en evidencia: su ausencia agrava las consecuencias para los productores que lidian con el agua y la falta de infraestructura.
La obra, que debería haber mitigado el impacto de las lluvias, es la ampliación de la capacidad del cauce en el Tramo IV, Etapa 2, que comprende unos 30 kilómetros entre la ruta 205, en Roque Pérez, y el puente que une Ernestina con Elvira, y va entre los partidos de Lobos, 25 de Mayo y Roque Pérez. Este tramo, aunque es el más corto de los más de 400 kilómetros ya ejecutados entre Samborombón y Bragado, quedó sin terminar en una zona crítica. Fuentes del sector indicaron que el gobierno nacional mantiene la obra “paralizada” que corresponde a esa parte de la Cuenca del río Salado.
La falta de intervención en ese sector genera, aseguran a este medio, un verdadero “cuello de botella” que impide el escurrimiento normal del agua. El estrechamiento del cauce, que ya era motivo de preocupación antes del temporal, hoy provoca graves daños en los campos linderos y dificulta el drenaje de las aguas que bajan desde otros lugares. En este contexto, los productores enfrentan pérdidas forrajeras y serias dificultades para trasladar y resguardar la hacienda.
“Recibimos el agua que viene desde más de 150 kilómetros y no hay canal por dónde sacarla. La obra está empezada, pero no terminada. Es como venir por una autopista de cinco carriles y, de golpe, tener que seguir por uno solo”, grafica Baldoni.
El productor da como ejemplo que, en uno de los lotes del campo que trabaja junto a su hermano, Luciano, solo 10 de las 60 hectáreas quedaron libres de agua. “Es la parte alta donde está la casa. El resto está todo tapado”, relata. En ese sector improvisaron un espacio para alimentar a los animales con rollos de pasto, aunque no resulta suficiente. Por eso decidieron adelantar la cosecha de un lote de maíz para liberar una superficie seca y trasladar allí más hacienda.
En los campos afectados tenía vacas preñadas y terneros recién nacidos. Algunos sobrevivieron sobre los terraplenes de la obra inconclusa; otros debieron ser rescatados con ayuda externa. “Tuvimos que recurrir a los bomberos para mover animales. No podíamos llegar al fondo del campo ni con caballos”, recuerda.
Aunque están acostumbrados a convivir con el agua, esta vez la bronca es mayor. “Siempre hubo inundaciones, pero el problema más grande hoy es que esto se podría haber evitado. No puede ser que una obra de semejante magnitud no esté terminada”, insiste. En otro lote, donde hace apenas diez días habían sembrado, ahora hay “un metro y medio de agua”. Y con ella se perdió toda la reserva forrajera pensada para el invierno. “Cuando el agua se retire, no va a quedar nada”, advierte.
A pocos kilómetros, en un campo atravesado directamente por el río, Fabián Mercante enfrenta una situación similar. Su familia firmó un contrato para avanzar con el dragado, que apenas duró uno o dos meses antes de paralizarse. “Ahora tenemos unas 400 hectáreas de cañadones, que usamos para animales, bajo entre un metro y medio y un metro ochenta de agua”, explica.
“Tenemos entre 500 y 600 animales y no tenemos dónde ponerlos”, agrega. La situación lo desborda. Asegura que su padre evalúa vender hacienda y que quizá deba dejar de sembrar para usar los campos agrícolas como refugio para el ganado. “No sé qué hacer. Es muy feo lo que estamos pasando. No tenemos respuestas de nadie”, dice. A eso se suma la pérdida de entre 15 y 20 animales, posiblemente ahogados.
El productor remarca que la velocidad del agua fue inédita: “De un día para el otro creció un metro. La camioneta pasó por un camino seco y al día siguiente estaba cubierta de agua. Nunca vi algo así”. El agua desbordó con fuerza desde zonas donde el dragado sí está terminado y chocó contra un embudo: “El tramo entre Ernestina y Roque Pérez, de 32 kilómetros, está sin hacer. Habrán hecho el 10% y nada más. El agua no puede seguir su curso y explota hacia afuera”, explica.
En este contexto crece la preocupación por los pronósticos de lluvia para el fin de semana. “Si sigue lloviendo como anuncian, el agua va a llegar al pueblo. En Larre, a 40 kilómetros de Roque Pérez, ya empezaron a cerrar canales para frenar el ingreso del agua. Es desesperante”, advierte.
Reclamo
Vale recordar que, a principio de mes, el Consejo Honorario Asesor del Río Salado, integrado por entidades como la Sociedad Rural Argentina, Coninagro, Federación Agraria, la UIA y Carbap, emitió un fuerte reclamo al gobierno nacional. Exigió la “reactivación inmediata” del dragado del Tramo IV.2, así como la continuidad de las obras complementarias del Plan Maestro Integral, iniciado hace más de veinte años.
“Acertadamente, fue calificado como prioritario hace menos de un año por la Subsecretaría de Recursos Hídricos, pero su paralización ya era evidente a fines del año pasado y fue formalizada en marzo mediante la modalidad de neutralización por 60 días”, advirtió. Y reclamó que ese plazo no se extienda: “Se debe avanzar sin demoras hacia la urgente y necesaria reanudación de las obras”.
Además, el Consejo recordó que el impacto de la paralización de este tramo “va más allá del mismo, porque retrasa y afecta el desarrollo de todo un conjunto de obras largamente esperadas por comunidades del interior”, que sufren periódicamente las consecuencias de las inundaciones.
“Se trata de una obra de carácter federal”, subrayaron, y advirtieron que la Cuenca del Salado representa entre el 25% y el 30% de la producción agrícola y ganadera del país, con efectos que también alcanzan a la infraestructura vial, el acceso a servicios y la permanencia de las comunidades rurales. “Conspira contra el arraigo y el desarrollo de una región clave del interior”, finalizaron.