La sostenibilidad corporativa dejó hace tiempo de ser una cuestión periférica para instalarse en el núcleo de las decisiones empresariales. Ese fue el eje transversal que atravesó el capítulo 9 de Sustentabilidad de LA NACION, en el que participaron referentes de distintas compañías y sectores.
Desde servicios financieros hasta consumo masivo, las exposiciones coincidieron en la necesidad de integrar una mirada estratégica, con foco en la eficiencia, la medición y la importancia del cambio cultural, tanto interno como externo.
“La clave de todo es la medición”, remarcó María Rigou, directora ejecutiva de Cambio Climático y Servicios de Sostenibilidad de EY Argentina. Según explicó, ese diagnóstico inicial permite entender “dónde están las oportunidades, si en la propia operación o en la cadena de suministro”, y así definir dónde asignar los recursos.
“La medición y el entendimiento son claves para ver dónde están los temas claves para cada compañía”, subrayó en diálogo con Carla Quiroga (periodista de LA NACION), destacando que si bien muchos sectores comparten desafíos similares, el contexto local también incide en las decisiones.
En la misma línea, Rigou también hizo hincapié en la dimensión cultural del cambio. “Hay que producir el cambio hacia afuera y hacia adentro. Hay que explicarle al consumidor, por ejemplo en el caso del agua, que el mayor gasto no está en la operación sino en las manos del usuario. Son desafíos que tienen que ver con lo cultural, no lo podemos desatender”, contó.
La sustentabilidad como estrategia de negocio
Vanesa Vázquez, gerente de Impacto Positivo de Cervecería y Maltería Quilmes, compartió su experiencia en la integración de la sustentabilidad como parte del proceso productivo. Entre los proyectos, mencionó avances en economía circular, transición energética, gestión del agua y packaging sustentable.
“En nuestro volumen de packaging, un 60% es retornable, pero es verdad que forma parte de la industria cervecera. Sí hay cambios de hábito y formas de consumir, pero es importante que sigamos impulsando el retornable, porque es un producto pensado para ser reutilizado, en nuestro caso 29 veces”, explicó Vázquez.
Otro aspecto que destacó fue el acuerdo firmado con Central Puerto para abastecerse de energía renovable desde un parque eólico en Achiras, Río Cuarto, Córdoba. “El 100% de nuestra energía renovable proviene de ese parque”, señaló. Asimismo, describió el trabajo conjunto con productores agropecuarios y los resultados logrados en términos de exportación de cebada y malta, donde trabajan con 1200 productores, y la optimización de los procesos y en el desarrollo de nuevas variedades que permitieron lograr un récord de exportación de cebada y malta por US$458 millones.
La ejecutiva también se refirió a la importancia del cambio de mentalidad empresarial: “El cambio cultural tiene que ver con dejar de ver a la sustentabilidad como un gasto y verlo como una oportunidad, una herramienta”. Y amplió: “No es solo pensar lo que le hace bien a tu negocio, sino también a tu ecosistema (proveedores, productores, etcétera)”.
Energía y eficiencia en clave operativa
Por su parte, Fernando Arango, gerente de Comunicaciones Corporativas de Arcos Dorados Argentina, presentó los lineamientos del programa “Recetas del Futuro”, que agrupa las acciones de impacto ambiental y social de la empresa. Detalló que, desde 2021, la compañía incrementó de forma sostenida el uso de energía eólica y solar en sus locales. “En 2023 ya sumamos un 30% y este año estamos en un 50%, pero también con energía solar”, afirmó. En total, 78 locales de los 227 que tiene McDonald’s reciben energía renovable, y 48 de estos 78 están operativos al 100% con fuentes sustentables.
Uno de los hitos recientes fue la apertura del local número 227 en Neuquén, que incorpora 35 paneles solares en su techo y brinda un 20% de la energía que consume el local. Además, fue construido mediante un sistema modular que, según Arango, reduce el impacto ambiental. “Todo local que se abre o se renueva tiene 25 puntos sustentables”, añadió, haciendo énfasis en la eficiencia operativa, la gestión de residuos y el uso de packaging reciclado.
A su vez, planteó que el impacto va más allá de lo ambiental: “Somos una empresa que se caracteriza por emplear a los jóvenes”, sostuvo, en referencia a sus más de 14.000 empleados. Y mencionó programas de inclusión y acciones como el “Gran Día”, donde la recaudación del Big Mac se destina a la Fundación Casa Ronald.
Descentralizar las iniciativas de impacto
Finalmente, Pablo Bocco, líder de Innovación Social de Naranja X, trazó una mirada desde el sector servicios, donde el impacto ambiental no siempre es tan evidente, pero es igualmente relevante. En esa línea, explicó que la empresa trabaja bajo cuatro ejes: diversidad, equidad, inclusión y acción climática y social. Este año, desde la empresa decidieron descentralizar la ejecución de iniciativas. “Les damos los cinco focos que queremos traccionar y dejamos que cada equipo de trabajo de la compañía piense una solución adaptada”, explicó.
El cambio de enfoque también implica revisar productos y servicios. Por ejemplo, las tarjetas que emitirán serán 100% de PVC reciclado, aunque apuntan a prescindir de ellas a futuro. Además, buscan potenciar el “TPD sustentable”, ofreciendo beneficios financieros para adquirir productos con impacto positivo. “Lo que queremos es generar una propuesta de valor para que los clientes puedan acceder con mayor beneficios a productos que generan impacto social y ambiental positivo”, detalló.
Bocco concluyó con una reflexión sobre el cambio de conciencia dentro de las organizaciones: “A todo profesional todavía le cuesta entender que cada decisión que toma tiene un impacto en lo social y ambiental”.