La película cuenta que Platense logró su consagración el domingo pasado en el Torneo Apertura al derrotar en la definición a Huracán por 1-0 en Santiago del Estero. Ese buscado primer título de campeón en sus 120 años de historia tiene una precuela que encierra una semblanza de amistad, sueños, azar, pasión y oportunismo. Todo se conjugó para la fundación del club, hoy radicado en Vicente López. Una fija, un acierto, un plan perfecto.
El origen, sin embargo, se remonta a situaciones enlazadas en otros puntos de Buenos Aires. Era 1904: tranvías, calles de tierra, edificios de no más de seis pisos, espectáculos al aire libre y dos hipódromos conviviendo relativamente cerca en una ciudad cuyos límites de barrios no estaban tan marcados como en la actualidad. El turf se convirtió en la puerta de entrada para cumplir un anhelo, de la manera menos imaginada.
Antonio Meraggia era un changarín del ferrocarril Central Argentino que trabajaba en la estación Retiro. Sus días transcurrían entre ese informal empleo, que incluía llevar bultos por un bajo sueldo y algunas propinas, y su vínculo con un grupo de amigos que se reunían bajo los faroles esquineros en una Recoleta lejana a la suntuosidad de hoy. En Posadas y Callao, el muchacho llegó un día al encuentro con un dato y una idea. Apasionados por el fútbol y las carreras, lo escucharon José Viviani; los hermanos César, Julio y José Pianarolli; Carlos Garbagnati; Santos Aliverti; Leopoldo Lacoste; José Roggerone, y Roque Jaureguiberry. “Tengo una fija”, salió de su boca, compartiendo lo que había oído mientras acompañaba a un pasajero, un propietario de caballos entrenados en La Plata.
Los convenció de que juntaran entre todos 10 pesos para apostarle cinco boletos a Gay Simon en la cuarta carrera. Sobre 1700 metros, a las 3 de la tarde, iba a correr el Premio Druid, en el hipódromo Nacional, en el Bajo Belgrano. El potrillo hijo del semental británico Gay Hermit y la yegua Simper era el número 3 entre 19 anotados. Meraggia había quedado en medio de una charla que involucraba al dueño y sintió que “no podía perder”. Sus amigos aceptaron la propuesta, confiados en la historia y aferrados a una ilusión pese a que no era uno de los favoritos, y cada uno puso un peso.
Aquel día, todos siguieron a Meraggia hasta el terraplén y esperaron la carrera. Cuenta la leyenda que, concretada la jugada, cuando iba llegando el momento de la largada varios ni se atrevían a hablar y el corazón les latía cada vez más rápido. Gay Simon llegó a la recta final cerca del puntero, pasó a ganar y cruzó el disco con tres cuerpos de ventaja. ¡Un batacazo! El griterío, los saltos y los abrazos de los integrantes del grupo expusieron todo lo que les corría por dentro, en las venas y en sus mentes. La alegría del acierto tuvo un condimento extra en la recompensa: cobraron 445 pesos, una fortuna para esa época, al punto de que los utilizaron para adquirir camisetas, pelotas, infladores y un puñado más de elementos. Ya podían formalizar los trámites para fundar un club y avanzar en la idea de afiliarlo a la Asociación Argentina de Football (AAF), por lo que comenzaron la búsqueda de un predio donde pudieran construir una cancha.
𝐄𝐋 𝐎𝐑𝐈𝐆𝐄𝐍 🔙
𝘋𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘯𝘢𝘤𝘪𝘰́ 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢, 𝖺𝗅𝗅𝖺́ 𝗉𝗈𝗋 𝟣𝟫𝟢𝟧 🐎 #SiemprePlatense🤎 pic.twitter.com/BSkSjukvzW
— Club Atlético Platense (@caplatense) May 30, 2024
La sede inicial, donde conformaron la Comisión Directiva, funcionó en Callao 2058, la residencia de Garbagnati. Y no tardaron en volverse más frecuentes las reuniones en la carbonería de Aliverti, ubicada en Posadas 1515. Meraggia, con el pecho inflado de tanto orgullo por su rol previo, aceptó ser vocal. El primer presidente fue Viviani. Faltaba ponerle nombre al club y surgió una pregunta: “¿Para qué caballeriza corrió Gay Simon?”. Enseguida se escuchó “¡Platense!“. Ninguno dudó de que ésa era la denominación perfecta, en señal de agradecimiento. Incorporaron los colores blanco y marrón en las camisetas años después de las originales rojas y negras, coincidiendo con la chaquetilla y los botones que llevaba el jockey en representación de ese stud en aquella tarde del triunfo.
Aquel año, el potrillo disputó además el Premio Eduardo Casey (2200m) en el hipódromo Nacional, donde para llegar se tomaba un tranvía, cuyo boleto de ida y vuelta valía 10 centavos. Si los apostadores perdían todo en las carreras tenían asegurado parte del viaje de regreso, aunque quedaban varados en el cruce de “Pampa y la vía”, lo que generó una popular frase que trascendió los tiempos. No fue el caso de este exitoso grupo de amigos.
Después, pero en Palermo, Gay Simon afrontó el Gran Premio Internacional, hoy Carlos Pellegrini, aunque ese 16 de octubre fue uno de los tantos caballos que no pudieron con el crack Old Man, que obtuvo el triunfo y completó la Cuádruple Corona argentina. Incluso, al año siguiente, el de la fundación de Platense, fechada el 25 de mayo, Old Man repitió la victoria en la competencia más importante del turf nacional.
En 1907, el hoy club campeón del fútbol argentino construyó un campo de juego en Posadas 427, Retiro, en un predio municipal que se inundaba cuando había sudestada y en el que los jugadores terminaban completamente embarrados los partidos. En 1910, ya con todas las exigencias mínimas cumplidas, Platense se afilió a la AAF y jugó como local allí el torneo de segunda, su primero oficial.
𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘢 𝘱𝘪𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘭 2️⃣0️⃣2️⃣4️⃣ #VamosCalamares🦑 pic.twitter.com/exQzPI1YCP
— Club Atlético Platense (@caplatense) January 23, 2024
El turf quedó como parte de la vida de Platense, que tiene un museo con objetos recuperados de la época, entre ellos el cronómetro que se utilizó en aquella carrera. A pasos del estadio desde hace décadas funciona una agencia hípica, abierta todos los días, y en 2024, la pista del hipódromo de Palermo y parte de sus instalaciones sirvieron como escenario para la campaña de presentación de indumentaria conmemorativa.
Del origen en clave de relincho al grito de campeón.