Nikki Vontaya tenía una rutina establecida. Vivía en Nueva York, trabajaba en ventas de publicidad y había alcanzado lo que muchos considerarían una carrera sólida. A los 30 años, sin embargo, tomó una decisión que modificó por completo el rumbo de su vida: renunció, vendió lo que no le cabía en una maleta y se embarcó en una travesía de doce meses por doce países. En el mes número diez, llegó al Perú, donde un video casual en redes sociales la llevó a vivir una experiencia inesperada: nadar con leones marinos en mar abierto.
El primer impulso para viajar sola surgió en su cumpleaños número 30, cuando eligió pasar unos días en Cabo San Lucas. Fue su estreno en los viajes en solitario, y también el primer momento en que comprendió que podía moverse por el mundo sin compañía. “Estaba súper nerviosa, pero resultó ser uno de los viajes más memorables que he hecho”, contó en entrevista con People. Esa experiencia sirvió como punto de partida para algo mayor. Dos años después, decidió que recorrería el mundo sola durante un año.
Perú se convirtió en su destino número diez. No tenía planes detallados, más allá de pasar algunas semanas explorando Lima y otras ciudades cercanas. Pero un video en TikTok sobre una excursión marina con leones marinos la hizo modificar el itinerario. “Vi un TikTok al azar sobre nadar con leones marinos y pensé: ‘Qué raro’. Normalmente, nunca se me habría ocurrido apuntarme”, relató Vontaya. Lo que siguió fue un impulso: compró el boleto, ignoró las advertencias de su familia y se embarcó en la lancha.
Una travesía de 40 minutos mar adentro
La excursión partió de la costa limeña, con unos 30 pasajeros a bordo de una lancha rápida. Durante el trayecto, observaron pingüinos y aves marinas antes de llegar a una isla rocosa, hogar de una gran comunidad de leones marinos. A esa altura, la decisión ya estaba tomada. “Este año se trata de decir que sí a cosas que normalmente se negaría a sí misma”, afirmó.
Al llegar, el olor fue lo primero que la golpeó. “Al principio era horrible, pero uno se acostumbra”, comentó. Cerca del 75% del grupo decidió entrar al agua. Los demás observaron desde el bote. Antes de zambullirse, recibieron una charla de seguridad. “El instructor nos dijo que no tocáramos a los leones marinos y que mantuviéramos los pies en el agua para demostrar que no éramos una amenaza”, recordó.
Los animales nadaban alrededor del grupo, curiosos y enérgicos. Hacían piruetas en el agua y emitían sonidos que para Vontaya resultaron inquietantes. “Los ruidos que hacen parecen sacados de una película de terror”, comentó. “Definitivamente, me hicieron dudar antes de lanzarme”.
El momento de mayor tensión ocurrió cuando uno de los leones marinos se acercó más de lo esperado. Por un instante, Vontaya pensó que podría morderla. Recordó entonces las instrucciones y permaneció inmóvil. “Me rozó la pierna y salió corriendo a toda velocidad. Tenía el corazón acelerado y grité, pero no pasó nada, y una vez que me tranquilicé, todo salió bien”, dijo.
Durante todo el tiempo en el agua, estuvo tensa, cuestionándose si había sido buena idea apuntarse. Aun así, algo cambió cuando se dio cuenta de que estaba flotando en medio de animales salvajes en su hábitat. No era un espectáculo diseñado para turistas. Era la vida marina, sin filtros. “Estuve nerviosa desde el momento en que me metí al agua y me preguntaba por qué me había apuntado a esto”, confesó. “Pero es algo que nunca olvidaré. Y no fue tan aterrador como imaginé”.
Más allá de los leones marinos
El viaje por Perú forma parte de un recorrido mayor que comenzó en Europa, siguió por Asia y terminará en América Latina. Durante este tiempo, Vontaya ha vivido sola, cruzado fronteras y probado lo que significa depender solo de sí misma. Según relata, ha tenido momentos difíciles, pero también ha aprendido cosas que no habría descubierto de otra manera.
“Después de 10 meses viajando sola, he tenido altibajos y momentos que cambiaron por completo mi visión del mundo y de mí misma”, aseguró. Su consejo para quienes estén pensando en hacer algo parecido es claro: dar el primer paso. “Creces de maneras que no puedes planear. No dejes que el miedo te disuada de la vida que te espera al otro lado del ‘sí’”.
El episodio con los leones marinos se suma a una lista de experiencias intensas vividas durante el año sabático. Algunas fueron planificadas; otras, como esta, surgieron de decisiones espontáneas. Para Vontaya, lo importante ha sido mantener una actitud abierta, incluso cuando la incertidumbre parece mayor que la seguridad. “Es un viaje, literalmente, pero también es personal”, explicó. Y, por ahora, continúa.