Quiénes son los Labubu, los muñecos virales de los que Wanda Nara no se despega ni un segundo

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Conocida por su pasión por los accesorios tiernos, la empresaria sorprendió con su nuevo fetiche: los Labubu

La vida de Wanda Nara nunca se mueve en silencio. Acostumbrada a convivir con el escándalo y la exposición extrema, su nombre resuena con fuerza desde hace años, pero más aún desde el famoso Wandagate, aquel triángulo amoroso con Mauro Icardi y la China Suárez que todavía hoy genera titulares. Sin embargo, no todo en su vida gira alrededor del conflicto o la confrontación. Hay otro costado que también genera fascinación: su vínculo con la moda. Wanda no solo es empresaria y figura mediática, también es un auténtico ícono de la moda, capaz de convertir hasta el más insólito objeto en tendencia.

Y en ese universo hecho de carteras millonarias, looks lujosos y detalles cuidados al extremo, Wanda sumó en los últimos meses una obsesión nueva que cautivó a sus seguidores: los Labubu. Peluditos, misteriosos, con formas entre lo infantil y lo mitológico, estos muñecos se convirtieron en los nuevos acompañantes inseparables de Wanda. No hay cartera que no lleve uno colgando. Y, como suele pasar cuando ella adopta una moda, el fenómeno estalló en redes.

Si bien su fanatismo por Hello Kitty ya es conocido desde hace años y el personaje de Sanrio ha ocupado desde batas, remeras, bolso hasta fundas de celular en su vida cotidiana, los Labubu llegaron para disputarle el trono. Con apariciones cada vez más frecuentes en sus posteos de Instagram, estos muñecos pasaron de ser un accesorio tierno a un nuevo símbolo de estilo. Wanda los luce con total naturalidad: en carteras de marcas de lujo, durante viajes por Europa o incluso en su rutina diaria junto a sus hijas.

En medio de su rutina diaria, Wanda lució con orgullo un Labubu a juego con su cartera de lujo (Instagram)Con una Hermès Birkin rosa y su remera a juego, la empresaria volvió a sorprender con un nuevo muñeco de la colección (Instagram)

Y no se queda en lo personal. Recientemente, luego de uno de sus recorridos por el viejo continente, sorprendió a sus hijas con uno gigante. El gesto no fue casual: la colección también se volvió parte del universo familiar. A diferencia de otros objetos de moda más inalcanzables, los Labubu mezclan rareza y ternura, y conquistaron no solo a Wanda, sino a miles de internautas de todas las edades.

Ante la gran repercusión que tuvieron estos muñecos a lo largo del mundo, las personas comenzaron a preguntarse cuál es el origen detrás de sus originales diseños. Detrás de su apariencia suave y de sus ojos grandes y brillantes hay una historia de creación artística que se conecta con la mitología, el arte contemporáneo y el coleccionismo global. El responsable de su existencia es Lung Kasing, un artista de origen chino que, desde muy joven, se formó entre Asia y Europa. En una entrevista para el canal de YouTube LKF, contó sus inicios: “A los seis años, me mudé con mis papás a Holanda. Después de graduarme, empecé a trabajar como ilustrador. Participé en un concurso en Europa y gané un gran premio en ilustración de libros”.

A medida que la popularidad de los Labubu avanza, las personas comenzaron a llevarlos en su día a día (REUTERS/Go Nakamura)En POPLAND, un parque temático ubicado en Pekín, China, los fanáticos pueden disfrutar de un sector con los famosos duendes (Instagram)

Pero no se quedó solo en las páginas. Inspirado por la tradición de los mitos europeos sobre duendes, y notando una falta de representación de este tipo de criaturas en las historias contemporáneas, Kasing decidió inventar las suyas propias. “Me encanta la tradición de los antiguos mitos sobre duendes. Me di cuenta de que no había muchas historias así, así que intenté mezclar lo que escuché con mis ideas y crear mis propios relatos”, explicó.

El resultado fue un universo visual que hoy se traduce en más de 25 series distintas y alrededor de 300 versiones del mismo personaje: Labubu. Hay ediciones especiales de circo, bosque, Navidad, Halloween, y hasta colaboraciones con marcas y artistas de renombre. No solo existen en forma de muñeco, sino que también los hay como llaveros, adornos para bolso, figuras con ropa intercambiable e incluso en formatos de exhibición para coleccionistas.

Su estética, que combina lo inocente con lo inquietante, rápidamente llamó la atención del mundo del arte pop y del coleccionismo adulto. Pero el verdadero estallido llegó en 2024, impulsado por su irrupción en TikTok e Instagram. Usuarios de todo el mundo comenzaron a mostrar sus propias colecciones, a realizar videos creativos con ellos y a compartir sus favoritos. En pocos meses, se habían convertido en fenómeno viral.

Incluso carteras de alta gama como las Hermès Birkin empezaron a lucir a los icónicos muñecos (REUTERS/Tingshu Wang)En la actualidad, existen de 25 series distintas y alrededor de 300 versiones del mismo personaje (Instagram)

Celebridades internacionales como Lisa de BLACKPINK mostraron sus Labubu en redes, y la fiebre escaló. Hoy, se venden en tiendas especializadas y online por valores que oscilan entre los 20 y los 30 dólares, aunque algunas ediciones limitadas ya superan cifras mucho más altas en reventa. No es solo una moda: es un nicho que mezcla arte, nostalgia y diseño. Además, a este auge se le suma una tendencia de los 2000 que vuelve con fuerza: la de los trinkets, también llamados bag charms. Colgantes, dijes, peluches, figuras: cualquier objeto pequeño que se pueda enganchar a una cartera o mochila entra en esta categoría. La clave está en la personalización: cada accesorio expresa algo de quien lo porta. Y nadie mejor que Wanda para entender el valor simbólico de los accesorios.

A lo largo de su carrera, la mediática supo imponer tendencias y marcar estilo con su sello personal. Desde uñas intervenidas hasta cinturones XL, desde mini bags hasta fundas intervenidas, cada elemento que la acompaña tiene un código propio. Los Labubu, lejos de ser un simple capricho, se convirtieron en su nuevo talismán visual. Están con ella en los aeropuertos, en sus traslados, en los días escolares con sus hijos y hasta en su casa.

Si bien los pequeños duendes vienen sin accesorios, lo cierto es que ahora se venden diferentes prendas de vestir para darles su propio look (Pinterest)Lisa, integrante de BLACKPINK, logró popularizas los Labubu al compartir su colección en redes (Instagram)Algunas de las tantas ediciones de Labubu que existen en el mercado (Instagram)

En un mundo donde la moda se reinventa constantemente, Nara vuelve a demostrar que tiene un radar afinado para lo que viene. No sigue tendencias: las anticipa. Y si una criatura salida de los mitos centroeuropeos, creada por un artista visual en Asia, termina colgando de su cartera Balenciaga, no es casualidad. Es otra prueba de que su sensibilidad estética va más allá del escándalo o de los titulares: construye un imaginario propio.

Así como en su momento Hello Kitty marcó una etapa en su identidad visual, con cientos de productos intervenidos por la figura japonesa, hoy los Labubu se convierten en sus nuevos compañeros de ruta. Con ellos redefine la idea de lujo, de ternura, de extravagancia. Porque en su vida diaria, hasta un muñeco peludo puede volverse ícono. Y no lo hace sola. Sus hijas, que crecieron acompañándola en cada viaje, también se suman a este nuevo amor estético. Las fotos junto al Labubu gigante que les trajo de Europa se volvieron virales. Detrás de cada gesto, hay una construcción familiar: una madre que transforma todo lo que toca en relato, en tendencia, en imagen.

Los icónicos muñecos vienen en En su último viaje por Europa, Wanda les trajo a sus hijas un Labubu gigante de color blanco y alas de dragón, una de las ediciones especiales (Instagram)En una de sus tantas salidas familiares, el Labubu de la empresaria se robó el protagonismo (Instagram)

Mientras las redes siguen hablando del Wandagate, de las idas y vueltas con Icardi o del cruce eterno con la exCasi Ángeles, Wanda sigue adelante. Con un muñeco colgado del bolso, con una colección que crece rápidamente con el pasar de los días, y con esa capacidad única de convertir cada detalle, por más insignificante que parezca, en una declaración de estilo. Porque en el mundo de Nara, hasta lo más tierno tiene su rugido.

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