Todos necesitamos que alguien nos afirme. Es decir, que nos brinde su valoración. Y todos, como padres, jefes o pares, podemos también afirmar a otros. Ser afirmado es fundamental en la vida de todo ser humano, pues nos ayuda a construir una autoestima sana y fuerte.
A continuación, quiero compartirte algunas maneras prácticas en las que podemos convertirnos en un verdadero afirmador —alguien que construye, anima y suma valor a los demás—:
1. Resaltemos los puntos fuertes
Cuando conectamos con los aspectos positivos del otro, cuando buscamos conscientemente lo bueno en esa persona, y se lo mencionamos, le estamos activando la fe en sí misma, que es sencillamente creer que lo que aún no existe, en algún momento existirá. Pero, tristemente, algunas personas están tan acostumbradas a que las maltraten y descalifiquen que, cuando alguien les marca las cosas positivas, no les es posible aceptarlo.
2. Seamos lo más específicos posible
Cuando señalamos algo positivo en alguien, tenemos que ser lo más específicos posible. Estoy seguro de que podés recordar, al menos, a una persona que en algún momento de tu vida te dijo una palabra específica de afirmación que te hizo sentir bien y te dio seguridad. Una sola palabra de bien específica, ya sea de un familiar, un maestro o un amigo, tiene el poder de sostenernos durante años, de ayudarnos a creer en nosotros mismos cuando las circunstancias, tal vez, no sean las ideales.
3. Sumemos pasión a la afirmación
Cuando validemos a alguien, hagámoslo con pasión. Aun cuando la persona no parezca reconocer su propia valía, siempre podemos hablar bien de ella y afirmarla de manera apasionada. Así la ayudaremos a creer en sí misma y, como suelo decir, todo es posible para aquel que cree. Una palabra apasionada, un abrazo apasionado, una sonrisa apasionada, pueden producir un cambio radical y positivo en los demás.
Cuando cultivamos el hábito de afirmar y sumar valor a quienes nos rodean, no solo transformamos nuestro entorno, sino que sembramos un legado. Aquellos que vengan después de nosotros podrán avanzar más lejos, sin tener que enfrentar las mismas batallas que nosotros superamos. Por eso, empezá por vos mismo: validá tu propio valor, reconocé tu potencial y, desde esa seguridad, animate a levantar a otros.