Con un salario docente promedio de USD 632 y sólo el 67% de las maestros y maestras que consideran la docencia como su primera opción profesional, México necesita una revalorización urgente de su fuerza educativa.
Suelo reflexionar sobre el verdadero impacto de la inteligencia artificial inteligencia artificial en la educación y, sinceramente, mi mente siempre regresa a la imagen de una maestra o maestro. Me pregunto si alguna tecnología podrá replicar ese brillo en los ojos de un estudiante cuando, por fin, comprende algo que le costaba, o reemplazar el abrazo que consuela tras un mal día. La IA es fascinante, sí, pero la verdadera revolución no reside en los algoritmos, sino en la pasión y la mirada de quienes enseñan.
En México, enfrentamos desafíos urgentes que van más allá de la implementación tecnológica. Me preocupa que, mientras la agenda de tecnología avanza, la formación y el reconocimiento de nuestros docentes no lo hagan al mismo ritmo. Los salarios bajos, un promedio de USD 632, y el hecho de que solo el 67% de los maestros consideren la docencia como su primera opción profesional, reflejan una desvalorización social que afecta la motivación y permanencia en la carrera. Según el “Informe mundial sobre el personal docente” de la UNESCO, nuestra región necesitará 3.2 millones de docentes adicionales para 2030, una cifra que me hace cuestionar si estamos haciendo lo suficiente para preparar a las futuras generaciones.
Sin duda vivimos tiempos de incertidumbre. Por un lado, la necesidad imperante de construir un mundo sostenible; por otro, el temor a que la IA desplace a los docentes en un contexto donde la profesión ya lucha por su prestigio. Estas preocupaciones me impulsaron a, junto con UNESCO, iniciar la Certificación Docente en Innovación Social para el Desarrollo Sostenible a través de Learning by Helping. Mi objetivo es que los docentes puedan ser embajadores de la sostenibilidad.
En la primera edición, más de 5000 educadores de México y América Latina se capacitaron con una metodología que les permite crear soluciones a problemas reales. Me llena de orgullo ver cómo esta iniciativa ha reavivado la pasión en docentes con más de 20 años de trayectoria y ha impulsado a otros a liderar proyectos que contribuyan al Desarrollo Sostenible. Como señaló Zelmira May de la UNESCO, el tiempo que dedican a mejorar es invaluable, y no podemos fallarles.
Este entusiasmo me ha impulsado a renovar mi compromiso con UNESCO para una segunda edición de la Certificación entre septiembre y diciembre de este año. Queremos llevar la educación para la sostenibilidad a cada aula de México y la región, construyendo un movimiento educativo que no se detiene.
Es crucial que, en un contexto donde algunos gobiernos relegan la agenda de sostenibilidad, mantengamos vivas las iniciativas que forman a quienes realmente hacen posible el cambio. La docencia debe ser una profesión colaborativa, enfocada en la reflexión, la investigación y la innovación. Estoy convencido de que el camino está en utilizar nuestros recursos para potenciar lo humano. Porque la revolución educativa no reside en los algoritmos sino en la pasión y la mirada de quien enseña, y eso, queridos colegas, nunca podrá ser replicado por una máquina.
*Tomy Megna, Director Ejecutivo de Learning by Helping