El director que enamoró a Isabelle Huppert y Gérard Depardieu, escandalizó Cannes e inmortalizó a Van Gogh regresa a cines

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Gérard Depardieu junto al director Maurice Pialat en el rodaje de 'Loulou'

Consiguió algunas de las mejores interpretaciones en la carrera de dos leyendas como Isabelle Hupert y Gérard Depardieu, habló de los amores tóxicos mucho antes que la mayoría, escandalizó el mismísimo Festival de Cannes antes de que las polémicas fueran la norma e incluso inmortalizó a una leyenda del arte como Vincent Van Gogh. El director de cine Maurice Pialat fue sin duda uno de los hombres clave del cine francés posterior a la Nouvelle Vague, y aunque no ha gozado de tanta fama como los Truffaut, Godard o incluso Rohmer, bien merece la pena recordarle tanto a él como sus películas.

Esa es la idea que precisamente se ha planteado Atalante, la distribuidora que ya ha traído en el pasado ciclos de grandes autores como Jacques Rivette, Paulo Rocha o el surcoreano Hong Sang-Soo, entre otros. Desde el próximo 4 de julio, la distribuidora llevará a cines casi toda la obra de Pialat, desde su primer largometraje, La infancia desnuda, hasta el último, El niño, y pasando incluso por sus cortometrajes aglutinados dentro de la colección Crónicas turcas. En total, hasta 12 sesiones con las que repasar la carrera de uno de los directores más singulares que ha dado el cine francés.

Al contrario que sus coetáneos de la Nouvelle Vague, Pialat no se dedicó previamente a la crítica cinematográfica ni arrancó muy joven su carrera. Al contrario, no se lanzó a su primer largometraje hasta alcanzados los 43 años, y después de haber realizado una gran cantidad de cortometrajes previos, entre ellos la documentación de sus peripecias por el Bósforo registradas en Crónicas turcas. El director arrancó su carrera trazando en gran medida una línea biográfica, que iría desde trabajos enfocados en la infancia y adolescencia (La infancia desnuda, Aprueba primero), los amores de juventud (A nuestros amores, Loulou) y los adultos (Nosotros no envejeceremos juntos), cuando no afrontando crisis de salud (La boca abierta) o de fe (Bajo el sol de Satán).

Sandrine Bonnaire junto a Maurice Pialat en 'A nuestros amores'

A nuestros amores tóxicos

Esta última, protagonizada por Gérard Depardieu -uno de sus actores predilectos-, fue precisamente la obra que le dio más alegrías pero también algún que otro disgusto. Con ella alcanzó el triunfo en el Festival de Cannes -antes lo había hecho en los Premios César con A nuestros amores– pero también protagonizó uno de los mayores escándalos de todo el certamen, antes de que la polémica se convirtiese en la tónica general. Pialar fue nombrado como ganador de la Palma de Oro por la película Bajo el sol de Satán, provocando el enfado de muchos asistentes por considerar su película indecente y cuando menos blasfema, considerando merecedoras del premio otras de aquel año como El cielo sobre Berlín de Wim Wenders o El vientre del arquitecto de Peter Greenaway.

Sin embargo, cuando Pialat subió al escenario para recoger el premio, decidió contestar a los abucheos a su manera: «Me alegro especialmente esta noche por todos los gritos y silbidos que me dirigís. Y si yo no os gusto a vosotros, os digo que vosotros tampoco me gustáis a mí”, respondería el cineasta mientras agitaba el puño en señal de victoria. Aunque miembros del jurado declararían posteriormente que no había existido ningún trato de favor hacia el galo -lo integraban compatriotas la crítica Danièle Heyman o el actor Yves Montand como presidente-, pero sí quizá aversión hacia otra de las candidatas, la italiana Ojos negros, dirigida por el ruso Nikita Mikhalkov.

En la etapa final de su carrera tuvo el honor y la dificultad de retratar nada menos que a al pintor Vincent Van Gogh, con la que muchos reconocen es la mejor adaptación en torno a la vida del pintor francés. Su última película sería de nuevo junto a Depardieu, con una mirada nostálgica al pasado pero sin perder esa ternura y corazón que caracterizaron sus películas, aunque buena parte de ellas se enfocasen en las problemáticas de pareja con sus amores tóxicos o en las crisis de fe como la que escandalizó a Cannes. Por encima de cualquier polémica, Pialat fue un gran cineasta y por eso se antoja más importante que nunca reivindicar su figura como se hará en los cines a partir del próximo 4 de julio.

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