Distendido, John Elkann dialoga y sonríe con el piloto chino Yifei Ye. En el box del AF Corse se palpita los últimos 13,626 kilómetros, la última vuelta, con expectativa y felicidad una victoria histórica en las 24 Horas de Le Mans. El presidente de Ferrari tiene motivos para sonreír y enseñarse radiante: el trinomio liderado por Robert Kubica, junto con Ye y Philip Hanson, ganó la tradicional carrera del Mundial de Resistencia en el circuito de La Sarthe
Así, la Scuderia ondea en la cúspide y por decimosegunda oportunidad, la tercera consecutiva, la bandera del Cavallino Rampante en el trazado francés. Una victoria que se recordará por siempre, porque los tres tripulantes del auto amarillo, con el N°83, un coche satélite del equipo de fábrica, se estrenaron en la legendaria lista de vencedores, que ahora se extiende a 149 apellidos. En la categoría Hypercar, el argentino Nicolás Varrone finalizó 14to, mientras que José María Pechito López se ubicó quinto en la LMGT3.
Un éxito de equipo, de conjunto, de las múltiples coordinaciones en el garaje que se replicaron en la pista para que el vehículo recorra 387 vueltas y se consagre con el polaco Kubica como referente de una jornada gloriosa. La coronación, un cuento de hadas para el piloto polaco, el hombre que en 2007 protagonizó un estremecedor accidente en Canadá en la Fórmula 1 y que cuatro años más tarde salvó milagrosamente su vida, tras protagonizar un espeluznante despiste en el Rally Ronde di Andora, en Italia.
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Ferrari es sinónimo de automovilismo en el deporte motor y Le Mans se convirtió en una suerte de amuleto para la Scuderia, que en el Mundial de Resistencia descubre la felicidad y la serenidad que no encuentra en la F.1. Tres victorias consecutivas, con tres autos diferentes, pero con el modelo Ferrari 499P siempre en la vanguardia. En 2023 llegó el triunfo, casi inesperado, después de romper con medio siglo de ausencia en la categoría: Antonio Giovinazzi, Alessandro Pier Guidi y James Calado –auto N°51- devolvieron el brillo a la Casa de Maranello dos años atrás; ahora completaron el podio y lideran el campeonato del WEC.
La temporada pasada, el coche N°50, con Antonio Fuoco, Nicklas Nielsen y Miguel Molina, extendió el reinado que ahora es propiedad de AF Corse, la estructura que comanda Amato Ferrari.
La Mans empezó a elegir a su ganador con poco más de tres horas para el desenlace, con Kubica en el asiento del auto N°83. El polaco resistió la presión y el último intento de abordaje del Porsche N°6 –del Team Penske-, que largó último en la clase Hypercar, después de ser desclasificado por no dar el peso mínimo en la qualy.
El piloto fue el director de la victoria, la que reclamó en la comunicación de radio: con los autos oficiales entreverados en la puja por el triunfo, la ejecución impecable y el ritmo constante que ofrecía la tripulación del coche amarillo aumentó la tensión y Kubica no dudó en demandar vía libre para ganar, lograr la redención deportiva y sanar un cuerpo que sufrió al punto de tener 42 huesos rotos tras el accidente de 2011 y arribar al hospital con apenas un litro y medio de sangre.
“Tenía la parte derecha del cuerpo destrozada. La primera operación duró 12 horas y evaluaron amputarme la mano derecha. Durante siete meses perdí sensibilidad y no me movía: intentaba mover mi dedo y no podía, era una sensación que solo los que lo experimentaron pueden entender. El día que lo logré sentí una tremenda felicidad”, recuerda casi con naturalidad un hombre que jamás bajó los brazos.
“Las carreras de resistencia me han dado un respiro”, comentaba Kubica un tiempo atrás, cuando se planteó buscar nuevos desafíos y hasta dudó de permanecer en el automovilismo. “El problema es que sabía que, si paraba, echaría de menos las carreras, así que seguí”, relató el polaco que desanduvo su trayectoria deportiva en Italia y que estuvo en el radar de Ferrari desde los años en que proyectaba correr en la F.1. BMW y luego Renault abrieron las puertas para ingresar en el Gran Circo, al que regresó en 2019 pero con poco éxito en Williams y se retiró -bajo el paraguas de Alfa Romeo– con dos grandes premios en 2021.
En mayo de 2007, a más de 200km/h y en el Gran Premio de Canadá, Kubica (BMW) embistió a Jarno Trulli (Toyota), volcó, impactó contra una pared, cruzó la pista mientras el auto giraba en el aire y se despedazaba en el dramático recorrido. Cayó contra el guard-rail opuesto de la pista de Montreal, donde se detuvo –más de cien metros más allá de donde se inició el accidente- la estremecedora carrera descontrolada. El piloto inmóvil dentro del cockpit, un presagio funesto, aunque apenas sufrió un ligero traumatismo de cráneo y un esguince de tobillo. Un año después, en ese mismo escenario de la isla de Notre-Dame, lograría su único triunfo en 99 grandes premios en la F.1.
Ferrari lo convocó para unirse al mundo del rally y en 2011 la muerte volvió al acecho con el accidente que lo tuvo en coma durante un tiempo. Golpeó una barrera de protección con el Skoda y el guard-rail se incrustó en el auto, sufriendo fracturas en los brazos y piernas, hemorragias internas y la mano derecha desfigurada.
“Desde el pie y hasta el codo tenía todo roto”, rememora, quien se sometió a múltiples cirugías y a una larguísima rehabilitación. Tenía que reconstruir su vida, la personal, pero también la deportiva, a la que retornó en 2013 y de la mejor forma: ganó el Mundial de Rally, en la categoría WRC2.
La F.1, sin embargo, era el motor de sus desafíos: “Era mi vida”, confiesa. “Cuando volví a correr la gente no entendía por qué en rally, pero personalmente era una prueba: necesitaba ver qué podía hacer y si era competitivo”, expone en cada charla quien ocho años y cuatro meses después de lo que asomaba como su despedida, retornó con Williams al Gran Circo. Después de un año como piloto de reserva y de prueba, la escudería de Grove lo devolvió a la pista en 2018; Kubica sumó un punto, tras terminar 10mo en el Gran Premio de Alemania. Pero no todo era luminoso: “Volver fue uno de los mayores logros de mi vida, si no el mayor. Peor fue un año decepcionante, no solo para mí, sino para mucha gente del equipo”, apuntó.
El Mundial de Resistencia asomó en el horizonte y aceptó, una vez más, el duelo deportivo. Era algo nuevo y con un enfoque diferente: pensar en grupo, en equipo, porque el auto se comparte y no se trata de ser lo más rápido en cada vuelta. Hay sacrificios para que el compañero se luzca, estrategias de conjunto para que el beneficio los envuelva a todos. Son carreras de larga duración, con las 24 Horas de Le Mans como la gran prueba del campeonato. El título en 2021, en su primera temporada en la European Le Mans Series -LMP2- le devolvió el brillo, la confianza, y la consagración con el Team WRT en 2023 en el WEC –también en LMP2- lo empujaron a ser convocado por AF Corse para correr en Hypercar, la categoría estrella del Mundial de Resistencia.
Not once, not twice, three times!!! 🏆🏆🏆#FerrariHypercar #Ferrari499P #WEC #LeMans24 pic.twitter.com/03V0lH0lYd
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Con sus compañeros Ye y Hanson logró en el circuito de La Sarthe un triunfo memorable y de redención, porque un puñado de años atrás en la última vuelta un desperfecto lo alejó del triunfo cuando era líder en Le Mans. Ahora fue el turno de disfrutar de la entrega de la bandera a cuadros, de conducir el auto N°83 y recibir junto con sus compañeros el saludo y el respeto del resto de los equipos en el pasillo de los ganadores.
“Si no hubiera sido por vos nunca lo hubiéramos logrado”, la frase que emitió la radio, apenas cruzó la meta. Kubica fue elegido por Le Mans para ganar y para que el polaco le ofrezca al mundo una historia que merecía ser contada con un final de cuento de hadas.