¿Qué pasaría si el Kavanagh lo hubiese diseñado Frank Lloyd Wright? ¿O si el Palacio Barolo hubiese surgido de la mente de Zaha Hadid? Una iniciativa propone un experimento visual y participativo que cruza arquitectura e inteligencia artificial. La propuesta invita a imaginar cómo serían los edificios emblemáticos de Buenos Aires si hubiesen sido diseñados por arquitectos de otras épocas, estilos y latitudes, como Gaudí, Clorindo Testa, Zaha Hadid o Norman Foster.
El disparador fue el Kavanagh. “Es un emblema de Buenos Aires, con un estilo muy definido, y eso lo vuelve ideal para imaginarlo desde otras corrientes arquitectónicas. Ya lo probamos con Zaha Hadid, y el resultado fue tan surreal que algunos decían que parecía un cisne blanco flotando sobre Retiro”, relata Martín Pinus, director de la inmobiliaria especializada en propiedades de lujo que llevó a cabo la innovadora iniciativa.
La consigna es clara: ¿cómo se verían los íconos porteños si hubieran sido concebidos por arquitectos de otras latitudes, lenguajes y épocas? Cada viernes, a través de sus redes sociales, el equipo compartirá las creaciones generadas por IA a partir de las sugerencias recibidas.
“Queremos dejarlo abierto. Que surjan ideas inesperadas. Desde el Congreso hasta la Bombonera, pasando por estadios, monumentos o hasta algún edificio anónimo que alguien recuerde con cariño. Si es parte del paisaje urbano, puede formar parte”, anticipa Pinus.
Además, el experimento tiene una dimensión cultural más profunda: reflexionar sobre la identidad arquitectónica de la ciudad. “Buenos Aires es ecléctica, mezcla influencias francesas, italianas, españolas. No tiene una homogeneidad como París o Barcelona, y eso la hace única. Pero también nos permite jugar a imaginar qué hubiera pasado si ciertas corrientes hubiesen tenido más peso”, explica el broker.
¿Cómo se vería el Kavanagh diseñado por otros arquitectos?
La iniciativa propone un juego visual y conceptual: tomar un edificio icónico como el Kavanagh y reimaginarlo bajo la mirada de arquitectos que marcaron época. Cada reinterpretación, generada con inteligencia artificial, plantea un giro estético radical que permite explorar cómo cambia la identidad de una construcción cuando se transforma su lenguaje arquitectónico.
Desde el brutalismo crudo de Clorindo Testa hasta las formas líquidas de Zaha Hadid, pasando por la geometría orgánica de Wright o la poesía cromática de Barragán, cada autor proyecta una versión alternativa que invita a mirar la ciudad con otros ojos.
1-Clorindo Testa
El brutalismo expresivo de Clorindo Testa transformaría al Kavanagh en una mole audaz, dominada por el hormigón visto, planos angulosos y vacíos estratégicamente ubicados. Su reinterpretación estaría marcada por una estética provocadora y directa, con reminiscencias a obras como el Banco de Londres o la Biblioteca Nacional. Un edificio más político que decorativo, pensado para interpelar desde la forma y la materia.
2-Antoni Gaudí
Bajo la mirada del arquitecto catalán, el Kavanagh adquiriría un carácter fantástico y casi onírico. Se cubriría de formas ondulantes, arcos parabólicos, mosaicos coloridos y detalles escultóricos que remiten al Art Nouveau. Cada fachada parecería viva, respirando naturaleza a través de líneas curvas y vitrales que transforman la luz en espectáculo. Una postal porteña intervenida por el espíritu de la Sagrada Familia y el Parc Güell.
3-Zaha Hadid
El sello futurista de Zaha Hadid rompería con toda linealidad. El edificio se convertiría en una pieza dinámica, de geometrías fluidas que evocan el movimiento del agua o el viento. La verticalidad tradicional del Kavanagh se diluiría en espirales, voladizos y planos descentrados. Sería una torre escultórica más cercana a la ciencia ficción que a la arquitectura clásica, donde cada línea parece desafiar la gravedad.
4-Frank Lloyd Wright
Fiel a su concepto de “arquitectura orgánica”, Wright imaginaría un Kavanagh profundamente integrado al entorno, como si brotara del suelo porteño. Se destacaría por su horizontalidad, por el uso de materiales nobles como piedra y madera, y por una distribución pensada desde la funcionalidad y la armonía natural. Más que un ícono urbano, sería un refugio sofisticado que dialoga con el paisaje.
5-Norman Foster
La reinterpretación de Foster sería una síntesis de modernidad y eficiencia. La torre se presentaría liviana, con fachadas vidriadas de alta tecnología, núcleos estructurales minimalistas y detalles constructivos de altísima precisión. Un edificio transparente, sustentable, conectado con la lógica de las smart cities y el diseño limpio que caracteriza al creador del Gherkin en Londres.
6-Santiago Calatrava
La versión de Calatrava sería una pieza escultórica en blanco puro, donde la estructura pareciera moverse o desplegarse como un ala. Inspirado en formas naturales y biológicas, este Kavanagh tendría nervaduras, arcos tensados y una estética que recuerda a esqueletos, puentes o pájaros en vuelo. Una arquitectura que mezcla arte, matemática y poesía estructural.
7-Frank Gehry
Gehry rompería con cualquier expectativa de simetría o rigidez. Su Kavanagh estaría hecho de curvas imposibles, pliegues metálicos, volúmenes retorcidos que juegan con la luz y el desconcierto. Lejos de ser una torre funcional al uso, se convertiría en una gran escultura urbana, con ecos del Museo Guggenheim de Bilbao o la Casa Danzante de Praga.
8-Rem Koolhaas
Intelectual, provocador y posmoderno, Koolhaas tomaría el Kavanagh como excusa para descomponerlo en volúmenes yuxtapuestos, desplazados o aparentemente arbitrarios. Sería una torre fragmentada, donde los bloques parecen flotar o estar en tensión, desafiando cualquier idea tradicional de simetría, propósito o legibilidad. Una obra para pensar más que para habitar.
9-Luis Barragán
La sensibilidad poética de Barragán llevaría el Kavanagh a una dimensión introspectiva y espiritual. En lugar de vidrios y ornamentaciones, propondría muros planos, colores vibrantes como el rosa mexicano o el ocre, y juegos de luz y sombra que evocan calma y recogimiento. Sería una arquitectura del silencio, donde cada espacio invita a detenerse y contemplar.
Algunos nombres se repetirán a lo largo de las semanas; otros irán rotando según las propuestas del público. “La IA nos permite generar estas versiones rápidamente, pero sigue siendo clave el ojo humano para decidir qué mostrar y cómo interpretarlo. No reemplaza la mirada creativa ni el contexto urbano”, aclara Pinus.
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En definitiva, la propuesta busca ofrecer una nueva forma de mirar la ciudad, combinando creatividad, tecnología y participación. Las reinterpretaciones no solo estimulan la imaginación, sino que permiten pensar en cómo podría evolucionar el paisaje urbano y qué lugar ocupa la arquitectura en la construcción simbólica de Buenos Aires.