Quien camine por la calle Corrientes con un poco de tiempo y ánimo de observación tendrá la fortuna de toparse con un fenómeno social y cultural que lo saludará desde una marquesina teatral, allí desde donde brillan sus protagonistas: una secretaria y seis pacientes -en todos los sentidos de la palabra- que aguardan en un consultorio al médico que los tratará por sus trastornos obsesivos compulsivos.
Se trata de Toc Toc, la obra que con sus 15 temporadas en escena se ha vuelto mucho más que un fenómeno de las tablas: ha pasado a ser un tema de conversación, un síntoma de la argentinidad. Quien se cruce con ella hoy, lejos de toparse con un texto caduco, se asombrará con su contemporaneidad y la vigencia de unas criaturas que ya se volvieron, si se permite, una sana fascinación del público nacional.
Los apasionados por el teatro seguramente recuerdan la explosión que fue el estreno de Toc Toc, la obra que escribió el francés Laurent Baffie, que tradujo el español Julián Quintanilla y que adaptó el argentino Jorge Schussheim. Boleterías repletas, boca en boca infalible, cartel de entradas agotadas noche tras noche… Fue una explosión particular aquella de enero de 2011, porque aquí estamos, 15 años después, y todavía sigue en cartel, con seis funciones de miércoles a domingos y con agregados durante los fines de semana de feriados.
Gabriela Grinblat, que se pone en la piel de María en el elenco actual, es parte del suceso desde su origen. Es más: empezó trabajando como actriz de reemplazo cuando desde la producción advirtieron que la obra se trataba de algo fuera de lo común. “Cuando esto se estrenó, explotó: nadie esperaba este suceso y, al poco tiempo, se dieron cuenta de que no se podían dar el lujo de suspender una función, con todo lo que se vendía con anticipación. Era una locura -recuerda hoy la actriz de 63 años-. Entonces convocaron a un casting de reemplazo: una actriz que hiciera todos los personajes de las mujeres y un actor que hiciera todos los de los varones. Me tomaron y me tocó hacerlo un montón de veces: las actrices se enfermaron, faltaron, filmaron pelis, tuvieron que viajar… En 2020, cuando inició la pandemia, me dieron el rol fijo de la secretaria del consultorio, y después, cuando volvimos ya postpandemia, empecé con el rol de María, que hago actualmente”.
Por las rutas argentinas
A los dos años de iniciada la puesta en el Multiteatro hubo otro signo del éxito: la creación de un elenco de gira, para montar la obra en todo el país. Diego Freigedo, Ernesto Claudio y Gabriela Licht fueron parte de ese grupo que, durante seis años, llevó Toc Toc a distintas salas argentinas. En 2014, Freigedo peleaba con las dificultades de conseguir trabajo como actor y, entre los rebusques de hacer eso que tanto le gustaba, conoció en un evento a Leticia González de Lellis, quien era parte del elenco de gira de la obra. Un día, ella le dijo: “Hay un casting, pero es raro: tenés que estar disponible siempre y saber tres personajes”. Era también, como en el caso de Grinblat, la búsqueda de un actor de reemplazo. “Yo no sabía si agarrar -se acuerda el actor de 51 años-. Mi mujer me pegó en la nuca con una chancleta y me dijo: ‘Dale, agarrá, es importante. Es Toc Toc, el suceso del teatro nacional’”.
En el elenco actual -conformado por Freigedo, Grinblat, Licht, Claudio, Roberto Antier, Natacha Córdoba y Mora Lestingi– están quienes pertenecen a la era fundacional, quienes se sumaron en el camino y hasta quienes llegaron recién este año, como en el caso de Antier, quien explica su felicidad: “Me encantó que me llamaran, porque yo había visto Toc Toc y me parecía entrar a un clásico. Estoy feliz”.
Lía Jelín, a sus 90 años, fue una de las grandes impulsoras para que esta obra viera la luz en Argentina y es su directora histórica. Entre todos, en diálogo con LA NACION, intentan desentrañar las razones detrás de este fenómeno que es Toc Toc y que, dicen, se ha replicado de esta manera fantástica solamente en nuestro país.
“Cuando la leí, en su versión original traducida, me pareció larga pero me dejó deslumbrada -cuenta Jelín-. Antes que todo por el tema: que se tratara de los TOC, de los que por entonces muy poca gente sabía que eran así duros y difíciles. Después me di cuenta de que dentro de la obra estaban Esperando a Godot de Beckett, porque los pacientes esperan al psiquiatra que no viene, y A puerta cerrada de Sartre, ya que una vez que entran ninguno sale por el profundo deseo de querer curarse. El tema me pareció fascinante y creo que es el gran motivo de su éxito. Los temas en el teatro son siempre los mismos: amor, celos, pasión… Es difícil encontrar un tema nuevo. También me llamó la atención el hecho de que estuviera escrita en zig zag: dolor, humor, dolor, humor… Chaplin se cae porque pisa una banana y te reís. Si no hay dolor, no hay humor”.
Freigedo toma las palabras de su directora. “Lía siempre nos dice: ‘Tienen dolor ustedes; no hagan humor. Vivan los personajes con dolor, que la risa se construye sola con la situación’. Y es jodido eso -expresa-. Tenés que encontrar el punto justo y a la vez no perder el ritmo… Porque cada personaje es como un engranaje dentro de una máquina. Siempre lo hablamos con los chicos: esto parece circo disfrazado de teatro, porque es pim-pam-pum-remate, pim-pam-pum-remate, y en el medio de esa mecánica que no se puede romper, porque quedás muy expuesto, tenés que transitar y vivir el dolor del personaje”.
La identificación, según el elenco, es otra de las razones que puede explicar la vigencia de la obra que producen conjuntamente Morris Gilbert, Tomás Rottemberg, Eloísa Cantón, Sebastián Blutrach y Bruno Pedemonti. Jelín aporta un recuerdo: a la salida del teatro apareció un muchacho que, mientras movía nerviosamente la pierna, les explicaba que si fumaba tres cigarrillos en Capital, debía fumar otros tres al pisar la provincia. Licht se suma haciendo memoria: “Nosotros hicimos mucha gira en los pueblos: nos recibían como si fuésemos los Rolling Stones y nos esperaban a la salida para hablar. Me acuerdo de un espectador, que nos dijo: ‘Ay, yo era el loquito del pueblo hasta que vinieron ustedes. Ahora la gente me ve de manera diferente’”.
El ritual de verificación, la compulsión por el orden y hasta el Síndrome de Tourette son algunos de los trastornos que visibiliza la obra. Un estudio que la Organización Mundial de la Salud (OMS) llevó adelante en 2016 reveló que la Argentina es el país con más psicólogos del mundo: según la estadística, hay 222 profesionales cada 100 mil habitantes. ¿Tendrá eso algo que ver en la vigencia de una obra que sube a escena la problemática de vivir con obsesiones y ansiedades?
Licht, quien además de actriz es psicóloga, ensaya su respuesta: “Creo que tiene mucho que ver. Una nunca lo sabe ni lo sabrá a ciencia cierta, pero yo creo que sí… Y sin embargo, mirá lo que pasa con los extranjeros: no hay ningún otro país supuestamente tan psicoanalizado o tan “terapeutizado” y para los habitantes de otros países sigue siendo una bomba venir a ver Toc Toc”.
Hace ocho años -cuando el elenco lo conformaban Mauricio Dayub, Gimena Riestra, Daniel Casablanca, Laura Azcurra, Natacha Córdoba, Diego Gentile y Jorgelina Vera-, la cuenta oficial de Multiteatro posteó: “Toc Toc se convirtió el domingo en la comedia más convocante de la historia argentina con 1.264.767 espectadores, y superó a Brujas. Aquella declaración, que entre otras cosas motivó a los periodistas Carlos Ulanovsky y Hugo Paredero a escribir un libro analizando el fenómeno teatral (“Siete personajes en busca de un Toc Toc”), puso en cifras el éxito de la pieza de Baffie en nuestro país, que actualmente ya superó las cinco mil funciones y los dos millones de espectadores.
Drenar el dolor
Las que son incontables son las risas que genera el espectáculo, que curiosamente tiene ese efecto más allá de tratar con delicadeza y seriedad lo que les sucede a los personajes. “Creo que los espectadores se identifican y se ríen de ellos mismos”, hipotetiza Claudio. Y enseguida Freigedo aporta su interpretación: “Hay situaciones que son graciosas más allá de lo terrible. Como nos pasa en los velorios, que está inflamable el ambiente y de una chispita uno se empieza a matar de risa para drenar otra cosa, para relajar. Acá pasa mucho con el público: es una manera de acercarse al dolor. Conocen los TOC a través de la risa: es un puente. Porque después a eso se lo capitaliza y viene el sentido profundo de la obra”.
“Toc Toc es una obra antiindividualista”, explica Licht. Y agrega Lestingi: “Lo es ya desde la estructura: yo lo veo un poco desde afuera porque mi personaje no está todo el tiempo en escena, pero los otros seis sí. También esta sala y esta cercanía con el público generan una unión grupal entre los espectadores y nosotros”.
¿Un imposible? Querer descubrir las razones detrás del éxito de Toc Toc. Y, sin embargo, en tiempos que profesan la selfie y la mirada centrada en uno mismo, tal vez haya una posible explicación en aquella odisea colectiva y esperanzadora en la que se aventuran un elenco y sus criaturas sobre el escenario desde hace 15 años.
Cruzada de piernas sobre la silla que su personaje limpiará antes de sentarse, dice Córdoba: “Cada uno entra consigo, con su propio conflicto, que cuando se transforma en un trastorno obsesivo compulsivo es muy limitante y angustiante para quien lo padece, hasta que se encuentran todos en este espacio del que no se pueden ir y se va armando una grupalidad, que chisporrotea, sí, porque no son compatibles, pero ahí es donde empieza el conflicto grupal”. “Como ocurre en la sociedad”, le sugiere Lestingi, su hija. “Sí, -afirma Córdoba-, como la sociedad, pero en un miniespacio con siete personas. Y entonces sucede que el conflicto grupal va desencadenando una búsqueda de mirar al otro, de ver qué le sucede al otro y de pensar en cómo se apoyan unos a otros para salir de esta situación”.
Para agendar
Toc Toc. Funciones: de miércoles a domingos. Sala: Multiteatro (Av. Corrientes 1283).