“Empecé de cero y en mi cocina”: la historia de Sabrina, la pastelera que conquistó Instagram después de los 40 y con recetas de su abuela

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“Creo que mi abuela estaría muy orgullosa, no sólo por lo que logré, sino también de no haber bajado nunca los brazos. Ella fue sumamente importante en mi vida y en la de mis hermanos y primos. Fue una abuela como de cuentos, una abuela perfecta. Pasaron muchos años desde que se fue y yo sigo extrañándola como el primer día. Y les hablo a mis hijas de ella desde que nacieron. Está conmigo siempre”, dice Sabrina Onorato con emoción.

La pasión de Sabrina por la cocina nació cuando era muy chica. Para ella, cocinar siempre fue una forma de dar amor y conectar con los demás. Empezó a los 12 años, cuando su mamá, que trabajaba todo el día junto a su papá, le dejaba una notita con lo que había que preparar. Era una época en la que no existía You Tube para poder ver tutoriales. No había Internet. Debía arreglárselas como podía. Y ese era su gran desafío. Las papas al horno se convirtieron en su especialidadPara su papá, no había otras más ricas.

Su musa inspiradora

Por aquel entonces, Sabrina pasaba mucho tiempo con su abuela Ana. Y entre tantas cosas lindas que vivieron juntas, la pasión por cocinar fue lo que las terminó por unir cada día un poquito más.

Sabrina observaba con mucha atención cada uno de los detalles mientras su amada abuela cocinaba.

“Ella cocinaba todo casero, con mi abuelo tenían una huerta y para la merienda hacia bizcochuelo, strudel de manzana y otras recetas alemanas porque era hija de alemanes. También era la encargada de hacer las tortas para la familia en los cumpleaños. Admiraba la paciencia que tenía, los detalles de sus tortas, su amor por la cocina y su ternura como abuela”, cuenta, a la distancia.

Sabrina observaba con mucha atención cada uno de los detalles mientras su amada abuela cocinaba. Estaba a su lado, le acercaba los ingredientes y, además, la acompañaba a sus clases de repostería.

“Me acuerdo del glasé de limón, es una de las cosas que más le cuesta a la gente cuando empieza a cocinar y al ver cómo ella lo preparaba aprendí la consistencia que tenía que tener. No es difícil, pero tiene que tener una cierta consistencia para que quede bien blanco y a su vez se pueda esparcir”, dice. También recuerda con ternura un frasco que su abuela tenía, lleno de florcitas de glasé. Siempre se lo pedía: “Eran tan lindas”, dice con una sonrisa.

Sabrina, Diego, Sofía y Valentina.

Una carrera tradicional

Con el paso de los años, Sabrina siguió disfrutando de la cocina. Lo hacía como un hobby, pero en cada plato ponía las manos y el cariño que había heredado de su abuela, sumando además su propio estilo.

Al terminar el secundario, llegó el momento de elegir una carrera. “Nadie elegía estudiar cocina en ese entonces. No era algo común, no existían escuelas como ahora. Tenía que optar por algo más ‘tradicional’”, recuerda. Entonces se anotó en la carrera de Derecho. Explica que lo hizo porque veía muchas injusticias en el mundo y sentía que había personas vulnerables que necesitaban a alguien que las defendiera.

Vivir en Italia, un paso adelante para cumplir su sueño

Sin embargo, nunca se sintió completamente conforme con la carrera que había elegido. Casi todos los días le rondaba la idea de dedicarse, de manera profesional, a eso que realmente amaba.

La situación económica, política y social que atravesaba la Argentina en 2001 terminó siendo el empujón que necesitaba para cambiar el rumbo. En ese contexto, junto a Diego -su novio de entonces que se convirtió en su marido- decidieron probar suerte en el exterior. “La idea original era mudarnos a Miami, pero ocurrió el atentado a las Torres Gemelas y empezaron a exigir visas. Nosotros teníamos 22 años y sabíamos que no nos las iban a dar. Así que cambiamos Estados Unidos por Italia, ya que teníamos a nuestros abuelos italianos y podíamos obtener la ciudadanía”, cuenta.

Hace siete años Sabrina decidió abrir su Instagram donde, al principio, subía cuatro recetas por día y la seguían nada más que su familia y amigos.

El 6 de mayo del 2002, apenas tres días después de haberse casado, se fueron a probar suerte a Italia. Y les fue bien. Se quedaron casi cuatro años, cuando decidieron regresar al país, ya con un embarazo de siete meses. “En Italia aprendí mucho, mis amigas y compañeras italianas del trabajo me pasaban recetas y yo les brindaba recetas argentinas como los alfajorcitos de maicena que ellas amaban”, recuerda.

Una crisis que le abrió una puerta gigante

“Trabajo desde los 18 años. . Cuando mis hijas eran chiquitas, quise volver a trabajar, pero se empezó a complicar: el sueldo se me iba en la niñera, el micro, y además no tenía un horario fijo de salida. Las chicas me necesitaban. Entonces decidí dejar el trabajo y buscar algo de medio día, pero no encontré nada. Con el tiempo, empecé a sentirme mal. Me hacía preguntas como: ¿Qué voy a hacer cuando las nenas crezcan?, ¿Cómo me voy a reinsertar en el mercado laboral con más de 40?. Entré en una crisis… que hoy agradezco, porque gracias a ella estoy haciendo lo que realmente me apasiona», dice.

El día que estuvo en la mesa de Mirtha.

Hace siete años, Sabrina tomó una decisión que cambiaría su vida: decidió abrir su Instagram. Al principio, subía cuatro recetas por día y solo la seguían su familia y amigos. Al mismo tiempo, estudiaba y logró recibirse de pastelera profesional.

Lo que comenzó como un pequeño lugar para compartir su pasión, fue creciendo día a día. Esa comunidad mínima se transformó en una legión de seguidores que hoy roza el millón.

Entre sus recetas preferidas están el goulash, pollo al champignón, bondiola braseada, tiramisú y la pastafrola de pasta de avellanas, que es la más pedida por sus seguidores.

“Fue fundamental el apoyo de Diego y de mis hijas. Ellos me incentivaron para que hiciera lo que me gustaba. Sofi, con solo 10 años, me ayudaba a sacar las fotos, tenía buen ojo desde chiquita. Y se bancaron comer la comida fría para que yo sacara las fotos. Diego y las chicas hicieron que sacaron lo mejor de mí: me ayudan a crecer y se ponen felices por mis logros. Sin ellos no sería la persona que soy hoy”, dice.

Sus recetas preferidas son el goulash, pollo al champignón, bondiola braseada, tiramisú y la pastafrola de pasta de avellanas, la que más le piden sus seguidores.

Al hablar de sus fortalezas y valores, esas cualidades que la convirtieron en una referente y le dieron un carisma especial con sus seguidores, Sabrina destaca algo simple pero poderoso: se muestra tal cual es. “Soy sensible, cuento lo que me pasa, me muestro como una persona súper normal y creo que la gente se siente identificada”, dice.

Además de compartir recetas, también abre la puerta a su vida cotidiana, mostrando momentos de su intimidad familiar. Para ella, es una forma de mostrar esa parte tan importante de su vida que es clave para cada uno de sus logros.

“Que hermosa sos. Adoro leer más allá de las recetas, cuando abrís tu alma. A veces, la pantalla es tan fría y distante que leer tu historia no solo nos hace creer en el amor y apostar a la familia, sino que nos muestra el lado humano, sentimental. Recuerdo tu historia. Felicitaciones por la hermosa familia que juntos lograron construir. Te abrazo fuerte en la distancia Sabri”, le escribió hace poco una seguidora.

“La relación con mis seguidores es muy linda, siempre están ahí apoyándome, desde el día uno. Me escriben, me mandan las fotos de las recetas que hacen, me cuentan sus cosas y yo trato de contestar siempre”, dice.

“Jamás lo hubiese imaginado”

Uno de los primeros logros de Sabrina fue ser invitada a cocinar a diferentes programas de televisión, e incluso tuvo el privilegio de sentarse en la mesa de Mirtha Legrand.

Desde hace años soñaba con escribir un libro que reuniera sus recetas, con todos los tips “para que salgan perfectas, porque no hay nada más lindo para mí que cocinen, prueben mis recetas y les salgan bien”, asegura.

Y hace muy poco lo cumplió: publicó Mirá cómo lo hago, con el objetivo de que la gente tuviera a mano recetas simples y sencillas para preparar comidas para diferentes ocasiones. “Siento una satisfacción enorme, presentarlo en la Feria del Libro fue una emoción muy grande, jamás lo hubiese imaginado”, confiesa con alegría.

Orgullosa, sostiene su primer libro.

-¿Sentís que todavía hay cosas en las que te gustaría mejorar?

-Siempre se puede mejorar. Tal vez, me gustaría mejorar mis videos. Los hago sola. Yo cocino, filmo y edito.

-¿Tus hijas heredaron tu amor por la cocina?

-No, le escapan (risas). Pero cada una tiene su pasión: una por la fotografía y la otra por la actuación, la parte artística.

-¿Por qué decís que “cocinar es tu cable a tierra”?

-Porque cuando cocino me olvido de todo, me hace feliz, lo disfruto mucho.

-¿Qué mensaje le darías a quienes no se animan a apostar por su pasión?

-Que nada es imposible. Lo importante es encontrar esa pasión que los mueve y que la lleven adelante. Practiquen, aprendan y jamás bajen los brazos, por más difícil que parezca. Yo empecé de cero, con un celular básico y en mi cocina, que está lejos de parecerse a una de Pinterest. No se pongan excusas para empezar. Cuando alguien le pone pasión y amor a lo que hace nada puede salir mal. Lleva tiempo, sí, muchas horas invertidas, pero si hay constancia y corazón, se puede.

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