Cuando Netflix estrenó Grace and Frankie (la serie protagonizada por Jane Fonda y Lily Tomlin) uno de los temas que más se debatió fue cómo la ficción lograba visibilizar algo que no era común ver en la televisión. Es decir, mujeres y hombres que, ya pasados sus 60 años, mantenían vidas ricas en todos los aspectos, incluido el sexual, y rompían con la imagen de “los abuelitos” cuya narrativa solo sostenía la de personajes más jóvenes.
Mientras que los latinos tenemos otra producción cultural que hace algo similar (la película protagonizada por China Zorrilla y Manuel Alexandre, Elsa y Fred), lo que quizá es más novedoso es que hoy aquello que llamó la atención no solo posee un nombre, sino también es analizado como un fenómeno social. Llamado sexalescencia (por la combinación entre las palabras “sexagenario y ”adolescencia»), se trataría de una etapa de redescubrimiento y plenitud en la madurez.
Cómo se define a la sexalescencia
Acuñado por el doctor, Manuel Posso Zumárraga, una de las definiciones más difundidas fue la realizada por el médico español Ángel Durántez quien sostiene que se trata de “aquellos hombres y mujeres que, lejos de resignarse a un papel pasivo o marginal en la sociedad, eligen mantenerse activos, saludables y socialmente conectados” y aclara: “Los sexalescentes se sienten jóvenes, pero sin intentar aparentarlo. Aceptan su edad sin renunciar al disfrute, al aprendizaje ni a la posibilidad de reinventarse“.
Es decir que, alejándonos de la antigua imagen de las personas mayores de 60 años que después de jubilarse se vuelven pasivas o desconectadas del presente, se trata de personas que viven esta nueva etapa de su madurez con muchísima energía, curiosidad y un profundo deseo de seguir creciendo personal y emocionalmente: “Manejan las nuevas tecnologías, son modernos, progresistas, con ganas de disfrutar de la vida, aprender, colaborar con la sociedad, viajar, conocer a gente nueva y ser dueños de su destino”, explica Durántez.
Es que, ya alejados de las obligaciones (laborales y/o de crianza), aprovechan la libertad para volver a explorar sus intereses y disfrutar de manera activa los beneficios de esta etapa de la vida: realizan los viajes que siempre proyectaban, exploran nuevos hobbies, se suman a más actividades culturales, siguen aprendiendo habilidades, vuelven a apostar en las relaciones amorosas, viven su sexualidad con más fluidez y hasta retoman sueños que —por las obligaciones de la rutina— se vieron empujados a abandonar.
Cuáles son los factores que impulsaron esta tendencia
Claro que la sexalescencia no aparece de manera espontánea, sino que es el resultado de la combinación de diferentes factores sociales, culturales y médicos que cambiaron el concepto de vejez (y, sobre todo, de cómo se vive esta etapa):
- Las personas viven más años. Gracias a los avances de la medicina, no es raro que las personas lleguen a los 60 y 70 en un óptimo estado de salud física y mental. Esto no solo crea un nuevo paradigma (la vejez deja de estar invevitablemente asociada con la enfermedad y el deterioro), sino que también aumenta la cantidad de años disponibles para disfrutar la siguiente estapa de la vida, en la cual las responsabilidades del “trabajo y/o crianza” terminaron.
- La tecnología como una ventana a estar actualizados.El mundo no solo se amplió para los jóvenes, sino también para los adultos. Y hoy internet es, además de una forma de comunicación, una fuente casi inagotable de recursos: aprender un nuevo hobbie, un idioma o conocer nuevas personas, son todas cosas que se convirtieron en algo mucho más accesible. El proceso de aprender no solo mantiene en ejercicio al cerebro, sino que también actualizado con las últimas tendencias.
- Rechazo del edadismo. Desde los “abuelos influencers” hasta la construcción de la figura del jubilado como aquel que “vive la mejor vida de todos” (ya no tiene que cumplir con obligaciones), las redes sociales construyen fuertes discursos contra la idea clásica de envejecer y demuestran que esta etapa está lejos de ser pasivas o aburrida. Entonces, la sexalescencia nace también como una reacción a décadas de discursos que los excluían o infantilizaban.
Resignificar la sexualidad
Con el concepto de sexalescencia, esta idea de actividad y libertad, también es llevada al plano sexual. Rompiendo con el mito de que el deseo sexual disminuye o desaparece con la edad (“Eso es cosa de jóvenes”), en lo que hoy se tiene mucha claridad es que, lejos de apagarse, la sexualidad se transforma, se enriquece y, en muchos casos, se vive con mayor libertad y disfrute que en etapas anteriores.
Con mayor consciencia y menos presiones, en la sexalescencia los mandatos se dejan de lado y el erotismo se expande: priorizan el placer propio, la intimidad, el juego y la complicidad. Además de que no se limita al acto sexual a la genitalidad, sino que se buscan nuevas formas y se expresa en formas de un contacto más tierno, palabras compartidas y gestos que toman significado dentro de la intimidad.
Y esta vida sexual activa es uno de los puntos más importantes que demostró el estudio cualitativo publicado en Salud Colectiva, el cual recogió testimonios de adultos mayores que expresaban satisfacción, libertad y gratitud en relación con su sexualidad. Muchos relataron que: “el deseo no desaparece, sino que se vuelve más selectivo, más profundo, más significativo”.