La mollera hundida, conocida médicamente como la fontanela anterior, es un signo clínico que puede alertar sobre problemas de salud en los bebés, especialmente relacionados con la deshidratación.
Según los especialistas, esta área blanda en la parte superior del cráneo del recién nacido cumple funciones esenciales, como facilitar el paso por el canal del parto y permitir el crecimiento del cerebro durante los primeros años de vida. Sin embargo, su hundimiento puede ser indicativo de condiciones que requieren atención médica inmediata.
La mollera es una abertura natural entre los huesos del cráneo, cubierta por una membrana flexible pero resistente. Su hundimiento suele estar relacionado principalmente con la deshidratación, que puede ser causada por episodios de diarrea, vómitos, fiebre alta o una ingesta insuficiente de líquidos.
En casos más graves, también puede asociarse con desnutrición severa o enfermedades crónicas. Estos factores subrayan la importancia de identificar rápidamente las causas subyacentes para evitar complicaciones mayores.
Es importante subrayar que existen varios mitos populares sobre la mollera hundida, prácticas que, aunque comunes en algunas culturas, carecen de respaldo médico y pueden ser peligrosas.
Entre estas se encuentran creencias como que la mollera se hunde porque “se cayó” o que puede curarse mediante métodos como soplar en la boca del bebé, colgarlo boca abajo o “chupar la mollera”. Estas acciones no solo son ineficaces, sino que pueden poner en riesgo la salud del bebé.
El tratamiento adecuado para una mollera hundida comienza con la identificación de los síntomas de deshidratación, como llanto sin lágrimas, boca seca, orina escasa, somnolencia o irritabilidad.
En estos casos, se recomienda ofrecer leche materna o fórmula con mayor frecuencia y, si el bebé presenta vómitos o diarrea, administrar suero oral para rehidratarlo. Es fundamental evitar remedios caseros sin la orientación de un profesional de la salud.
Una mollera hundida debe considerarse un signo clínico importante que requiere atención médica. Por ello, se insta a los padres o cuidadores a acudir al pediatra o a un centro de salud para evaluar la causa y recibir el tratamiento adecuado. La rehidratación y la consulta médica son las únicas medidas seguras y efectivas para abordar esta condición.
En resumen, la mollera hundida no es un fenómeno mágico ni un problema que pueda resolverse con prácticas tradicionales. Es un indicador de posibles problemas de salud que deben ser atendidos con medidas basadas en evidencia médica.
La prioridad siempre debe ser garantizar el bienestar del bebé mediante una atención adecuada y evitar cualquier práctica que pueda ponerlo en peligro.