La historia que cuenta Le Parisien evidencia cómo hasta un día idílico puede torcerse, o que las desgracias no avisan. Lo ocurrido pudo tener graves consecuencias, pero por fortuna terminó solo en un susto que, eso sí, difícilmente va a poder olvidar esta familia, en especial quien estaba al volante, autor del atropello, aunque no tenga culpa de nada.
El sábado comenzó con alegría para esta familia, que se había reunido para pasar un día en la costa de Cabourg, en el departamento de Calvados, al norte de Francia. Once personas, distribuidas en dos coches, emprendieron el viaje hacia el mar. Alrededor de las 18:00 horas, ya de regreso en Plaisir, se preparaban para volver a sus respectivas casas, ya sacando el equipaje. Fue cuando ocurrió.
El testimonio es de la mujer del conductor, que relata ahora aliviada lo que fueron minutos de verdadero terror. Lo presenció todo. Su marido no había cogido el volante durante la jornada, pero sí que lo hizo para acercar el coche algo más y facilitar la descarga a sus allegados. Mientras cada uno recogía sus pertenencias, ella observó cómo el vehículo giró, redujo la velocidad y, de repente, aceleró bruscamente.
La reacción de los vecinos fue clave
“Vi el vehículo arrancar de golpe”, explica la mujer. Entonces, el vehículo impactó primero contra la hermana de la mujer, cuñada del conductor, de 35 años, contra su sobrina, de cinco años, y su sobrino, de seis, este último “arrastrado varios metros”, describe con angustia. Por un episodio reciente, la testigo comprendió de inmediato lo que estaba pasando.
“Miré a mi marido -explica a Le Parisien– y vi sus ojos en blanco. Estaba sufriendo una crisis de epilepsia”. Durante la convulsión, el pie del conductor quedó bloqueado sobre el acelerador, lo que provocó que el coche solo se detuviera tras chocar contra otro, que estaba estacionado. Solo hacía un mes, el hombre había sufrido un primer episodio de estas características.
La rápida reacción de los vecinos fue fundamental: llamaron a los bomberos, asistieron a las víctimas, las colocaron en posición lateral de seguridad y establecieron un perímetro para evitar más riesgos. Y con la ayuda de un vecino, la mujer socorrió a su marido, que seguía convulsionando, hasta la llegada de los servicios de emergencia, que se lo llevaron al hospital.
Fue en un viaje a España
Los sanitarios también trasladaron a la cuñada, que presentaba dolores en la pelvis y las piernas. El niño sufría un traumatismo craneal y heridas en el rostro, y la niña dolores en las piernas. Pese a la violencia del accidente, recibieron el alta médica pocas horas después. La madre tenía una fractura de tobillo, el niño había perdido un diente y recibió cuatro puntos en el rostro y la niña tenía algunas raspaduras.
El conductor dio negativo en las pruebas de alcohol y drogas. Los médicos, en su caso, se limitaron a ajustar su medicamento para la epilepsia. Cuando sufrió la primera crisis un mes antes, durante un viaje a España, el médico le recetó un tratamiento, que fue reducido apenas dos semanas antes del accidente. Según su mujer, no le indicó que no podía conducir.
“Ahora está claro que no volverá a ponerse al volante. ¿Se imagina si esto hubiera ocurrido en la carretera? Podría haber sido fatal”, dice apurada. Todos los miembros de la familia se encuentran ya en casa y bien.