El 24 de junio, coincidiendo con el Día de San Juan Bautista, campesinos de diversas regiones de México dieron inicio a la siembra de la flor de cempasúchil, también conocida como flor de 20 pétalos o flor de los muertos. Este evento marca el comienzo de un ciclo agrícola profundamente ligado a las tradiciones del país, ya que la flor estará lista para ser cosechada a finales de octubre, justo a tiempo para adornar los altares del Día de Muertos. Esta práctica ancestral no solo tiene un significado cultural, sino que también simboliza un ciclo de vida y muerte, ya que las semillas utilizadas provienen de las flores que decoraron las ofrendas del año anterior.En la región de la Huasteca, que abarca los estados de Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo y parte de Querétaro, esta tradición se lleva a cabo con especial fervor. Los habitantes de comunidades como Tlalchiyahualica acuden a las parcelas para sembrar las semillas, asegurando la continuidad de esta práctica que se transmite de generación en generación.
Además del cempasúchil, también se siembran otras flores significativas para las festividades, como la Manita de León y la zarabanda, que serán utilizadas durante el Xantolo, una celebración regional del Día de Muertos.La flor de cempasúchil, con sus característicos tonos dorados, anaranjados y amarillos, tiene un papel central en las ofrendas del Día de Muertos. Según las creencias, su color vibrante y su aroma sirven como guía para que los espíritus de los seres queridos encuentren el camino de regreso a sus hogares. Esta tradición, profundamente arraigada en la cultura mexicana, también tiene un componente simbólico: las flores que decoraron los altares el año anterior “resurgen” de la tierra para dar vida a nuevas plantas, cerrando así un ciclo que se repite cada año.
El inicio de la siembra coincide con el solsticio de verano, un evento astronómico que marca el cambio de temporada en el hemisferio norte. En el marco del Día de San Juan Bautista, esta fecha es considerada mágica por muchas culturas, debido a la creencia de que fuerzas naturales especiales se manifiestan durante esta noche. Las celebraciones incluyen prácticas de curación, adivinación y rituales religiosos, que refuerzan el carácter espiritual de esta jornada.En la Huasteca hidalguense, la siembra de cempasúchil se celebra en al menos siete municipios, donde las familias trabajan juntas para preservar esta tradición. Los adultos enseñan a los más jóvenes la importancia de esta práctica, asegurando que las futuras generaciones mantengan vivo este legado cultural. Este proceso no solo tiene un valor simbólico, sino que también fortalece los lazos comunitarios y familiares.El Día de San Juan Bautista, celebrado el 24 de junio, tiene una relevancia especial no solo en México, sino también en otros países, debido a su fuerte vínculo con tradiciones religiosas y culturales. En México, esta fecha marca el inicio de un ciclo agrícola y espiritual que culmina con las festividades del Día de Muertos, un evento que combina elementos prehispánicos y cristianos para rendir homenaje a los seres queridos que han partido.
La siembra de cempasúchil y otras flores no solo tiene un propósito estético, sino que también está cargada de simbolismo. Este ciclo, que comienza con la siembra en junio y culmina con la cosecha en octubre, es un recordatorio de la conexión entre la vida, la muerte y la naturaleza, elementos fundamentales en la cosmovisión mexicana.Las flores de cempasúchil son emblemáticas de la temporada de octubre e inicios de noviembre y, además de las ofrendas, se utilizan como ornamenta en la vestimenta, para preparaciones como infusiones e incluso curados de pulque.
