“No me había dado cuenta de que estaba tan triste hasta que recibí esta hermosa noticia. Mi único objetivo era ser mamá y no se daba. Fueron muchos años de búsqueda y de deseo”, confiesa Rocío Marengo. Embarazada de casi 12 semanas, está radiante. Todavía no sabe si es nena o varón, pero ya está pensando nombres junto a su pareja desde hace casi 12 años, Eduardo Fort.
En una charla con LA NACION, Marengo habla de la búsqueda de este bebé, de los muchos tratamientos que hizo durante los últimos cinco años, de cómo se enteró de la noticia en el programa de Juana Viale y por qué todos los invitados fueron sus cómplices hasta que ella decidió contarlo. También contó cómo la acompaña la familia Fort y su vínculo con Felipe y Martita, los hijos de Ricardo Fort.
-Hace muchos años que querés ser mamá…
–El deseo está desde mucho tiempo, porque de chiquita soñaba con ser mamá. Después se fue postergando por el trabajo, viajaba mucho y tanto movimiento hace que no puedas tener ni siquiera una pareja estable. Tenía la locura del laburo hasta que dije que era tiempo de formar una familia y no postergarlo más.
-¿Entonces?
-Empezamos a buscar y nada. Luego pasamos a los procesos de baja complejidad que son traumáticos y muy forzados, porque capaz no tenés ganas ese día y en la pareja es difícil de bancar porque todo se hace de una manera muy mecánica y casi pasa a ser un laburo [risas]. Después empezamos con la alta complejidad y tampoco pasaba nada.
-¿Y ahí qué pasó?
-Empecé a asustarme porque ni el mejor tratamiento estaba dando resultado y ya no dependía de nosotros, de lo que invirtamos ni contratemos. Ahí te das cuenta de que la salud es lo único que importa y no hay nada que lo pague. Y ahí pasamos a la alta complejidad. Soy una especialista en el tema…
-¿Cuántos años de tratamientos hiciste?
-No contarlos fue una gran técnica para sobrellevarlo. Todo era mes a mes y cuando no quedaba embarazada decía “dale, un mes más”. Y después otro más, y así. Pero deben haber sido cinco años desde que empecé con los estudios.
-¿Y cómo fue transitar esos meses sin resultados?
-Es que yo pensaba que quedaba y entonces no hacía ejercicio por si lo perjudicaba y de repente me venía. Iba al baño rezando. Siempre tenía cuatro días de atraso, pero era de mi cabeza. Apenas le avisaba a la ginecóloga, menstruaba. Así, cinco años de fertilizaciones in vitro. Todos los meses me sacaba óvulos y los congelaba. Me metí tantas cosas en el cuerpo que tenía un poco de miedo porque no tomo ni aspirinas. Y con esto fue a rajatabla, desde la toma de pastillas hasta las inyecciones que tenían que estar frías y si viajaba en avión le pedía a la azafata que pusiera la ampolla en la heladera y al rato le preguntaba si estaba segura de que estaba bien fría. Ahora puedo decir que fue tragicómico.
-¿Cómo te enteraste de que esta vez sí estabas embarazada?
-Por primera vez dije que no me iba a hacer el estudio y cuando tuviera un atraso de muchos días, me iba a dar cuenta. Pero mi ginecóloga me dijo que tenía que ir porque el resultado podía ser un falso negativo. Yo no quería, pero nos íbamos de viaje y Eduardo me sugirió que lo hiciera. Por otro lado, justo tenía que ir al programa de Juana Viale y me hice el chequeo un rato antes de ir al estudio.
-¿Notabas algún cambio? ¿Algo te llamó la atención?
-Ya fue raro que el vestido que me había probado unos días antes y me quedaba perfecto, ahora estuviera un poco apretado en las lolas. Juana me dijo “¡qué escote!”, porque era llamativo. Me preguntó si estaba embarazada y le dije que no, que era un medicamento. En un momento, mientras ella estaba haciendo un PNT, mi ginecóloga me escribió preguntándome si había terminado de grabar. Me desesperé y cuando me dijo que estaba embarazada me largué a llorar. En la mesa estaban Mauricio Macri, Gastón Edul, Cocho López y Silvia Lospennato. Me largué a llorar y se acercó Mauricio Macri, fueron todos muy amorosos. Dije que era una buena noticia… ¡Y quiero agradecerles porque tuvieron mucho código y guardaron el secreto! Les dije que me había costado mucho.
-¡Se enteraron antes ellos que tu pareja!
-Sí. Era un llanto de felicidad que no pude contener. No sabía qué hacer, si ir a la fábrica y contarle a Edu, o ir a casa con mi hermano.
-¿Cómo se lo contaste al papá?
-Se lo dije esa noche, en casa. Quería que fuera en persona y no por teléfono. Nos pusimos a llorar de felicidad. Estuvo siempre muy atento… Toda la familia sabía y estaba pendiente. De todas maneras, a esta altura ya nadie preguntaba. Edu también tuvo que hacer mucho hasta una intervención.
-¿Pensaste que quizá no ibas a ser mamá?
-Nunca bajé los brazos. Al contrario, recibía la piña en la cara y al día siguiente preguntaba cómo seguíamos. Pero al final tuve miedo porque poníamos todo lo mejor y no salía. Averigüé para hacer el tratamiento en los mejores lugares de nuestro país, en Chile, en Miami; investigué todo. Después de tantos intentos pensé que fue bueno haberlo hecho acá, sino hubiera tenido que mudarme adonde estuviera la clínica porque tenés que ir todas las semanas y, a veces, todos los días. María Inés Viglierchio, mi médica, fue fundamental porque me contuvo tanto. Además, tenía miedo de que se filtre cuando iba a la clínica y todos se complotaron, desde el señor del estacionamiento hasta el de seguridad y la persona que me sacaba sangre y me hacía pasar por un costadito. Y además fui mil veces a Luján, le pedí al Padre Ignacio, tuve señales. Me aferré al deseo.
-¿Cómo te sentís estos primeros meses?
-Por suerte muy bien. Alguna vez tuve un poco de nauseas, pero nada más.
-¿Sabés el sexo?
-No, porque prefiero enterarme con todos en la fiesta de revelación de sexo. Voy paso a paso. No puedo creer que dentro mío se esté formando un bebito. Sé que va a nacer alrededor del 15 de enero, y que tengo que tener mucho cuidado hasta ese día.
-¿Qué dijeron los hijos de Eduardo?
-Están contentos. Me llevo re bien, pero es fuerte enterarse de la llegada de un bebé. Sin embargo, todo fluyó y siento que esto trae alegría, trae paz. Unos quieren que sea nena, otros varón, están pensando nombres. Y Edu es abuelo porque su hija Macarena tiene una beba de seis meses. Sus hijos más chicos se llaman Angelina y Pietro. Y fue una alegría tan grande para mi mamá, mis hermanas, mis amigas. Mi mamá no para de tejer y mira tutoriales (risas).
-¿Y qué dicen Martita y Felipe, los hijos de Ricardo?
-Feli fue el primero en anotarse como padrino (risas). Y Martita fue una gran compañera durante el tratamiento. Me bancó mucho, somos muy compañeras. Tenemos una relación re linda.
–La tuya es una historia de amor que mantuvieron a escondidas durante muchos años…
-Hace once años y medio que estamos juntos. Y durante los cinco primeros años nadie lo supo. De todas formas, siempre fuimos perfil bajo.
-¿Se casan?
–Ahora que llega un bebé a la familia quizá nos casemos… Yo quiero siempre más (risas). Pero hace años que convivimos y somos familia. Me imaginé tantas veces tener un bebe, que seamos tres.
-Durante el tiempo que hiciste los tratamientos te alejaste del medio, ¿vas a volver a trabajar?
-Me llamaban para trabajos y no quería porque estuve cien por ciento dedicada a esto. Siempre surgen proyectos y cosas, pero la idea es volver de a poquito porque hay que cuidarse.