La primera impresión es algo imprescindible en una primera cita, pues si alguien no gusta en un primer vistazo es complicado que cambie con el paso del tiempo. Eso es algo que saben muy bien los espectadores de First Dates, que son auténticos expertos en eso de las citas gracias al programa. Por eso, cuando Juan Carlos y Jhon comenzaron a cenar juntos, todo apuntaba a que la cosa iba a ir buen, pues tuvieron una muy buena impresión el uno del otro.
Sin embargo, según fueron charlando fue quedando claro que igual no eran tan compatibles como les hubiera gustado. El primero en conocer a Carlos Sobera fue Juan Carlos, que contó que es medio galleo y medio andaluz, aunque está viviendo en Ibiza. Allí se dedica al sector del retail y, pese a que en la isla hay mucha gente, no ha encontrado el amor. De hecho, ha explicado que él es más de encuentros esporádicos y cree que sus amantes le pondrían de reseña “un 5″.
Por suerte, hace aproximadamente un año perdió el miedo al compromiso y ahora tiene ganas de conocer a alguien y, si hace falta que se mude o que viaje, no tiene problema para ello.
Jhon, su cita, vive las emociones intensamente, rozando la bipolaridad, en sus propias palabras. Se identifica un poco con Carrie, la protagonista de Sexo en Nueva York y es que cree que nunca tiene suficientes zapatos, bolsos ni complementos: “nunca es suficiente, siempre más”, afirma sobre la ropa. Al conocerlo, Juan Carlos notó que su estilo era muy similar al suyo. Jhon le compartió su trayectoria personal y, al saber que era de Barcelona, Juan Carlos le comentó que estaba considerando mudarse allí.
Mientras esperaban la cena, la conversación fluía sin esfuerzo. Juan Carlos, con su habitual carisma, le contó a Jhon que trabajaba en retail, turismo y, durante la temporada de verano, en eventos. Pero lo que más le entusiasma es su hobby: “Soy locutor publicitario”, le confesó, y no perdió la oportunidad de demostrarselo a él y alos espectadores. Jhon, asombrado, le contó que él era diseñador de interiores y escaparatista, y que en ese momento estaba trabajando en el diseño de la casa de sus padres.
Ambos coincidieron en algo esencial: un look sencillo puede transformarse por completo con el complemento adecuado. Jhon le confesó que tenía una colección impresionante de sombreros. Fue entonces cuando se enteró de que la madre de Juan Carlos era sombrerera, lo que le pareció una conexión fascinante. “Cuando se conozcan, van a estar hablando de sombreros toda una tarde, va a ser maravilloso”, dijo, y ambos se rieron ante la posibilidad de un encuentro tan peculiar.
Sin embargo, la conversación dio un giro inesperado cuando Jhon sacó lo que para su cita es una red flag. Al preguntar sobre la trayectoria amorosa de su cita, Juan Carlos le reveló que nunca había tenido una pareja seria. “Nunca he tenido pareja por miedo al compromiso”, confesó. Para Jhon, esa fue una señal clara de que Juan Carlos no sabía lo que realmente quería, y lo vio como una señal de alerta. Curioso, le preguntó por qué ninguno de sus “rolletes” había funcionado y tuvo la sensación de que Juan Carlos no sabía elegir bien a sus parejas.
A medida que la conversación avanzaba, Jhon quiso saber qué buscaba Juan Carlos en una relación. Él respondió, sin rodeos: “No busco nada concreto, solo que haya química, que la cosa fluya”. A Jhon no le convenció del todo, él necesita a alguien que tenga claro lo que quiere. Para Juan Carlos, aunque se definió como “una mosquita muerta”, también le aseguraron que, en el fondo, era “muy morboso”.
A pesar de que Jhon era atractivo -“un chico mono con pelo”, dijo-, Juan Carlos sentía que le faltaba mucha experiencia en cosas que él ya había vivido. La cena terminó con una división de cuentas a medias y, mientras las gemelas del restaurante les decían que hacían una gran pareja, Jhon, con toda honestidad, le dijo a Juan Carlos: “Eres un 10, pero físicamente no termino de verte como mi tipo”. Juan Carlos, aunque sorprendido, se lo tomó con deportividad y propuso seguir en contacto, esta vez como amigos.