Manuela Martínez: indagar en el sentido de las primeras cosas

admin

Aunque haga teatro o cine, siempre es la escritura. Desde que recuerda, quiso escribir. A los 6 años vendió su primer libro: una historia de princesas que armó en una hoja A4 “dobladísimas en mil partes” hasta llegar a ese formato pequeño que le vendía a los amigos de sus familias. Con ganancias dobles, además, por ser hija de padres separados. Mucho del universo de la infancia, de lo que sucedía en esas casas duplicadas, en el cuerpo de una adolescente que habla de su cuerpo, son algunos de los temas que aparecen –ficcionalizados, claro– en los cuentos de Días de estreno (Rosa Iceberg), el nuevo libro de la escritora y actriz Manuela Martínez.

El mundo del arte le es familiar, hija de Mercedes Morán y Oscar Martínez, se crio entre ensayos y sets de filmación. Como actriz trabajó en Sueño Florianópolis, de Ana Katz, y Familia Sumergida, de María Alché. Codirigió la Revista Palta, en los días en que trabajaba en Eterna Cadencia. También guionista, su corto Instrucciones para Adela ganó el concurso Historias Breves (Incaa). En Días de estreno, algunos de los nombres de los cuentos refieren a ese otro oficio suyo: “Segundo plano”, “Ensayo general”. El título puede leerse como la previa de una presentación artística o como un tópico en sí: las historias de iniciación. “Me encantan. Soy muy lectora de eso”, dice Manuela Martínez, a casi dos años de haber sido mamá, algo que la llevó a pensar en cerrar una etapa. Porque si bien ya tenía una primera novela publicada en 2021, El último hombre perfecto, con la llegada de su hija Francisca, la cosa iba a cambiar. Entonces, a los 30 años, sobre este libro dice: “Fue algo así como una carta de despedida a la juventud”. Sentada en una tarde de otoño a la mesa de un bar de su barrio –donde suele ir a escribir–, Manuela Martínez habla de sus oficios amados, y también de maternidad, feminismo, y los temas siguen. Como el golpeteo fuerte y que no para de una obra de la casa lindera al bar, y sobre esa base rítmica de lo que está en construcción, ella habla, también, de la novela sobre la que trabaja.

–¿Cuál fue la génesis de Días de estreno?

–Cuando quedé embarazada noté un cambio grande en mi escritura, en mi mirada en general de la vida. Me di cuenta de que todo lo anterior formaba una unidad y quería cerrarlo, porque ya no iba a continuar en esa línea. Un poco con ese objetivo, yo soy bastante exigente con mi trabajo, dije: me pongo esta fecha y voy a revisar los cuentos que tengo hasta ahora. Edité un par de cosas de los últimos años antes de ser madre. Encontré algo común en todas y algo que me interesaba. Por supuesto que quedaron textos afuera. Fue algo así como una carta de despedida a la juventud. O algo de eso de decir: bueno, esto cierra acá.

–En el libro, hay una lupa puesta en los cuerpos. Hablar de todo lo que pasa: las ansiedades, hoy me quiero mañana no, el armado de un mapa sexual. ¿Cómo fue trabajar sobre eso?

–Lo empecé a escribir cuando me empecé a interesar en el feminismo. Bueno, el feminismo me interesó siempre. Pero con la etapa de la ESI, con cómo se había conformado mi sexualidad y las de mis amigas, para mí hubo algo muy revelador cuando entendí que la sexualidad no era solo lo genital, que hay muchas otras cosas que conforman la sexualidad de cualquier persona. La mirada que tiene sobre su cuerpo, cómo come, la mirada sobre lo que come o no. Cómo tramita la ansiedad. La mirada sobre las historias de amor; tanto lo que consume de la televisión como en su familia, en otros lados. Un montón de abusos que sufrimos las mujeres, lamentablemente. Traté de escribir una especie de collage de escenas que habían conformado la sexualidad de este personaje. De abrir y pensar en las distintas formas de habitar el cuerpo, desde hacer deporte hasta cantar y sentir la vibración de la voz en el cuerpo o tener sexo por primera vez.

–Entonces, ¿cómo es tu relación con el feminismo?

–El feminismo me atravesó desde muchísimos aspectos, pero por supuesto que para estar mejor: aceptate, querete como sos. Llegué a la juventud un poco con esa escuela. Me costaba muchísimo, como a muchas. Como que la solución estaba en vos: querete, valorá tu cuerpo. ¿Y cómo hago, si todo el tiempo me están indicando que eso está mal? Creo que también desde ahí un poco apareció el feminismo y ese primer cuento tiene que ver con eso. Con cómo entender el propio deseo, cómo habitarlo. Cómo conectar con el disfrute de un cuerpo que todo el tiempo está siendo negado. Eso fue un poco lo que me motivó en el cuento. Hay algo de la ideología en general, cualquiera, en la literatura, que siempre va a estar, porque es mi mirada del mundo, pero trato de que los textos no sean panfletos ni nada. Después, la literatura. Simplemente es mi mirada del mundo. Y sí traté de pensar eso: un collage. Me gustaba ese formato porque ahí hay algo donde todo tiene el mismo valor. Donde se superponen escenas que parece que son de un distinto orden, pero es como una lista donde están todas medio igualadas.

–En algunos cuentos está esto de: en la casa de mamá esto, en la de papá aquello. Con padres conocidos, ¿cómo te despegaste de eso, de contarlo sin que piensen en ellos?

–No sé si me despego de eso. Sí en cuanto a escribir. Yo no escribo pensando en eso. Porque yo escribo desde mí. No solo desde mi realidad y vivencias (cosas que puedo llegar a tomar de mis padres), sino también desde mis ideas, mi cabeza, mis inventos, mis cuentos. Yo no estoy pensando en lo que miran los demás cuando escribo. Mucho menos en lo que miran los demás en cuanto a mis padres famosos, para mí eso es algo que está lejano. Sí me pasa que en estas instancias del orden de la lectura o la entrevista, noto el foco más en el chisme que en la literatura o que en mí, incluso. Y eso sí me cuesta un poco más.

–La literatura hace que vos ficcionalices.

–Claro. Si yo tuviese que decir qué hay de mi vida, no me molestaría exponerme. Hay un montón de inventos y también cosas que tienen que ver con mi vida, mi mirada del mundo, la familia que tuve. Y cada vez que hable de una familia, de alguna manera voy a estar hablando de la mía, pero eso no quiere decir que un personaje sea mi papá. O mi mamá. Y me parece que a veces es difícil hacer esa separación y cuando se hace la lectura diciendo que son ellos, yo creo que es irrespetuoso, más por ellos que por mí; a ellos no les importa. Pero me parece que no es lo mismo exponerme yo sola que exponer a otros. Yo escribo lo que escribo porque realmente no siento que esté exponiéndolos. Son personajes. Incluso si fuese un hecho real, la literatura sí o sí es un recorte y un punto de vista específico y eso hace que, ya de por sí, sea ficción.

Escribir para reescribirse

Para que la escritura en Manuela Martínez estuviera ahí, primero tuvo que llegar la lectura. “Me gustaba mucho leer. Les pedí a mis papás que me enseñaran a leer y escribir antes de ir al colegio”, remarca. En su familia eran todos lectores. Sobre sus oficios, y aunque haya estudiado distintas cosas, reconoce que a la par de lo que hacía, la escritura sucedía en todo momento. “Siempre estuvo en mí una forma de escritura antes que la actuación. Si actuaba, escribía. En mi cabeza antes de que yo me diera cuenta, estuvo siempre la escritura”. Estudió teatro con Nora Moseinco, Paula Grinszpan, Claudio Tolcachir. Trabajó haciendo foto fija en un set de filmación donde estaba la actriz Lorena Vega. “Me vio y me dijo: ‘Vos tenés que actuar, tenés que estar acá con nosotras, no del otro lado’. Y yo decía que no. Hasta que dije que sí”. Como escritora, pasó por la Universidad Nacional de las Artes y los talleres de Santiago Llach. Ahí donde ahora ella da clases, como el seminario sobre lectura de Mujercitas, que la espera en septiembre.

“Mis papás fueron una buena escuela, en el sentido de enseñarme una forma de ver el mundo y tienen una mirada de mucho conocimiento sobre teatro, cine y personajes»

–Volvamos a Días de estreno, ¿por qué un libro sobre la iniciación?

–Soy muy lectora de eso. Creo que sigo escribiendo textos de iniciación. Esto que trabajo en mi nueva novela, sobre el embarazo, sigue siendo de iniciación. Siento que soy una niña que no va a crecer nunca y que siempre va a estar escribiendo textos de iniciación hasta que sea muy grande. Es una forma de que me sienta bien. Me gusta escribir sobre momentos donde se descubre algo, donde nace algo nuevo. Son temas que me llegaron. A veces un texto que está empezando es muy metafórico, es todo lo primero. Eso como estrenar una sensación. Ser otra persona por un rato: también tiene que ver con la actuación.

–Según tu experiencia, ¿son similares las formas de crear personajes en literatura que en teatro?

–No tengo una escuela tan clásica de actuación para pensar al personaje desde ese lado, sino más desde habitarlo y pensar la verdad de ese personaje. Mis papás fueron una buena escuela, en el sentido de enseñarme una forma de ver el mundo y tienen una mirada de mucho conocimiento sobre teatro, cine y personajes.

–¿Les preguntabas a ellos o preferías tomar distancia?

–No necesitaba preguntar. Es algo constante en mi casa donde se opina sobre lo que pasa. Voy al teatro con mi mamá desde que soy muy chica, me llevaba a los ensayos. Yo no estaba papando moscas, me gustaba ver qué indicaciones le hacían y qué pensaba ella. Y ella me decía: “Me di cuenta de que este personaje va a funcionar mejor”. No por ponerse en un lugar de enseñar, sino que me contaba lo que pensaba y yo siempre estuve muy atenta a eso. Entonces sí fue una escuela de aprender a mirar a los personajes. De mirar una película juntas y que me dijera: “Mirá qué bueno esto” o “Qué mal aquello”. Crecí con esas miradas que me ayudaron a pensar y a ver el material artístico. Esa escuela la tengo.

–Tus padres están parados en lugares sociopolíticos diferentes, ¿cómo encontrás lo propio en medio de ellos?

–En ese sentido, estuve siempre más cerca de mi mamá. Tengo un modo de pensar más parecido. Sobre todo, creo, por el feminismo. No solo por algo más político o partidario, que puede ir cambiando. Con mi mamá hay un diálogo que siempre estuvo. Ella tiene algo muy genial que es que le importa mucho lo que dicen los jóvenes. Lo que digo, ella siempre lo escuchó con mucha atención. Desde chiquita, me decía: “Yo voy a aprender de vos”. Y desde ese lugar me dio mucha apertura. Un montón de veces también le marqué cosas y ella me respondió: “¿Sabés qué? Tenés razón”. De feminismo o de política muchas veces no compartimos la misma opinión, pero me escucha. Mi papá también me formó. Políticamente, yo discutí mucho con él. Es muy inteligente. De chica, me acuerdo que si se hablaba de algo de política en el colegio, yo llegaba a casa y le preguntaba qué opinaba de eso. Yo buscaba una discusión. Muchas veces no, estábamos de acuerdo, como con el sentido de la democracia. Como que hay cosas que no se negocian. Incluso por la contraria, aprendí un montón de argumentos que, si no, nunca me los hubiese planteado.

–Desde la maternidad, ¿cómo te relacionás hoy con la escritura?

–No lo sé [ríe]. El primer año escribí mucho. Cerré este último libro embarazada y durante los primeros meses de la bebé. A la par, escribí una novela sobre maternidad. Y hace unos meses cerré un primer borrador y me cuesta volver a conectar con eso. Pero sé que siempre voy a escribir. No tengo conflicto con eso. Habrá que encontrar una forma nueva, como hay que encontrarla para todo.

–¿Cómo es ser mamá para vos?

–Me encanta. Lo disfruto un montón. En mi caso, pasó algo al revés. Crecí en una familia y en un mundo bastante feminista. Mi mamá siempre me bajó una línea muy feminista. Aparte de madre, independencia económica. Para mí ese mandato estuvo siempre incluso más arriba que la maternidad, te diría. También crecí escuchando discursos del lado B de la maternidad: que era difícil, que era duro. Cuando me cayó la ficha de que iba a tener un hijo, me daba miedo pasarla mal. No tenía solo el lado ideal. Sabía que yo iba a cambiar, pensaba en qué me iba a convertir. Me preguntaba si no iba a tener más amigos, si no iba a escribir. Pero cuando nació mi hija dije: “Esto es hermoso”. A mí me hizo muy bien ser madre. Me centró, me ordenó las prioridades.

Deja un comentario

Next Post

Atentado Miguel Uribe: Daniel Briceño aseguró que la fiscal General no puede dejar el caso en la “impunidad”

El concejal de Bogotá Daniel Briceño criticó la falta de protección del precandidato presidencial Miguel Uribe, que fue víctima de un atentado en Bogotá el 7 de junio de 2025. El funcionario aseguró que los hechos demuestran que hay fallas que derivaron en estos actos de violencia. “Estamos muy golpeados […]
Atentado Miguel Uribe: Daniel Briceño aseguró que la fiscal General no puede dejar el caso en la “impunidad”

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!