Billeteras virtuales, el nuevo dilema familiar: ¿a qué edad deben empezar a usarlas los chicos?

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El meme viral del teléfono de un adolescente funciona, también, como espejo de la realidad. Entre las hipotéticas teclas “Sí”, “No” y “No Sé” surgió otra, cada vez más frecuente: “¿Me transferís?”. La broma que circuló por las redes sociales reflejaba las cuatro interacciones más comunes entre los jóvenes y sus familias. Pero además, puso en el centro del debate la edad mínima en que chicos y chicas empiezan a usar billeteras virtuales. Y lo que esto implica. Mientras algunas plataformas de pagos digitales establecen los 16 años como piso, otras, como Mercado Pago, habilitaron este año a usuarios a partir de los 10.

La discusión sobre el manejo de su propio dinero, el tipo de ahorro al que acceden, la variedad de productos disponibles y el marco legal son apenas algunos de los desafíos que preocupan a las familias. Lo cierto es que la circulación del efectivo cada vez es menos frecuente. A su vez, el escenario abre otros temores: estafas virtuales, robos de teléfonos y apuestas online. El control parental como herramienta para acompañarlos a dar sus primeros pasos es, entonces, una de las claves en este camino. Claramente, la carrera de las billeteras virtuales ya pica en punta: la responsabilidad de los adultos y la educación financiera resultan fundamentales para no quedarse atrás. Son tiempos para hacer preguntas, buscar argumentos y analizar los pros y los contras en función de las necesidades de cada familia. Pero entre tantas dudas, hay una certeza: el ahorro con el método del chanchito “ya fue”.

“Si tengo efectivo pierdo el control de mi cuenta, no veo cuánto gasto ni cuánto reservo. Prefiero abarcar toda esa información en la app para organizar la plata de la semana”, dice Sofía V., de 16 años, usuaria desde los 13 de Mercado Pago. Su familia le transfiere los lunes un monto acordado para sus gastos semanales: carga de la tarjeta SUBE, materiales para el colegio (mapas, fichas, apuntes) y eventuales compras en el kiosko. Sofia también tiene extensión de una tarjeta de crédito, con tope: “Si mis padres viajan hago compras en el supermercado, pido delivery o resuelvo regalos conjuntos y meriendas”, completa. La estudiante de cuarto año de un colegio universitario porteño es apenas un caso más.

Algunas plataformas entregan a las familias el informe mensual de los gastos de sus hijos

Según un informe reciente, 9 de cada 10 menores de 18 años usan billetera digital y prefieren los pagos electrónicos por sobre el efectivo. Solo el 9% de los encuestados no utiliza ninguna herramienta digital. El relevamiento se llama “Los adolescentes y las finanzas. Conocimiento y hábitos en Argentina”, y fue impulsado a fines de 2024 por la ONG Junior Achievement y el Centro de Evaluación de Políticas Basadas en la Evidencia (CEPE) de la Universidad Di Tella, con el apoyo de BBVA. En este estudio también se reveló una preocupación cada vez más frecuente entre las familias: la educación financiera. El poco conocimiento sobre economía y finanzas personales le preocupa al 79% de 5126 estudiantes de entre 14 y 19 años encuestados. Este segmento considera necesario fortalecer conocimientos desde la escuela secundaria.

Claramente, el debate supera la discusión sobre la edad recomendada para darles su primer celular o el permiso para abrir sus propias redes sociales. Ahora, la polémica familiar sobre el uso de billeteras virtuales en chicos a partir de los 10 años genera posturas encontradas. “Que los nativos digitales cuenten con más conocimientos técnicos que los adultos no significa que tengan una real autonomía frente a los peligros que implican las experiencias online”, apunta Mariela Mociulsky, especialista en análisis de tendencias de consumo. Y agrega: “La billetera virtual representa una gran oportunidad educativa si se integra dentro de un marco formativo sólido. Es importante que desde pequeños se familiaricen con conceptos como ahorro, planificación y uso responsable del dinero en función de alcanzar la libertad financiera con mayor facilidad”, dice la CEO y fundadora de la consultora Trendsity.

A Juliana Levy, mamá de Lucía, que cursa séptimo grado en una escuela pública de Colegiales, esta cuestión le da vértigo: “Lo estoy demorando porque el argumento de que ya todos tienen Mercado Pago no me resulta suficiente para habilitarle la cuenta. Es cierto que les da cierta independencia”, reflexiona la interiorista. Pero también advierte: “A más posibilidades, mayores conflictos. Si le hackean el celular, se transforma todo en un infierno bancario. Y para tener 12 años me parece un montón. Es un peligro que, además, estimula el consumo. Un delirio”, remata.

Según un informe reciente, 9 de cada 10 menores de 18 años usan billetera digital y prefieren los pagos electrónicos por sobre el efectivo

Cuando Lara R., de 12 años, vuelve del colegio, la ayuda a la mamá en su panadería de Pompeya. Lo que más le gusta es armar las bolsitas de pan rallado. “Cada tanto y a modo de premio le transferimos un poquito más de la mensualidad estipulada. Eso la motiva: ahorra para darse algunos gustos”, dice Mariela Romero, la mamá.

En este punto, Nicolás Litvinoff, economista y director de la plataforma de educación financiera Estudinero.org, plantea que “las distintas estrategias disponibles permiten configurar un rendimiento automático del saldo y derivar automáticamente parte del dinero recibido al ahorro o inversión. El adolescente puede experimentar por sí mismo el poder del interés compuesto y la gratificación diferida”. El autor de Cita con tu independencia económica (Editorial Planeta), asegura que la clave está en que los padres “guíen y no impongan, que generen espacios de conversación y reflexión. Y que pregunten: ‘¿Para qué estás ahorrando?’, ‘¿Qué sentís cuando ves que el saldo crece?’. La educación financiera no es solo saber de productos: es entender cómo impacta el dinero en nuestras decisiones, emociones y prioridades”, dice el experto.

“A veces hacemos el ejercicio de que mi hija y sus amigas se organicen y compren regalitos de cumpleaños en conjunto, para impulsar la autonomía”, dice Celia Fernández, mamá de Emilia, de 11 años, médica que, mensualmente y por mail, recibe el informe de los gastos y los coteja con su hija.

Según el estudio de la consultora Provokers de 2024, el 65% de los adolescentes afirma que está interesado en aprender conceptos sobre finanzas personales desde temprana edad y el 67% de los chicos entre 13 y 17 años tiene acceso a una cuenta digital. Entre sus principales atributos destacan la practicidad, seguridad, control de gastos y la tranquilidad del uso del dinero que genera para sus padres.

Algunas familias todavía se resisten al dinero digital.

El control parental, la transparencia del historial, el aprendizaje para administrar y la oportunidad de enseñar educación financiera figuran en la lista de los pros, según los especialistas consultados. Del otro lado, las contras: la vulnerabilidad, el gasto impulsivo, la dependencia tecnológica y el riesgo de perder la noción del valor real del dinero.

Desde Mercado Pago afirman que el 74% de los adultos le abriría una cuenta digital a un menor de entre 10 y 12 años. Además, 8 de cada 10 consideran que es más seguro que los chicos usen una cuenta digital, en vez de circular con efectivo.

La edad, un punto clave

Desde 2021 la plataforma Mercado Pago habilitó esta herramienta para chicos y chicas de 13 años cumplidos. Sin embargo, desde abril de 2025, los +10 ya pueden abrir su propia cuenta. Entre los requisitos figuran la autorización de la mamá o el papá, que reciben informes mensuales sobre los gastos y transacciones de sus hijos. También pueden pausar la cuenta en cualquier momento. Los +10 solo pueden pagar con QR, recibir y enviar transferencias. Para invertir, generar rendimientos o utilizar la sección de cobros hace falta cumplir 13. “Desarrollamos herramientas intuitivas y sencillas para que nuestros usuarios también gestionen de manera activa su seguridad. Un equipo especializado en prevención de fraude monitorea permanentemente actividades sospechosas o inusuales y aplicamos filtros automáticos que rechazan pagos de menores a plataformas de juego”, sostienen desde Mercado Pago.

En MODO, en tanto, se habilita la billetera a partir de los 13, si abrieron previamente una caja de ahorro y son titulares de una tarjeta de pago. En Ualá también es requisito ser mayor de 13 años para acceder a esta herramienta y a una caja de ahorro digital. Y Cuenta DNI Adolescente, del Banco Provincia, admite a chicos entre 13 y 17 años, con la particularidad que el tope para recibir dinero no supere el monto de tres salarios mínimos, vitales y móviles ($940.200 en total). En Naranja X también se otorga a partir de los 13 años, con la única condición tener DNI expedido en la Argentina.

Además del robo de teléfonos celulares y las estafas virtuales, que impactan en todos los segmentos y rangos etarios, la mayor preocupación de las familias son los gastos compulsivos y las apuestas virtuales. Sobre todo, para los padres y madres de la Generación Z, chicos que nacieron y crecieron junto a la transformación tecnológica. Son rápidos para aprender, operar y saltar de una aplicación a otra; teclean a la velocidad de la luz y sus vidas están mediatizadas por las pantallas. Por eso, Sergio Candelo, máster en Economía, asegura: “Pagar con efectivo ya es la excepción. Las billeteras digitales no solo cambiaron cómo gastan los chicos: transformaron su relación con el dinero, lo tornaron más abstracto, pero también más controlable. Mientras los padres todavía tantean sus teléfonos, sus hijos viven en una economía completamente digital. El sonido de las monedas chocando en el bolsillo ya es pura nostalgia”, dice contundente el cofundador de Snoop Consulting, empresa argentina de tecnología especializada en innovación digital, desarrollo de software y transformación de negocios.

Candelo sugiere una serie de herramientas de control para evitar riesgos: “Activar notificaciones de todas las transacciones, usar códigos PIN seguros, no compartir claves y revisar regularmente los movimientos”, entre otras .

El hogar tiene que ser el primer centro de alfabetización emocional y financiera, dicen los especialistas

En tanto, Litvinoff aclara que “muchas billeteras no bloquean por defecto el uso en los sitios de apuestas online. Y las plataformas, aunque legalmente no deberían permitir menores, muchas veces no lo controlan con seriedad. Acá no alcanza con el control técnico: hace falta conversación, acompañamiento y mostrar datos. Por ejemplo, que el 95% de los que apuestan pierden dinero, que las plataformas están diseñadas para que parezca que podés ganar, pero en realidad el sistema está en tu contra. La educación en probabilidad, sesgos cognitivos, control de impulsos y adicciones debería ser parte del currículum escolar. Mientras no suceda, el hogar tiene que ser el primer centro de alfabetización emocional y financiera”.

Por otra parte, un informe de 2025 arroja datos preocupantes: 8 de cada 10 adolescentes accedieron o conocen a alguien que ha ingresado a páginas o apps de apuestas online. Y de ellos, el 37% ingresa a sitios de apuestas o casinos digitales muy seguido o todos los días. Las estadísticas figuran en “Zoom a las apuestas online”, el relevamiento que realizó UNICEF con el apoyo de Bienestar Digital a principios de este año. Entre otros datos, el estudio disparó una alerta: la edad promedio de iniciación se ubica en los 13 años, la misma que habilita el uso de las billeteras virtuales.

“Ganan y pierden. Los ganadores se transforman en fanáticos y generan un círculo vicioso donde cada vez apuestan más. Las billeteras muchas veces se usan como casinos”, advierte Cynthia Zaiatz, jefa de salud mental del Sanatorio Modelo de Caseros.

Así, los sistemas de pago virtuales despiertan preocupación, a la vez que se imponen cada vez más como un recurso práctico entre las familias y sus hijos. Al mismo tiempo, la discusión abre las puertas a ciertos temores, como comportamientos adictivos o compulsivos. “Pero también, el uso de las billeteras funciona como una herramienta para enseñar autonomía, control, inversión y construcción de una relación saludable con el dinero. En un mundo donde el efectivo desaparece, enseñar a manejar el dinero digital es enseñar a vivir en el siglo XXI”, concluye Litvinoff.

Confianza, capacidad de adaptación, diálogo y educación financiera: las claves para atravesar un dilema en constante transformación.

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