Los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas han condenado este jueves «el atroz y cobarde atentado terrorista» perpetrado el pasado fin de semana en el interior de una iglesia ortodoxa en la capital siria, Damasco, que se saldó con cerca de 30 muertos y más de 60 heridos.
El órgano ha subrayado «la necesidad de exigir responsabilidades a los autores, organizadores, financiadores y patrocinadores de estos actos terroristas reprensibles y de llevarlos ante la justicia, así como de proteger a todos los sirios, independientemente de su origen étnico o religión», según refleja el comunicado difundido por la portavocía del secretario general de la ONU.
Los quince países miembros «han instado a todos los Estados (…) a cooperar activamente con todas las autoridades competentes de Siria a este respecto». Estas exigencias han llegado ante el cruce de declaraciones entre Damasco, que ha afirmado que los detenidos son extranjeros que llegaron desde el campamento de Al Hol, y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que custodian el campamento y han negado el planteamiento del Gobierno sirio señalando que «las únicas personas que abandonaron el campamento durante este período fueron sirios» y a petición de Damasco.
Además, el Consejo de Seguridad ha dado «su más sentido pésame y sus condolencias a las familias de las víctimas y al pueblo sirio», y ha deseado una pronta recuperación a los heridos, mientras que ha afirmado que «el terrorismo, en todas sus formas y manifestaciones, constituye una de las amenazas más graves para la paz y la seguridad internacionales».
La autoría del atentado contra la iglesia San Elías, en el barrio de Duweila, ha sido reclamada por el poco conocido grupo yihadista Saraya Ansar al Suna (Brigada de los Partidarios Suníes), si bien las autoridades instauradas tras la caída de Al Assad, encabezadas por Ahmed al Shara –líder del grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS)– han apuntado a Estado Islámico como responsable.
