Especial desde Detroit – La situación fue compleja pero a la vez también perfecta. Un Hummer EV circulaba por la mano derecha de una autopista a 40 millas por hora, cuando, repentinamente, un camión ingresó desde la colectora lateral a muy baja velocidad, seguido de un grupo de autos que pretendía superarlo apenas fuera posible.
La diferencia con una situación cotidiana en cualquier país del mundo, era que el Hummer no era conducido por una persona sino por la tecnología autónoma Super Cruise desarrollada por General Motors.
Al percibir la presencia de varios vehículos que circulaban lentamente adelante, el Hummer frenó con firmeza para ponerse a la misma velocidad, y una vez que lo consiguió, conectó la luz de giro izquierda para anunciar a quienes venían detrás, su intención de abrirse y cambiar de carril para adelantar a los autos que lo precedían.
Pero ocurrieron dos cosas más. La primera fue que esa misma maniobra también la hizo el conductor del auto que estaba justo adelante, y la segunda fue que otro vehículo que venía por la autopista estaba acercándose por el carril al que el Hummer pretendía ingresar.
La reacción fue la esperada. El sistema mantuvo la luz de giro funcionando, pero permitió que el auto que venía detrás lo superará y luego esperó que el de adelante pasará al camión lento que lo antecedía.
Recién entonces se abrió hacia la izquierda, subió la velocidad hasta la máxima preprogramada por el conductor, y adelantó al camión también. Una vez superado el vehículo lento, el Hummer volvió a poner la luz de giro, ahora derecha, para regresar a su carril original.
Para que todo eso suceda con total normalidad y sin sobresalto alguno, detrás de Super Cruise hay un trabajo de investigación y desarrollo de 8 años que le permitió a GM ser el primer fabricante de automóviles en incorporar un sistema de conducción libre de manos, primero en Estados Unidos, después en Canadá y ahora también en China.
Desde 2017, está tecnología se fue incorporando a los vehículos de las marcas Chevrolet, Cadillac y GMC, como es el caso del Hummer.
Actualmente, este sistema de conducción autónoma está encuadrado en el Nivel 2 de los 5 en los que se categoriza a esta tecnología. Los niveles están definidos por el grado de intervención del auto en la conducción del vehículo, dónde el nivel 1 es el que tiene una mínima que va desde el ABS hasta el Control de Crucero Adaptativo, y el nivel 5 representa un escenario todavía inexistente, el de un vehículo que no tenga volante y pedales, porque prescinde del ser humano.
Sin embargo, al probar el Super Cruise en la vía publica y comprobar el salto cualitativo que representa pasar de Nivel 1 a Nivel 2, es difícil imaginar cómo serán los autos del futuro, ya que bajo determinadas circunstancias, el vehículo no necesita intervención del conductor humano para hacer todas las maniobras que necesita.
El sistema se alimenta de tres fuentes de información: sensores y cámaras por un lado, geolocalización a través de GPS, y radar de profundidad, Lidar. Pero hay una herramienta adicional que es tan importante como las otras tres, el sensor infrarrojo que monitorea la atención del conductor humano que está sentado frente al volante.
Las tres fuentes de información externa tienen a su cargo monitorear en tiempo real lo que ocurre en el entorno, es decir, los objetos que se mueven aleatoriamente como los vehículos, motos y bicicletas, y peatones o incluso mascotas.
Los elementos fijos como curvas, puentes, subidas y bajadas y construcciones civiles, no es necesario que el sistema los deba monitorear, ya que ese trabajo lo hizo previamente, y también periódicamente, un equipo específico que escanea los recorridos en los que estará habilitado Super Cruise. Es un proceso similar al que utiliza Google para generar el contenido de Street View mantenerlo actualizado.
De ese modo, la información del escenario ya está en la matriz del sistema, y cuando un vehículo ingresa en esas zonas, su conductor lo puede activar con dos simples pasos: activar el Control de Crucero Adaptativo y el botón de Super Cruise, que está representado por un volante sin manos.
Si el sistema está disponible en el área por la que se está circulando, el indicador del cuadro de instrumentos se coloca primero en color azul y una vez que localizó el vehículo en la posición exacta, pasa a color verde. Como complemento visual más visible, la parte superior del aro del volante enciende también un haz de luz verde.
A partir de ese momento, el automóvil se conduce solo y quién está detrás del volante puede soltarlo y retirar los pies de los pedales. Sin embargo, el sensor de atención del conductor que está en la parte superior de la columna de dirección, constantemente verificará que los ojos están abiertos, que la mirada está puesta en el frente y que no está mirando un teléfono celular. Esto es debido a que la asistencia a la conducción de nivel 2, requiere que el conductor humano esté atento a posibles solicitudes de intervención por parte del sistema.
Si el conductor gira la cabeza por lapsos prolongados de tiempo, por ejemplo para conversar con alguien en el asiento derecho, la luz verde del volante comenzará a parpadear, el asiento emitirá una vibración y si aún así la vista no regresa al frente, el sistema se desactivará y el vehículo quedará en modo manual. Si el conductor continúa sin poner su atención en el frente, el sistema comenzará a reducir la velocidad y moverse hacia la derecha del camino hasta detenerse en la banquina, tocar bocina y finalmente apagar el motor.
La tecnología muestra su capacidad, los vehículos autónomos tienen la capacidad de resolver situaciones cotidianas del tránsito con eficiencia, pero el entorno es lo que debe desarrollarse todavía. El nivel 5, el de los autos que no necesitan conductores humanos, todavía está lejos. En Argentina, como en el resto del mundo, esta tecnología todavía no está presente, pero el plan de General Motors es convertir a Super Cruise en una plataforma global para los próximos años.
