“–Soy… –María Cristina está a punto de romper a llorar–. Soy una…”. Y ahí se frena. Para entonces han transcurrido casi un centenar de páginas del relato y ya sabemos que la protagonista se llama María Cristina Palma y que es la bellísima esposa del primer ministro de Italia pero, como le ocurre a ella misma, todavía ignoramos quién o qué es, en sentido profundo, y acaso no lleguemos a saberlo hasta el final de la seductora novela que Nicolò Ammaniti (Roma, 1966) tituló, con solapada ironía, La vida íntima.
Es que, en los hechos, la intimidad de esta mujer se confronta con una agitada vida pública, y ese choque pauta una paradoja, que alguna vez amenazará con volverse trágica por el lugar social en el que asoma. Lo cual, por lo demás, y a los efectos de un eficaz resultado literario, estimula una intriga irresistible. Ammaniti se aleja aquí de sus angustiantes historias de niños (como el de No tengo miedo, que Gabriele Salvatores transformó en film) y concibe a una mujer que anda por los cuarenta y tantos y que, sin asumirse en diva, impresiona con la apariencia de la perfección. Por el momento, al menos, se mueve en una órbita afín a las “ricas y famosas” y, además, es extremadamente bella. ¿Qué más?
Un chispazo, sin embargo, altera el encanto de su privilegiado sitio de poder. Y la tecnología viene a marcar la diferencia con los desencantos que proponían las cartas en la literatura del romanticismo: un día, junto con viejas fotos, ingresa en su celular un video que la muestra en una escena eróticamente comprometida, en un registro de veinte años atrás. La posible viralización, el fantasma del escándalo, todo amenaza con un tembladeral que podría repercutir en las esferas políticas, allí donde su marido ejerce el más alto rango. Ahí despunta un tal Nicola Sarti, el “emisor” del video, antiguo amigo y ocasional amante de ella, cuya ambigüedad, como carácter, Ammaniti maneja con astucia hasta el final.
Estas intrigas, en las que en Italia los medios juegan un papel central, tuvieron su apogeo con el berlusconismo, una era de la que –sin mencionarla– el autor rescata los manejos mediáticos en relación con la política. Lo hace con un humor socarrón, apelando con ironía a fórmulas retóricas propias de los relatos feéricos. “Ahí va nuestra heroína corriendo a campo traviesa…”, subraya el narrador innominado que en otro pasaje señala que esa mujer está sometida a la ejecución de roles.
Al cabo de varios años sin publicar, Ammaniti vuelve a ejercitar su sagacidad para dosificar la intriga, en un texto iluminado por finas descripciones, si bien no se priva de algún que otro golpe de efecto. No obstante, la totalidad del relato revela el contundente oficio de uno de los narradores italianos más convocantes de la actualidad.
La vida íntima
Por Niccolò Ammaniti
Anagrama
Trad.: Juan M. Salmerón Arjona
307 páginas, $ 31.800