Como todos los 31 de mayo, se celebró días atrás el Día Mundial Sin Tabaco, con el fin de advertir a la población sobre los peligros que supone el consumo de tabaco y, en la actualidad, prender las alertas respecto del vapeo, tan popular entre los jóvenes.
Como parte de la campaña nacional “El vapeo y sus riesgos”, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) difundió un comunicado en el que calificó la situación actual de grave problema sanitario. Los vapeadores contienen nicotina y otras sustancias tanto o más perjudiciales que el cigarrillo convencional, responsable de millones de muertes anuales en todo el mundo.
La SAP también alertó sobre el “daño pulmonar agudo por cigarrillo electrónico”, conocido como Evali por sus siglas en inglés, enfermedad respiratoria potencialmente mortal que se origina por el vapeo excesivo. Se trata de una lesión inflamatoria que pone en serio riesgo la función respiratoria.
No menos importante es que no se debe perder de vista que la maduración del cerebro se alcanza recién a los 25 años, por lo que la exposición a este tipo de sustancias puede afectar el comportamiento y el aprendizaje de los jóvenes, generar adicción y provocar daños irreversibles.
Es hora de tomar en serio los efectos de los cigarrillos electrónicos y de todos los dispositivos cubiertos bajo la denominación de vapeadores, dejando en claro que existen riesgos relacionados con el uso de estos productos, en especial sobre la salud pulmonar, cardiovascular y cerebral, sin dejar de lado otras afecciones y el preocupante desconocimiento de los daños a largo plazo.
Uno de los mayores peligros es que los adolescentes suelen pensar que no es invasivo y que, por ende, es menos dañino que el cigarrillo, lo que constituye un grave error. Según la SAP, el vapeo no solo no es inofensivo, sino que implica riesgos reales para la salud, incluyendo la adicción y otros efectos negativos.
Empresas tabacaleras y de cigarrillos electrónicos han convertido a los adolescentes en un blanco fácil para colocar sus peligrosos productos a través de estrategias de marketing que astutamente buscan confundir, minimizando los riesgos.
Además de componentes de sabor atractivos, como frutales, chicle, chocolate, vainilla, menta o bebidas tipo cola, estos dispositivos suelen contener sustancias potencialmente cancerígenas, como propilenglicol, diacetilo, glicerina vegetal, acroleína y formaldehído, con el agravante que no se han testeado los efectos de algunas de ellas al ser inhaladas.
La creciente popularidad de los cigarrillos electrónicos socava gravemente los esfuerzos que desde distintos ámbitos se realizan para controlar el consumo de tabaco. Campañas de concientización y educación en entornos escolares, así como el aprovechamiento de las redes sociales para una mejor difusión, deben ponerse al servicio de proteger a las generaciones presentes y futuras de estos males que ya se han cobrado tantas vidas.
